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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

La historia de Tokio, según el fantasma de un pobre mendigo – «Tokio, estación de Ueno», de Yū Miri – La Razón

Comienza este libro en Ueno, la estación de Tokio que aparece en el título, y ya desde las primeras líneas se tiene la impresión de haber entrado en un mundo irreal del que surge una voz que se pregunta a sí misma quién fue, alguien que recuerda y desde el primer momento asocia su vida con dos palabras clave que se repetirán a lo largo del libro: el dolor y la pobreza. Frente a la estación se despliega un enorme campamento de lonas azules que se sujetan con dificultad a los árboles. Allí viven los sintecho que llegan en tren desde el campo empobrecido y los pueblos más olvidados de Japón. Sobreviven en Tokio con trabajos precarios, explotados y mal pagados, pero aun así no dejan de mandar la mayor parte de lo que ganan a la familia. Cuando hay un gran acontecimiento o tiene lugar una visita de algún miembro de la familia imperial, el campamento es desalojado violentamente por la policía hasta que todo queda limpio y ordenado. Kazu, el narrador y protagonista de la historia, nació en 1933, el mismo año que el emperador, emigró para trabajar en la construcción de las pistas de los Juegos Olímpicos de Tokio de 1964 y se quedó a vivir para siempre en el campamento, para siempre, porque es su espíritu el que va contando al lector los grandes acontecimientos del país mezclados con su humilde historia familiar.

El lado humano

El modo en que la escritora japonesa Yu Miri, nacida en 1968, va urdiendo recuerdos, historias e Historia es magistral, especialmente porque nunca deja de lado el aspecto más humano que va asomando cada momento: al lado de cada logro, detrás de cada triunfo, aparece el dolor que recibió al lector al comienzo. Se celebran los nacimientos de los hijos de los príncipes imperiales, todos lloran y rezan sus fallecimientos, pero Kazu llora a solas a su hijo, el niño que pasó un hambre que la familia imperial desconoce. Una inmensa tristeza se desliza en este libro, como si el Tsunami o la explosión de la central nuclear de Fukhusima acabaran de suceder impregnando cada una de sus páginas.

▲ Lo mejor: Su lenguaje sutil y la hondura de los sentimientos que describe lo convierten en una obra de arte.

▼ Lo peor: No podemos decir nada, se trata de una bella profundización en las tradiciones japonesas.