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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Un solenoide para huir del cuerpo

El rumano Mircea Cărtărescu narra en su última novela el diario de un escritor frustrado.

Tras las incursiones exitosas en el panorama literario europeo con su poesía y ensayo, Mircea Cartarescu (Bucarest, 1956) es sobre todo conocido por su obra en prosa, con obras como Nostalgia, Orbitor y Las bellas extranjeras. Ahora nos brinda su novela Solenoide, ya traducida y divulgada a nivel internacional y con la que la crítica ha certificado su reconocimiento como una obra capital en lo que va de siglo. El Solenoide que da título a la novela viene definido como “un polo magnético narrativo” que atrae todos los temas y obsesiones del protagonista, reordenados en un esquema piramidal, como lo sintetiza en el posfacio al final de la obra, Marius Chivu, estudioso de la obra de Cartarescu.

El rumano disecciona a unos personajes alrededor del protagonista –narrador innominado– que se mueven en el ámbito de lo real y de lo fantástico, con un imaginario friqui en el que el protagonista va contando, a modo de diario, todos los acontecimientos que le rodean –que plantea incluso el dilema de género que mejor la definiría (psicologista, automática, discursiva, etc); eventos desde antes de su nacimiento y los que va figurándose desde su infancia, hasta el momento en que toma conciencia de que su vida se centra en el diario de un escritor frustrado: profesor de literatura en un gris colegio estatal, lleno de piojos y de monotonía escolar.

Sin embargo, late constantemente su motivación vital, además de su modo de vida cotidiano (lee compulsivamente en la cama durante días y no en bibliotecas, a pesar de pasar horas en ellas), que viene dado por su condición de desdoblamiento esquizoide: de día ejerciendo la docencia y de noche escenificando y recreando un mundo paralelo onírico, fantasmagórico, como él mismo lo define.

Con ello, surge la pretensión central de su existencia, sirviéndose del paradigma del solenoide como instrumento del conocimiento: la fuga personal del cuerpo y de la realidad, y con esta “salida corporal”, alcanzar la salvación, a modo de “penetración en la epidermis de un Dios”. Todo ello se metaforiza en imágenes poéticas, en personajes irreales e increíbles, que tienen relación cuando le toca vivir la realidad típicamente esquizofrénica, de la cual no es consciente porque la vive patológicamente e, incluso, la proyecta con intención de impregnar a su entorno ya de por sí repleto de seres estrafalarios y como, si al unísono, vivieran todos en un delirio colectivo en el que se suceden vivencias tan extraordinarias como la levitación. Una ascensión de toda su ciudad (que recuerda al descrito por Torrente Ballester en La Saga/fuga de J.B), sustentada en el libro como agente instrumental para la “huida del cuerpo” a otra dimensión, produciendo “campos electromagnéticos que modifican las propiedades del espacio y de la percepción humana”, y constituyendo así el núcleo psicopatológico de su devenir por ese cerrado y claustrofóbico mundo del protagonista que, a la vez, le sirve para alterar y superar las leyes de la física.

A lo largo del extenso relato (algunas reseñas especializadas lo califican de tocho), hay constantes citas de escritores rumanos, reales o figurados (Arghezi, Minovici, Vaschide) que se confunden con los propios preferidos del autor (Kafka, Pynchon, Borges, Nabokov, Doctorow, etc.), así como de películas (Prometheus, Alien y el 2001 de Kubrick, entre otras). También se recurre en la narración a referencias anatómicas, patologías humanas (hermano gemelo muerto al nacer, tuberculosis con internamiento o intervenciones quirúrgicas), reflexiones oníricas, autoexploración del cuerpo –la pretensión vital del narrador es salir del cuerpo-cárcel– o al microdetalle (de mayor encuentra en su ombligo restos de cuerda-soga con que ataron su cordón umbilical).

Si hubiera que parafrasear en plan sinóptico este original libro, utilizaríamos el símil del protagonista cuando enuncia describiéndose como “mente revestida de carne”, consecuente con su desdoblamiento patológico. En suma, Solenoide es una novela compleja, con excelente traducción de Marian Ochoa de Eribe, profunda por los registros que maneja y extensa, en que lo cotidiano, descrito y retratado con minuciosidad, va desgranándose a través de sus 786 páginas, y en donde el protagonista vive una existencia que le lleva a sumergirse “en las profundas aguas del sueño” para estar “a resguardo de las aterradoras estrellas”. Lectura recomendable a realizar con sosiego y que invita a seguir a tan interesante autor, que con esta novela amplía su mundo de ficción, uno de los más ricos de los últimos tiempos para quien escribe estas líneas.

ALBERTO LLITERAS