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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Penelope Fitzgerald a la deriva

Escrita por Penelope Fitzgerald en 1979 justo un año después de la publicación de La librería, famosa por la adaptación cinematográfica de Isabel Coixet, esta novela con tintes autobiográficos supuso la consagración de su autora.

A la deriva ganaba el Booker Prize de 1979 y el nombre de Penelope Fitzgerald adquiría fama mundial. En 2008 The Times la incluyó en la lista de los mejores autores ingleses posteriores a 1945.

A la deriva, publicado en nuestro país por la editorial Impedimenta, se sitúa en los años sesenta a la orilla de río Támesis. Allí viven en una barcaza, el Grace, Nenna James y sus hijas. Alrededor de ellas hacen su vida otros entrañables seres anfibios que pueden vivir en el agua y en tierra firme, pero no pertenecen a ninguna de las dos. Son todos ellos una peculiar comunidad de personas a la deriva que, con las detallistas descripciones de personajes y acciones marca Fitzgerald llegarán al corazón del lector.

Sin duda, la protagonista, Nenna es un personaje digno del más milimétrico análisis. He dejado el libro lleno de marcas para poder releer a este personaje en algún momento. Lo que más me llama la atención es que casi todo el mundo a su alrededor la trata como a una niña pequeña porque su matrimonio está casi roto y ella ha decidido irse a vivir con las niñas al Grace. Cuando uno de los personajes le echa en cara el modo de vida al que ha abocado a sus hijas podemos leer este fragmento:

«Nenna deseaba contestar que no era por los motivos previsibles: ni por orgullo, ni por resentimiento, ni siquiera por las particularidades adquiridas de quienes vivían en el río, que les impedían sentirse cómodos en las calles de Londres. No, es porque esa es mi última oportunidad. Mientras la conserve, puedo pensar en ella y contar con ella y apoyarme en ella. Si la pierdo, ya no me quedará nada por intentar».

Y esta es la clave de la historia de Nenna y de todos los vecinos de este peculiar muelle en el Támesis: personas que se agarran a su única oportunidad, vidas que se mantienen en tierra firme por una cuerda que los amarra a ella y que impide que acaben a la deriva en las turbulentas aguas del río.

Nenna es un personaje digno de estudio, pero he de decir que quedé prendada de las dos hijas, sobre todo de la pequeña, Tilda, una criatura con un aura casi maravillosa que vive más allá de las realidades y normas de Londres. Lo que más me fascina de Tilda es su capacidad de relacionarse con personas a las que se considera al margen de la sociedad sin ningún tipo de prejuicio. Las conversaciones que tiene con algunos de ellos son enternecedoras. Sin embargo, a aquellos que viven en tierra firme y quieren ver a Nenna y a sus hijas de vuelta en la jurisdicción de las personas de bien, esta niña es un problema:

«Sin la tutela de las monjas, Tilda parecía haber perdido los últimos vestigios de su sentido moral. Partisan Street, la primera calle que uno encontraba al subir desde los barcos, se consideraba, como ya se ha dicho, un lugar conflictivo: una fila de decrépitas casas con dos habitaciones en la planta baja y dos en el primer piso, refugios de una humanidad tullida y deformada».

La historia de A la deriva está recorrida por un tema vehicular fundamental: la identidad. La búsqueda de una identidad, el mantenimiento de una identidad, la pérdida de la misma son los grandes problemas de Nenna y sus vecinos. Y es que cuando perteneces a dos mundos, al final, acabas no perteneciendo a ninguno. Este último fragmento que comparto con vosotros resume perfectamente la historia que Penelope Fitzgerald nos quiso contar en A la deriva, la historia de Nenna James:

«Nenna tenía la sensación de que habría podido responderle mejor a Louise si Edward se hubiera tomado la molestia de devolverle su bolso. No era solo por el dinero, sino también por el carnet de la biblioteca, la libreta del subsidio familiar, el recibo del taller de reparaciones sin el cual no iba a poder recuperar su reloj, unas cuantas fotos arrugadas—entre las cuales había una del propio Edward— y su libreta de direcciones, todo aquello que conforma su identidad».

Por cierto, queridos lectores, si os encanta la literatura de Penelope Fitzgerald os comunico que estáis de suerte porque la editorial Impedimenta está editando toda una colección dedicada a la autora. Además de La librería y A la deriva, en la colección de Penelope Fitzgerald se pueden encontrar El inicio de la primavera, Inocencia, La flor azul y La puerta de los ángeles.

Esther María García Pastor