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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Quiela, amor incondicional y olvidado

Impedimenta rescata la novela epistolar Querido Diego, te abraza Quiela, en la que Elena Poniatowska da voz a Angelina Beloff, primera mujer del pintor mexicano Diego Rivera.

La historia olvida nombres. Muchos eclipsados por otros aparentemente más luminosos. Es el caso de Angelina Beloff (San Petesburgo, 1879 –Ciudad de México, 1968), una talentosa pintora rusa, que se exilió en París y en México. Pocos saben que fue la primera mujer del pintor Diego Rivera (Guanajuato,1886–Ciudad de México, 1957) y madre de su primer hijo varón, Dieguito.

La escritora mexicana Elena Poniatowska (París, 1932) descubrió su historia de forma casual, a mediados de los 70, mientras preparaba el prólogo para dos novelas de la escritora Lupe Marín (Ciudad Guzmán, 1895 – Ciudad de México, 1983), considerada primera esposa del artista. Después, él se casaría con Frida Kahlo (Cayoacán, 1907-1954).
Mientras la Premio Cervantes realizaba este trabajo encontró el libro La fabulosa vida de Diego Rivera, del escritor comunista Bertram Wolfe (Nueva York, 1986 – 1977), que da testimonio de la vida artística y sentimental del pintor. En sus páginas, conoció a Angelina Beloff, a quien Rivera llamaba Quiela y con quien convivió diez años en la capital francesa. Fascinada por la figura de esta mujer y por su tormentosa historia de amor, Poniatowska decidió rescatarla a través de una novela: Querido Diego, te abraza Quielapor primera vez en 1978, en México, y llegó a España hace más de 20 años. Ahora, la editorial Impedimenta la ha recuperado. «Este libro tuvo una tremenda repercusión cuando se publicó porque dibuja a Diego Rivera como un monstruo absoluto, machista y ególatra», cuenta su editor, Enrique Redel. A través de doce cartas, fechadas entre octubre de 1921 y julio de 1922, la mexicana da voz a Quiela, que escribe a su amado Diego Rivera desde París. En 1918 él la abandonó en Francia y regresó a México con la promesa de enviarle dinero para comprar su billete. Nunca le mandó el suficiente y tampoco contestó a sus cartas. Apenas unas líneas desnudas e hirientes en algún envío.

Espíritu femenino

Esta breve novela, dolorosamente bella, abre el corazón y las inquietudes de una mujer enamorada hasta el extremo. También es el relato de una trabajadora incansable y de una madre hundida por la pérdida de su único hijo, que falleció con solo año y medio. «Angelina Beloff representa el espíritu femenino. Es un personaje potente, con un enorme talento, pero históricamente subyugada al hombre. La propia Angelina es la voz de muchas mujeres que sabiendo que tienen un gran potencial, deciden de una manera voluntaria ponerse a la sombra de un genio, de una persona. Ella llega a decir: ‘Yo me veo bajo tu mirada, bajo tus ojos. Soy lo que tú quieres que yo sea.’ Y eso es bastante trágico», destaca el editor.

Además, se observa el reflejo de la autora, que se identifica con Quiela. «Cuando Elena Poniatowska conoce a esta mujer, dice incluso, en alguna entrevista y documental, que se siente poseída por el personaje, porque ambas son muy parecidas. Son mujeres exiliadas. Poniatowska era hija de un príncipe polaco, nació en París y luego se fue a México a vivir. Ella se consideraba mexicana de patria pero era también una exiliada interior». De hecho, en la obra Quiela escribe a Rivera: «Tú has sido mi amante, mi hijo, mi inspirador, mi Dios, tú eres mi patria; me siento mexicana, mi idioma es el español aunque lo estropee al hablarlo. Si no vuelves, si no me mandas llamar, no solo te pierdo a ti, sino a mí misma, a todo lo que pude ser».

Todas las epístolas, excepto la última, son fruto de la imaginación de Poniatowska, pero se basan en una intensa investigación y recrean muy bien el París de la época. Se siente el gélido invierno, la miseria que sacude a la protagonista, su fuerza y amor desmedidos y ese ambiente artístico por el que desfilan conocidos pintores como Juan Gris, Picasso y Modigliani. En total, suman nueve meses, una elección deliberada de la autora. «Es una especie de gestación de un desamor», apunta el editor. La última carta, que se consideraba real, Poniatowska la achaca a la imaginación de Wolfe. Como broche de la historia original, en 1935, Angelina Beloff pudo cumplir su deseo de viajar a México, con la ayuda del crítico Élie Faure y otros amigos. No buscó a Rivera. No quiso importunarle.

Por Leire Escalada