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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Reseña: «Agujero», de Hiroko Oyamada – El Imparcial

Ryūnosuke Akutagawa (1892-1927), padre de la moderna narrativa japonesa, dio su apellido al más prestigioso de los galardones literarios nipones, entre cuyos premiados suelen entrejuntarse tanto jóvenes promesas como firmas más consolidadas. Sin duda, los premios Akutagawa son un buen termómetro para calibrar la temperatura de las letras niponas actuales y, afortunadamente, cada vez son más las editoriales españolas que se hacen eco de las obras más destacadas, las cuales apaciblemente se abren camino por nuestras librerías con ediciones cada vez más cuidadas. En especial tienen buena recepción aquellos títulos con destellos de realismo mágico japonés y que se cobijan bajo la alargada sombra de Murakami.

Es este el caso de Agujero, de la escritora Hiroko Oyamada, que Impedimenta promociona en su contraportada con este reclamo: “con mundos que parecen sacados de un relato de Haruki Murakami”. Es cierto. El sintoísmo, la religión autóctona de Japón en donde todo son espíritus, o kami, empapa cada hoja del libro como fiel reflejo de la mentalidad japonesa, lo cual para los lectores occidentales funciona como un amplificador del mundo fantástico de la autora. En Agujero, Hiroko Oyamada se nos presenta como una extraordinaria observadora de la realidad cotidiana, con una nitidez capaz de alcanzar su trasfondo sobrenatural.

No solamente con la vista, también con todos los sentidos: gusto, olfato, tacto y oído. El libro se compone de tres relatos. Agujero es el principal y más extenso, narrado desde la perspectiva de una mujer casada que abandona su trabajo para instalarse en la casa de sus suegros tras un traslado de su marido. La historia transcurre en el campo, bajo el intenso sonido de las chicharras, y enseguida traspasamos desde un mundo anodino a otro misterioso y enigmático. Un buen texto para leer a la sombra de la casa del pueblo en las vacaciones estivales. Después de Agujero encontramos otros dos relatos, Sin comadrejas Una noche en la nieve, que mantienen una gran unidad estilística. La traducción de Tana Oshima nos presenta bien la voz y el tono, elegante y perspicaz, de Oyamada y trata con mimo algunos detalles del relato, que, justamente por haber sido escrito como con una lente de aumento, no permite imprecisiones.

La traductora, con este fin, recurre en varias ocasiones a notas al pie, en la mayoría de las ocasiones para términos gastronómicos, como odendonburitakanamanjusenbeimyoganattohojichaokara, esto es, un léxico gastronómico más allá del sushi o sashimi, que es necesario mantener para conservar el sabor de cada relato. Oyamada, de 38 años de edad, muestra una plena madurez literaria y sin duda es una escritora que va a tener largo recorrido. Siempre en la historia de la literatura japonesa, desde los tiempos del Genji Monogatari o de El libro de la almohada, las mujeres han tenido un protagonismo excepcional, que renace en nuestros días. Simplemente tomando como referencia los premios Akutagawa, después de 2013, cuando Oyamada fue distinguida, han sido galardonadas Tomoka Shibasaki, Yukiko Motoya, Sayaka Murata, Chisako Wakatake, Yuka Ishii, Natsuko Imamura, Haneko Takayama y Rin Usami.

Oyamada es sensible a los debates sociales que existen sobre la posición de la mujer en el mundo laboral y sus obligaciones en el seno familiar. En Agujero se cuestiona este modelo desde una sensación de desarraigo, como la que también se respira en La dependienta (Duomo, 2019) de Sayaka Murata, otra lectura imprescindible. También los artistas reflejan este malestar y desasosiego con la sociedad japonesa actual, como pudo verse en el madrileño Palacio de Velázquez en los inquietantes cuadros del pintor Tetsuya Ishida, en la exposición Autorretrato del otro organizada por el Museo Reina Sofía en 2019.

—David Almazán Tomás, El Imparcial.