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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Entrevista: «Por su falta de utilidad, la poesía es lo único incorruptible que existe» – «Poesía esencial», de Mircea Cărtărescu – El Cultural

Antes que el magistral narrador que conocemos ahora, que ha conquistado a críticos y lectores de todo el mundo, el escritor rumano fue un joven poeta que halló en la creación de versos el camino para cambiar el opresivo mundo en el que creció. Las piezas de esta Poesía esencial (Impedimenta), seleccionadas por el propio autor, que visitará España la próxima semana, construyen una realidad paralela pensada para sustituir a la misma vida.

“En mi época de estudiante participé en dos cenáculos literarios extraordinariamente creativos el Cenáculo del Lunes y el Cenáculo Juventud, donde conocí a los jóvenes autores de mi generación. Fue un encuentro que cambió mi vida y mi forma de escribir”, recuerda Mircea Cartarescu (Bucarest, 1956), el máximo exponente de las letras rumanas actuales, que con sus relatos y novelas ha alcanzado galardones y lectores que nunca imaginaría aquel joven que regresó del servicio militar “con un profundo deseo de escribir poesía sumido en el anonimato y la soledad. Fue la experiencia más dura y humillante de mi vida, casi acabó conmigo”.

Sin embargo, su monumental poema La caída, un auténtico manifiesto escrito “con el deseo de componer mi propio La tierra baldía, de abarcar el mundo entero en un poema”, se convirtió en un hito tan importante que le aupó a la cima de ese grupo de jóvenes que cambiaría para siempre el universo literario de su país.“Aunque vivíamos en un oscuro rincón de Europa, no teníamos ninguna clase de complejos culturales: nos considerábamos ‘los mejores poetas del mundo’ e intentábamos, siguiendo las huellas de Rimbaud y Lautréamont, del surrealismo y las vanguardias o de la Generación Beat, Bob Dylan y los Beatles, cambiar el mundo de manera radical, llevar la poesía a la calle y dotarla al mismo tiempo de fuerza y brillo”, defiende.

Pregunta. Tenían una clara conciencia de generación, un afán de rupturismo con lo previo, ¿por qué era tan evidente y contra qué luchaban a nivel artístico?

Respuesta. La Generación de los 80 fue un fenómeno estético dotado de la fuerza de un tsunami: todos los poetas jóvenes de la época realizaron un esfuerzo fantástico por cambiar la poesía rumana, que hasta ese momento era demasiado sumisa y hasta bucólica. La poesía que cultivamos en los años 80 es la más libre que se pueda imaginar, nacida, paradójicamente, en la época más negra de la dictadura.

P. ¿Cómo era escribir en aquellos años bajo el imperio de la censura?

R. El Cenáculo del Lunes, la principal arena de la poesía libre de aquellos momentos, fue clausurado finalmente “pour cause de subversion”, como escribí en 1987 en la revista francesa Libération. Nuestros poemas eran ciertamente subversivos porque, en una dictadura, cualquier chispazo de pensamiento libre podía hacer estallar el barril de pólvora. Muchas veces esos poemas se dirigían de modo expreso contra el régimen totalitario, otras veces eran parábolas más o menos transparentes sobre la situación política intolerable de aquellos años, marcados por la miseria, el hambre y el terror. Fue una época muy dura, pero nosotros vivíamos felices en la poesía, el amor el alcohol y la música rock. Sin embargo, la censura oficial era una carga muy pesada para todos los escritores. Ningún libro aparecía íntegro en aquella época, sino severamente mutilado.

P. En los relatos deEl ojo castaño de nuestro amor describe mucho de ese mundo en el que imperaba un hambre voraz de libertad. ¿Por qué era la poesía el vehículo para expresarla?

R. Por aquel entonces la libertad significaba para nosotros “el mundo occidental”. Las gasolineras, los supermercados, las autopistas, los aeropuertos que llenaban nuestros poemas expresaban sobre todo la necesidad de escapar de la catástrofe comunista, de la uniformización orwelliana, de la mentira y la incompetencia que todo lo permeaban. Soñábamos con un mundo diferente, más creativo, más loco, más joven, como el mundo norteamericano de esa época, tal y como lo imaginábamos nosotros. Si Gingsberg y sus camaradas luchaban contra un establishment de derechas, nosotros lo hacíamos contra uno de izquierdas, más opresor aún si cabe. Porque bajo el discurso de izquierdas, el comunismo rumano fue un fascismo en toda regla.

P. Ahora que ya no hay Este ni Oeste ¿cuáles cree que son los grandes males de nuestra civilización europea? ¿Qué añora del mundo de su juventud?

R. En el periodo comunista ni siquiera teníamos pasaporte, nadie esperaba salir algún día de la cárcel que era Rumanía. El derecho a viajar, algo tan natural hoy en día, se consiguió gracias a la trágica muerte de mil personas durante la revolución de 1989. Mi primer viaje al extranjero tuvo lugar en 1994, a los 34 años y fui directamente a Nueva York. Es difícil imaginar el shock cultural que sufrí. El poema “Occidente” refleja ciertamente mi desesperación cuando me vi suspendido entre dos mundos, incapaz de adaptarme a ninguno de ellos, como los Reyes Magos del poema de T. S. Eliot, que no podían seguir siendo paganos después de ver el Nacimiento, pero que tampoco podían convertirse en cristianos. El tema de este poema es el ataque de pánico ante la libertad de alguien que ha vivido siempre en una cárcel.

SI ES BELLEZA ES POESÍA

P. Ha dicho que “ser un poeta de verdad, y no solo alguien que compone versos, supone ser capaz de ver la vida como un todo”. ¿Para usted toda la literatura es poética?

R. Un texto que no sea poético no merece siquiera ser leído. No existe la prosa realista. La lectura de una novela merece la pena por la poesía que contiene. Balzac merece ser leído porque fue un gran poeta de la condición humana, no porque “compita con la realidad”. Al igual que Tolstói y que cualquier otro escritor “realista”. Los grandes escritores han sido siempre poetas, desdeHomero a Thomas Pynchon. Pero yo añadiría algo más: los grandes matemáticos, físicos, biólogos, filósofos o teólogos también son poetas. Sus textos contienen la belleza y la gracia de los movimientos del pensamiento que encarnan la poesía. E=Mc2 es un gran poema, tal vez el más excelso de la humanidad. Y más aún: cualquier gesto bello, estético, ético o religioso, el brillo de un mechón de cabello al sol, el auxilio a alguien con problemas, la devoción por lo desconocido e incomprensible… todo eso es una poesía tan importante como la de Safo, Catulo, Rilke o Bukowski.

Reconoce Cărtărescu que siente cierto temor ante el hecho de que sus poemas no son en absoluto fáciles de traducir. “Viven en la atmósfera especial de la lengua rumana, en esa cultura rumana tan poco conocida… Son intertextuales, irónicos, utilizan el ritmo y la rima. Es un acto de heroísmo para cualquier traductor intentar verterlos en otra lengua”. Sin embargo, espera que los de esta selección, “conserven su poder de convicción. Yo leo con inmenso placer a Lorca, aunque estoy convencido de que, al no ser español, me pierdo muchos matices de su poesía, que es inmensa. Eso alimenta mis esperanzas con mis pobres poemas”.

Además del citado poeta granadino, “cuyo libro Poeta en Nueva York me persigue incluso en sueños”, el escritor salpica esta antología de referencias a autores en español como Sábato y Cortázar y asegura leer “con inmenso placer a Neruda, a Borges (igualmente extraordinario como poeta) o a Octavio Paz. De los clásicos me resultan familiares Góngora, Quevedo, San Juan de la Cruz… En Rumanía, el conocimiento de la literatura española y latinoamericana es toda una tradición. Pocas son tan estimadas y admiradas en mi país”, apunta.

P. En sus poemas se da mucho un choque entre el mundo onírico e intelectual y la realidad cotidiana, ¿son dos universos distintos?

R. ¿Qué es real al fin y al cabo? Cuando soñamos, lo real es el sueño. Cuando vemos una película, lo real es la película. Cuando leemos un poema, ese poema sustituye a la realidad. La realidad es un producto de nuestra mente, al igual que los sueños y las obras de arte. Yo estoy convencido de que vivimos inmersos en una obra de arte, tal y como viven la Mona Lisa o la joven de la perla en sus cuadros, o los que se besan en la escultura de Rodin. Somos criaturas de un artista de rango superior y nosotros intentamos también ser creadores, en una serie infinita de simulaciones y estimulaciones de la realidad. En mis poemas he intentado recurrir a todo el material, real o imaginario, sensorial o conceptual, místico o visionario, que la vida me ha ofrecido. Mi poesía expresa todo, todo a la vez, procurando ser al mismo tiempo ese “undr” borgesiano, es decir, “la maravilla”. Porque si no se expresa la maravilla, uno ha escrito en balde.

EL REGALO DE SER EUROPEOS

P. Decía Adam Zagajewski que la poesía ya no está de moda porque “ya no está en el centro de la vida común”. ¿Sería necesaria que lo estuviera como en su juventud?

R. Gracias a Dios que es así. La poesía no tiene nada que hacer en el centro del mundo. Está bien que solo sobreviva, que sea ignorada, que la gente parezca haberla olvidado o que incluso la desprecie. El aire no es el centro del mundo y lo ignoramos en nuestra vida cotidiana. No somos conscientes de que si nos faltara solo cinco minutos desapareceríamos. Así de ubicua e invisible es también la poesía. A un maestro zen le preguntaron cuál era el objeto más valioso del mundo y respondió: “Un gato muerto, porque nadie puede ponerle precio”. La poesía es el gato muerto de nuestra época. Cuando todo se calcula en dinero o en poder, la poesía es lo único que se sustrae de ese circuito y de cualquier vínculo con la fealdad y la mentira humanas. Precisamente por su falta total de utilidad en un mundo utilitarista y mercantil es el único valor incorrupto e incorruptible.

P. Le parece “un milagro que todavía se pueda publicar un libro de poesía en un mundo donde la gente tiende a volverse analfabeta de nuevo”. ¿Realmente está Europa dilapidando su capital cultural?

R. Europa es el mejor de los mundos de hoy, ese en el que me siento verdaderamente en casa. La columna vertebral de Europa, más allá de sus tragedias históricas, es su fantástica cultura y su espiritualidad, su humanismo primordial, su moderación y su decencia ante todos los individuos. Si perdemos este regalo que nos han hecho nuestros antepasados, no merecemos seguir llamándonos europeos. He estado siempre en contra de toda clase de discriminación, pero no me resultan simpáticos los extremismos histéricos de izquierdas y derechas, la reescritura del pasado, la destrucción de las estatuas, la censura de los libros, la promoción del resentimiento. La cultura no es un peón de los juegos ideológicos, sino un órgano vital de la humanidad con el que nunca se debería jugar. Espero que Europa se reagrupe bajo el signo del humanismo y que resista a los vandalismos. Sería una pena que no fuese así.

P. Hace dos años me dijo que “el poeta es el hermano gemelo del profeta”. ¿Qué profecías vertidas en sus versos ha visto cumplidas?

R. Las profecías son tan oscuras como los sueños y las obras de arte. Hay“obras abiertas”, parafraseando a Eco.No profeticé en mis primeros poemas la caída del comunismo, ni el 11-S, tampoco la pandemia. Pero los que lean algunos versos de mi Poesía esencial tal vez sientan un escalofrío en la columna, que equivale al cumplimiento de una profecía. Tal vez vislumbren en ellos un mundo nuevo.

—Andrés Seoane, El Cultural