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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Reseña de Oso

Aunque en ocasiones resulte incómodo hacerlo por los prejuicios a los que estamos sometidas, es asombrosamente fácil ponerse en la piel de Lou. En ese sentido, Oso es una lectura liberadora.

Íntima, delicada, salvaje… Oso cuenta la historia de Lou, una joven bibliotecaria que es enviada a una mansión victoriana situada en una remota isla canadiense donde deberá encargarse de catalogar la biblioteca del misterioso “Coronel Jocelyn Cary”. Allí descubrirá que no está sola. En la isla también habita un oso.

Durante meses Lou se dedicará con diligencia a la labor que ha ido a desempeñar a la isla de Cary. Con ella descubriremos las obras que conforman la biblioteca y comprobaremos que catalogar un legado es mucho más que ponerse a rellenar fichas. Este último apunte puede parecer innecesario, pero siendo bibliotecaria no he podido evitar que me encantara la profundidad con la que Lou se aplica en su trabajo. También se encargará de cultivar un huerto, recolectar setas y espárragos, pescar… En fin, se ocupará por sí misma de tener productos frescos en la mesa en una zona en la que la naturaleza todavía parece resistirse a ser domesticada, demostrándose a sí misma que es mucho más dura de lo que puede parecer a simple vista. Pero el núcleo principal de la novela gira en torno a la relación que Lou compartirá con el oso. Una relación que irá más allá de lo puramente físico y que le hará descubrirse a sí misma.

Descubrí Oso por casualidad en Twitter -últimamente todas mis lecturas vienen de ahí y me encanta porque me estoy encontrando cosas verdaderamente hermosas-. Un lector la recomendaba describiéndola como una obra de extraña belleza, una joya apenas conocida. La portada me pareció preciosa, obra de la ilustradora Gabriella Barouch. El resumen, cuando decidí buscar en el catálogo de Impedimenta, terminó de convencerme. El libro fue considerado todo un escándalo y, aun así, ganó el premio nacional más importante de Canadá, el Governor General’s Literary Award for Fiction, en 1976. Resulta que Oso está considerada una obra maestra de la literatura canadiense. ¡Cuantísimas cosas nos perdemos! Para entonces ya sabía que lo leería. Pero tengo que reconocer que saber que fue un escándalo fue todo un aliciente. Es decir… a pesar de no tener ni idea de Canadá, no creía que hiciera falta mucho para escandalizar su moral -ni la de cualquier otro país- en 1976. Fue genial darme cuenta de lo equivocada que estaba.

Muchos lectores consideran Oso desagradable y hasta inapropiada. ¿No es genial que una obra escrita hace más de cuarenta años siga escandalizando como el primer día? Llegué al punto crítico de la novela, me detuve, fruncí el ceño, releí… y me eché a reír como si no hubiera un mañana. No me creía que la autora hubiera sido capaz. ¡Me encantó que lo fuese! No puedo comparar Oso con nada que haya leído antes porque simplemente no he leído nada como Oso en toda mi vida. Y eso es precioso. ¿Cuántas veces tenemos la oportunidad de que un libro nos sorprenda tantísimo después de años y años de lecturas? Además, Marian Engel (1933-1985) lo hace con una maestría impresionante. No es fácil que una obra te haga sentir tantas cosas en tan solo 170 páginas. Oso hurga dentro de ti con dulzura, envolviéndote en un silencio roto sólo por el roce de tu propia ropa al vestirte, invitándote a ser consciente de cada recóndito rinconcito de ti misma. Te sacude haciéndote más grande, más fuerte. Te hace sentir plena, satisfecha, querida…

Lo que él le había transmitido, Lou lo desconocía. No era la simiente de los héroes, ni magia, ni ninguna virtud asombrosa, porque ella seguía siendo la misma; pero por un momento intenso y singular había notado en los poros de su piel y en el sabor de su boca que sabía para qué servía el mundo. No se sentía por fin humana, sino por fin limpia. Limpia, sencilla y orgullosa.

Creo que el mensaje que lanza es muy claro pese a que no todo el mundo sea capaz de advertirlo. Tal vez sea uno de esos libros que buscan a un lector en concreto. O tal vez sólo sea necesario tener la voluntad de querer ver más allá de lo meramente literal. No es una lectura difícil pese a todo. Aunque en ocasiones resulte incómodo hacerlo por los prejuicios a los que estamos sometidas, es asombrosamente fácil ponerse en la piel de Lou. En ese sentido, Oso es una lectura liberadora.