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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

‘Solenoide’, el mejor libro del 2017

Desde hace ocho años, EL PERIÓDICO elige sus libros del año a través de una consulta colectiva en la que participan con sus votaciones los periodistas, columnistas y críticos de las secciones de cultura y opinión de este diario, libreros y bibliotecario…

Desde hace ocho años, EL PERIÓDICO elige sus libros del año a través de una consulta colectiva en la que participan con sus votaciones los periodistas, columnistas y críticos de las secciones de cultura y opinión de este diario, libreros y bibliotecarios. Ha habido años de preferencias muy repartidas y otros, como el 2016, en que Patria, de Fernando Aramburu, y Manual para mujeres de la limpieza, de Lucia Berlin, fueron elegidos prácticamente por aclamación. Algo que ha sucedido en los extraños casos en que crítica y público acaban confluyendo tras un título incontestable. No ha sido así este año, con las preferencias extremadamente repartidas y sin apenas distancia entre los seis libros más destacados: Solenoide, de Mircea Cartarescu, Taxi, de Carlos Zanón, El ferrocarril subterráneo, de Colson Whitehead, 4321 de Paul Auster, Això no és Amèrica de Jordi Punti y Tiene que ser aquí de Maggie O’Farrell.

Este año han aportado sus valoraciones 52 participantes, incluyendo a libreros y bibliotecarios como reconocimiento de su papel como prescriptores de la lectura; cada uno de ellos ha elegido 10 títulos, a los que han adjudicado de 10 a 1 puntos.

En esta edición, la literatura en catalán ha recuperado posiciones, con cinco títulos entre los más destacados, cuando en el 2015 estuvo completamente ausente en el ‘top ten’. Eso si, sin que haya apenas relación, a diferencia de lo que sucedió en los años en que Jo confesso, Victus o Maletes perdudes acapararon la atención, entre éxito y reconocimiento. Una distancia que no parece tan acentuada en el caso de la literatura en castellano.

1. Solenoide, de Mircea Cartarescu (Impedimenta / Periscopi). Quizá haya lectores, muchos, a los que la excesiva ambición y el sentimiento totalizador de esta gran novela (grande y grande, porque son 800 páginas de nada) les deje un poco afuera. Solenoide es algo muy serio y así se toma a sí misma. No hay humor, quedan advertidos. Pero tampoco hay pose. Porque la intención del rumano Mircea Cartarescu está cargada de verdad y especialmente de dolor. Porque lo que hace el autor, que dispara a lo largo del texto frases que perdurarán, es explicarse a sí mismo cómo sobrevivir en el peor escenario posible. El profesor amargado es él. El gemelo superviviente es él. El niño enfermo, también. La Bucarest invivible es su ciudad. Pero esta no es una novela realista. Como bien sabía Kafka, las fantasías explican el mundo con una mayor clarividencia que un retrato fiel. En Solenoide todo está teñido de una bruma grisácea y una textura de pesadilla. Y la forma literaria es la de la postmodernidad, la de la rareza y el juego literario. Y aunque es verdad que la fórmula se ha utilizado hasta la saciedad lo cierto es que en Cartarescu, que antes que narrador fue poeta, nada suena a falso. Solenoide se ha aupado en lo más alto de las listas de lo mejor del año y eso que ha llegado al final rozando el larguero. Pero no hay más que echarle un vistazo a las primeras páginas para darte cuenta de que, en este panorama actual de taller de escritura, esto es otra cosa. Esto tiene que ver con Kafka o con Borges. Con aquellos para los que la literatura es una necesidad y no una forma fácil y rápida de hacerte famoso y/o rico. ELENA HEVIA