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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«Una chica en invierno», de Philip Larkin

«Larkin muestra una exactitud muy inglesa para tratar las emociones, los lugares y las relaciones. Las notas que los críticos atribuyen a su obra poética bien podrían aplicarse a este relato: una mezcla estimulante de lirismo y descontento.»

Philip Larkin (1922-1985) es uno de los poetas ingleses más aclamados del siglo XX. Aunque al principio su producción literaria se limitó a la lírica, llegó a escribir cinco novelas, una autobiografía y hasta un manifiesto literario titulado Para qué escribimos. Una chica en invierno se publicó por primera vez en 1947 y fue concebida como la segunda novela de una inconclusa trilogía. La primera, Jill (ver Aceprensa, 26-09- 2007), representaba la inocencia y esta su pérdida.

La chica a la que se refiere el título es Katherine Lind y el invierno es uno de la II Guerra Mundial. Katherine detesta su trabajo como asistente en una aburrida biblioteca de provincias (el propio Larkin trabajó muchos años como bibliotecario en distintas universidades) a las órdenes de un jefe incompetente y desagradable en un país que no es el suyo (aunque nunca llegaremos a saber su nacionalidad).

Unos años antes, Katherine había estado en Inglaterra invitada por los Fennel, una familia compuesta por el matrimonio y dos hijos, Robin y Jane. La relación comenzó cuando desde el colegio de Katherine escribieron cartas a familias inglesas para practicar el inglés. Los Fennel la invitan a pasar con ellos unas semanas en verano. Son días felices y luminosos durante los cuales Katherine tiene una ambigua relación con Robin y regresa a casa sin saber realmente la naturaleza del vínculo emocional que ha surgido entre ellos.

Vuelve un tiempo después huyendo de un desastre que no se detalla. El ambiente es ahora frío. La luz estival se ha convertido en una oscuridad que pesa como la presencia de una catedral, como una ceguera. «Sus sentimientos parecían una bandada de pájaros que, en pleno vuelo de un extremo a otro de un campo cultivado, se detuvieran en el aire, temblando, equidistantes, para volver atrás». A pesar de todo, Katherine contacta con los Fennel y surge la oportunidad de volver a ver a Robin. Ella no tiene la certeza de lograrlo y se sumerge en sus sentimientos tratando de descifrar qué es lo que siente por Robin y qué cambios ha introducido en su vida. Conforme la novela avanza, el autor se centra más en el mundo interior de sus personajes, magníficamente descrito con una prosa que tiene la consistencia y delicadeza de un buen poema. Larkin muestra una exactitud muy inglesa para tratar las emociones, los lugares y las relaciones. Las notas que los críticos atribuyen a su obra poética bien podrían aplicarse a este relato: una mezcla estimulante de lirismo y descontento.

Junto con Katherine nos preguntamos si es posible conocer en profundidad a los demás, comprender qué es lo que sentimos por ellos y entender los motivos últimos de sus decisiones.

Por Vicente Trelles.