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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Reseña de ‘La librería’

Fitzgerald ha logrado con 'La librería', que la novela haya sido incluida en esa lista de libros cuyo recuerdo va siendo más grato a medida que pasa el tiempo tras su lectura.

Fitzgerald ha logrado con ‘La librería’, que la novela haya sido incluida en esa lista de libros cuyo recuerdo va siendo más grato a medida que pasa el tiempo tras su lectura. Las expectativas o la idea que nos hacemos en ocasiones de una novela termina jugando en contra de la experiencia lectora, y en buena parte de la narración he tenido sentimientos encontrados a medida que avanzaba en la trama, sin embargo y gracias a un inesperado giro final tuve tiempo para recomponer todas las piezas y ver la obra con cierta distancia y de forma global, lo que ha terminado repercutiendo de forma positiva conforme ha ido pasando el tiempo como comentaba al principio.

La novela comienza con los pensamientos inquietos de nuestra protagonista, Florence Green sobre si debía comprar una propiedad, Old House, de dimensiones adecuadas para abrir una librería, la única que existiría en Hardborough.

En el último año de la década de los 50, en Hardborough no parecía que hubiese llegado aún el progreso que ya existía en otras regiones del país. Precisamente la necesidad de lograr cierta progresión en su vida tanto personal como profesional, se convierte en el deseo de abrir su propio espacio donde dotar de entretenimiento a los vecinos del lugar y no dejando de ser un proyecto vital motivador y con una experiencia en el sector que ya conocía.

No lo tendrá nada fácil ya que encontrará demasiadas reticencias, rivalidades (el contrapunto lo compone un excelente personaje, Violet) y una nula empatía en relación con los habitantes de Hardborough. Justamente me gusta que en medio de tanta incomprensión acerca de su proyecto, la protagonista se interne en un debate muy interesante acerca de si debe vender ejemplares de la obra más conocida de Nabokov.

“… Algunos críticos dicen que es pretenciosa, aburrida, de lenguaje florido y repulsiva, otros dicen que es una obra maestra. ¿Sería usted tan amable de leerla y dejarme saber si le parece que haría bien al encargarla y recomendársela a mis clientes?…”

Le otorga a la trama un segundo tema de debate acerca de la valoración de la literatura como arte o como mera diversión.

La narrativa de Fitzgerald es costumbrista y abundante en detalles sobre la época en la que se desarrolla la historia. La autora sabe crear una atmósfera donde el lector es perfectamente consciente de la naturaleza de los personajes que se nos presentan, todos y cada uno de ellos por muy secundarios que sean. Especialmente sabe retratar como era esa sociedad opresiva, vil con lo progresista e ignorante ante cualquier introducción a la cultura.

Un aspecto donde además podemos dotarle de una segunda lectura comprendiendo esa sociedad como más actual de lo que nos gustaría admitir. El matiz sobre determinados comportamientos abre un nuevo debate sobre la ética y la moralidad donde no se deja de retratar la hipocresía y falsedad de parte de la población.

Insisto en uno de los mejores aspectos del libro y es que Fitzgerald logra embaucarte con una prosa exquisita donde más allá de lo que cuenta interesa como lo hace y el contexto donde se desarrolla la historia.

No es una historia de libros o de amor a la literatura, es un lienzo donde se retrata a parte de una sociedad que fácilmente podemos identificar a pesar de no encontrarnos en la misma época en la que está ambientada la narración. Un relato de donde podemos sacar más de una enseñanza vital.