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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Un padre con dos pasados

Eduardo Berti explora en su novela la identidad del extranjero, esa eterna condición de emigrante, en un relato donde rescata su pasado familiar La novela se muestra como un permanente baile entre biografía y ficción.

En Un padre extranjero, Eduardo Berti narra la historia de su progenitor, que jamás reveló su origen judío rumano (Buenos Aires, 1964) a su padre como un hombre taciturno, preñado de nieblas, que alcanzó a escribir un libro trenzado de nostalgias titulado El derrumbe. Tardo muchos años Eduardo, décadas, en saber el secreto que mejor guardaba: su origen judío, varias identidades, cambios de fecha en los documentos… Un padre extranjero (Impedimenta) es una historia autobiográfica que se entrelaza con otra, la de Joseph Conrad, el novelista polaco que adoptó el inglés como lengua literaria. Fue escrita gracias a una beca de escritura en la región Aquitaine Limousin Poitou Charentes. Berti vive actualmente en Burdeos.

NÚRIA ESCUR, Barcelona

Lo que recuerda Eduardo Berti (Buenos Aires, 1964) de su padre es esencialmente la imagen de un hombre taciturno, preñado de nieblas, que alcanzó a escribir un libro inconcluso trenzado de nostalgia y titulado El derrumbe. Un hombre que se le escapa. Eso le persigue. Tardó muchos años Eduardo, décadas, en saber el secreto que mejor guardaba su progenitor: su origen judío, varias identidades, cambios de fecha en los documentos, amnesias voluntarias…

Un padre extranjero (Impedimenta) es una historia autobiográfica que se entrelaza con otra, la de Joseph Conrad (en el libro Józef), el novelista polaco que adoptó el inglés como lengua literaria (la novela de Berti mantiene incluso el nombre de Jessie, la mecanógrafa con la que se casó o el paisaje de Pent Farm). Fue escrita gracias a una beca de escritura en la región Aquitaine Limousin Pitou Charentes. Eduardo Berti vive actualmente en Burdeos.

“Hace ya tiempo, al cumplir treinta años de edad, se me metió entre ceja y ceja empezar una nueva vida, vivir en el extranjero, en otro idioma, al otro lado del mar, acaso para saber lo que había sentido mi padre al llegar a Buenos Aires. Por supuesto yo sabía a la perfección que lo mío era un juego o un experimento comparado con su exilio”, reconoce el autor de la novela.

¿Qué tiene de Joseph Conrad su Józef? “Lo que más me llamó la atención fueron las semejanzas con la vida de mi padre que, lo mismo que Conrad, se fue a vivir a otro país, se casó con una mujer mucho más joven que no hablaba ni entendía su lengua natal, se reinventó una identidad pública (incluido el apellido) y aprovechó la situación para empezar otra vida”. Aunque se documentó acerca de Conrad, el escritor se ha permitido múltiples licencias literarias. Durante un tiempo Eduardo Berti creyó que “la patria de un escritor era su idioma natal”; luego pensó que eran “sus libros”. O al menos eso cuenta el narrador, “que se parece bastante a mí pero es a fin de cuentas un personaje de ficción. Personalmente, mi patria se compone del idioma natal, la infancia y los libros, los que he leído, los que he escrito y los que sueño que un día escribiré”.

Eduardo Berti explora en su novela la identidad del extranjero, esa eterna condición de emigrante, en un relato donde rescata su pasado familiar.

La novela se muestra como un permanente baile entre biografía y ficción. “Hay algo de péndulo en esta novela, es cierto. Pero también quise explorar otros límites: realidad y fantasía, lectura y escritura, vida privada y espacio público”. A Berti le gustan los libros que desafían nuestras viejas nociones de géneros. “Me gustan las novelas que nos hacen cuestionarnos, en un momento: ¿esto es una novela? Me gustan las formas singulares (como las ‘greguerías’ de Ramón Gómez de la Serna) que un librero ortodoxo no sabría bien cómo clasificar…”

Es argentino, ha vivido diez años en París, obtuvo la nacionalidad rumana… la mezcla cultural ha sido una constante en su existencia. Esa consciencia de extranjero es la que disecciona. “Los argentinos, en líneas generales, venimos de los barcos, como reza una famosa broma. Lo extranjero es parte de nuestra identidad. Pero mi caso, pienso, fue algo distinto porque mis compañeros de generación tenían abuelos extranjeros, no un padre extranjero, y porque mi padre no venía de Italia, de España o de otro país‘habitual’, sino de un país más ‘extraño’ del cual él no hablaba nunca y que yo tuve que imaginar o inventarme en mi niñez”.

Convencido de que a todos se nos juzga más por lo que callamos que por lo que decimos cita a Gracián: “el que confía sus secretos a otro hombre se hace esclavo de él”. Y añade “está claro que del mismo modo que hay mentiras piadosas, hay secretos necesarios. El que esté libre de secretos… que arroje la primera piedra”.

No se atreve a imaginar qué hubiese dicho su padre de haber leído esta novela. “Pero si pudiera, le preguntaría qué piensa de cómo yo lo veo hoy a él y, sobre todo, por qué se llevó a la tumba ciertos secretos”, concluye el novelista.