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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Una mirada literaria a los océanos – La Verdad – «Oceanarium», de Teagan White y Loveday Trinick

Libros. La marea del mercado editorial arrastra hasta las librerías varios volúmenes sobre las maravillas de las profundidades y la historia de las rutas marítimas

Quien ha contemplado al-guna vez la elegancia con la que una raya se mue-ve en el agua, o cómo cambia de color un pulpo cuando siente la presencia amenazadora de nuestra mano, ya nunca podrá sacudirse de encima la atracción del fondo marino. De sus maravillas y de sus misterios. Siempre hay mucho más de lo que vemos, siempre salimos a la superficie con la certeza de que allá abajo nos dejamos un mundo secreto que nunca podremos dominar. Los libros nos ayudan al menos a conocer a las criaturas que danzan en silencio en ese universo líquido que ocupa el 71% de la superficie del planeta y que a lo largo de los siglos ha sido decisivo en la expansión de la cultura y el comercio. En las librerías con-viven ahora mismo tres volúmenes recién publicados que nos toman de la mano para invitarnos a una inmersión literaria en las profundidades.

«Necesitamos sociedades que estén alineadas con el territorio en el que viven, que respeten el valor intrínseco de la naturaleza independientemente de su utilidad para los humanos. Y que en-tiendan que un realineamiento de la actividad humana con la naturaleza no solo es esencial para la supervivencia de nuestra especie, sino también para solucionar nuestros problemas como in-dividuos y como comunidad». Palabra de Teagan White (Chicago, 30 años), ilustradora y naturalista, autora de los increíbles dibujos de Oceanarium (Impedimenta), una lujosa publicación en car-toné y gran formato (27,5 x 37,5 cm) que recoge doscientos habitantes de los océanos con explicaciones didácticas de Loveday Trinick, bióloga marina en el Fon-do de Conservación Oceánica en el Acuario Nacional de Plymouth (Reino Unido).

Las ilustraciones de Teagan White, trazadas a lápiz y pinta-das con acuarela, evocan los dibujos de los naturalistas pioneros que recorrieron montañas, selvas y marismas en el siglo XIX para retratar una flora y fauna desconocida y sorprendente. La influencia de John James Audubon (Haití, 1785-Nueva York, 1851), que plasmó más de 400 aves de Norteamérica en su hábitat, es indudable en unas láminas dignas de exponerse en un museo de historia natural.

Los textos de Loveday Trinick, traducidos por Lorenzo F. Díaz, aportan detalles curiosos, como que el corazón de la ballena azul –el animal más grande que ha vivido en el planeta, con casi doscientas toneladas y treinta metro de longitud– tiene el tamaño de un coche pequeño. Otro dato que se aprende en las páginas de Oceanarium: los cefalópodos tienen tres corazones y sangre azul por la presencia en su organismo de una proteína denomina-da hemocianina.

—Miguel Ángel Ruiz, La Verdad Suplementos.