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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Reseña: «Las novelas tontas de ciertas damas novelistas», de George Eliot

George Eliot, nacida Mary Anne Evans, es una de las autoras más relevantes de las letras inglesas. Obras como Middlemarch o El molino junto al Floss figuran entre las novelas más importantes escritas durante la era victoriana, un periodo que alumbró numerosos clásicos, pero que también vio como las librerías se llenaban de novelas de ínfima calidad que cosecharon un éxito sorprendente.

En Las novelas tontas de ciertas damas novelistas (breve ensayo editado con su habitual buen hacer por Impedimenta), Eliot arremete contra un tipo de obras escritas con un estilo que ella denomina de “artimaña y confección”, una serie de novelas (perpretadas por autoras con muy poco o nulo talento) que contribuyeron a crear una imagen muy negativa de las mujeres dedicadas a tareas literarias. Y es que, por cada Brontë, Austen o Gaskell, parece ser que había docenas de señoras y señoritas convencidas de hallarse en posesión de un don para la escritura unido a una erudición que, en la mayoría de los casos, no era sino pura fachada.

Con fina ironía y un cierto punto de acidez, Eliot critica diversos aspectos de esas obras que tanto parecían gustar a las damas victorianas, y menciona algunas novelas absolutamente desconocidas en la actualidad, de las cuales extrae ejemplos para ilustrar sus argumentos y hacernos esbozar más de una sonrisa.

Resulta curioso comprobar como, más de siglo y medio después de que este ensayo viera la luz, las cuestiones que expone siguen plenamente vigentes. Y es que siempre ha habido (y siempre habrá) escritores que, a pesar de producir obras infumables, venden muchísimo más que otros autores con mayor talento pero menos capacidad para conectar con determinado sector de la masa lectora. No hay más que darse un paseo por cualquier librería para comprobar como las estanterías están repletas de libros cuya lectura nos provoca desde hilaridad (no buscada por los autores, claro está) hasta la más absoluta irritación.

Hay quien considera que incluso del peor de los libros se puede extraer algo bueno. Sin embargo, George Eliot parece dejar bien claro en Las novelas tontas de ciertas damas novelistas que determinadas obras no merecen que les dediquemos ni un minuto de nuestro tiempo. Así, si bien siempre habrá malos autores de una subliteratura que es acogida con entusiasmo por quienes son felices entre clichés y estereotipos, lo cierto es que ni en los tiempos de Eliot ni en la época actual, publicar una obra (o muchas) de éxito ha de suponer necesariamente que se es un escritor con talento.

Pero me temo que, tanto ahora como en el pasado, hacer comprender tal verdad a los que se consideran elegidos por las musas es tarea, si no imposible, tremendamente complicada.

Por José Rafael Martínez Pina