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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Miguel Cane sobre «Reina Lucía»: Una guerra de ‘ladies’

He aquí una novela romántica del s. XXI. Aproximadamente. Senta y Thomas se conocen en un bar de Berlín. Es un flechazo. Él es un prosaico informático y ella una mujer de la subclase intensa.

Él y ella se quieren mucho al principio y al tiempo dejan de hacerlo. La alemana Iris Hanika disecciona este romance urbano y veraniego con una mezcla bastante llamativa de énfasis y presunción. Diálogos teatralizados.El genial autor (1867-1940) es ahora rescatado del olvido por Impedimenta -los mismos que trajeron a usted las delirantes aventuras de la inefable Florita Poste en ‘La Hija de Robert Poste’ y su secuela ‘Flora Poste y los artistas’- con la flamante aparición de ‘Reina Lucía’, primera de la famosa saga de novelas de ‘Mapp y Lucía’, publicadas en los años veinte, y que causaron sensación en su momento por su mezcla de sátira salvaje y entretenido buen humor. La que hoy nos ocupa, en concreto, es de 1920 y es una novela ágil y divertida que describe la vida normal -o lo que se puede llamar «normal»- de un pequeño y próspero pueblecito cercano a Londres, llamado Riseholme.

En esta bucólica villa no hay grandes catástrofres, ni grandes dramas, pero nada ocurre en ella sin que antes lo sepa la formidable Mrs. Emmeline Lucas, a quien por su desenfrenado amor por todo lo italiano, todos en el villorrio isabelino (que de tan puramente isabelino es más isabelino que la época isabelina) conocen como Lucia y es la autoproclamada reina del pueblo. Su marido, Peppino (de nuevo no se llama así en realidad, es la versión italianizada de su nombre de pila, Joseph), en lugar de ser como muchos maridos de este tipo de mujeres ficticias inglesas, no solo no pasa de ella y de sus confabulaciones, sino que en vez de reñirla, activamente participa en ellas tanto como puede, cómplice de sus estrafalarias correrías. Alrededor suyo y de su casa giran los «súbditos» que son el resto de habitantes, como lo son Daisy Quantock, un ama de casa adinerada cuya vida es una búsqueda perpetua de lo novedoso y exótico y el estrambótico Georgie Pillson, cuyas grandes pasiones incuyen el bordado y las sonatas de piano de Mozart.

Todos le rinden pleitesía a este árbitro de lo ‘in’ y lo ‘out’, con la excepción de la aristócrata local, que va un poco -no demasiado- más a su aire. Lo que dice la reina Lucia nadie lo cuestiona… al menos en público. Pero el caso de Lucia es uno de esos de «dime de qué presumes…» y cuando una eminente cantante de ópera se instala en el pueblo y, sin saberlo, se salta todas las reglas tácitas del juego y pone a Lucia en evidencia, la estabilidad emocional de Riseholme está a punto de verse muy afectada por la elefantina rabieta que suscita en la protagonista. A eso, por supuesto, hay que sumarle las pequeñas rivalidades de los súbditos y los esfuerzos que de vez en cuando alguien hace por sentarse en el trono real, aunque sea sólo por unas horas. Es así como llega al pueblo un supuesto gurú muy aficionado a empinar el codo, que les da clases de yoga (yoga para los habitantes de Riseholme en 1920 es el epítome del exotismo): la guerra entre Daisy y Lucía por manejar al ‘gurú dear’, será de proporciones épicas, como las carcajadas que soltará el lector conforme avanza la agilísima lectura de esta novela que inaugura un nuevo ciclo en la editorial y que ofrece a futuro (bastante cercano) la aparición de Miss Elizabeth Mapp, la archirival de Lucía, en una serie de historias que atraparán al lector y que demuestran que el humor nunca está reñido con la buena literatura. Un regalo de ‘reentré’ ideal para el fin del verano.