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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Una mirada fantasmal a las vidas vacía – «Tokio, estación de Ueno», de Yū Miri – La Lectura

Ganadora del National Book Award a una obra traducida, esta novela de la combativa escritora japonesa Yu Miri explora con ironía y sensibilidad las raíces de la pobreza y pone ante un crudo espejo a cualquier sociedad

LITERATURA REIVINDICATIVA

Hija de emigrantes coreanos, pertenece a la etnia Zainichi, la escritora acusó pronto el racismo japonés siendo víctima en su infancia de episodios de xenofobia y de acoso escolar que la empujaron a varios intentos de suicidio, situaciones que reflejaría en sus obras. Su primera novela, la semiautobiográfica El pez nadando en la piedra, 1994, se convirtió en el foco de una controversia ética y legal, y no pudo ser publicada hasta 2002.

La llegada del Emperador de Japón a cualquier zona del país siempre se vive con alegría, es un motivo de fiesta. ¡Qué puede ser más bonito que ver al Emperador! Incluso despojado de su naturaleza divina es hermoso verlo llegar, tan elegante y carismático, rodeado de su estupenda familia cuyas aventuras (nacimientos, bodas y muertes) se pueden seguir por televisión. Todo Japón está de acuerdo con el beneficio de su presencia, bueno, todo no, quedan bolsas de irreductibles descontentos, como los sin techo del parque de Ueno a los que la policía, en vísperas de la llegada, arranca de sus tiendas de campaña y desplaza unos kilómetros, hasta que la visita termina, para que el Emperador no vea «cosas feas».

Escandalizada por esta anécdota totalmente real la escritora Yu Miri (Tsuchiura, 1968) se decidió a contar la vida de un segmento de población generalmente desatendido por la literatura: el de los sin techo. Conviene señalar que no lo aborda como si fuese un problema social, examinado con frialdad desde el exterior, sino reproduciendo las vivencias de Kazu, habitante del famoso parque nipón, uno de los lugares culturales más efervescentes de Tokio. De manera que aunque abundan las descripciones sobre cómo viven, trabajan y pasan el tiempo en esta «comunidad», la novela narra cómo Kazu se convirtió en uno de ellos: como perdió su casa y cómo perdió a su familia.

Yu Miri cuenta la vida de su personaje como una cadena de privaciones, experiencias vacantes desplazadas por la necesidad de viajar por todo Japón buscando oportunidades de trabajo para mano de obra sin cualificar, horas y horas de esfuerzo físico. El álbum familiar de Kazu es una secuencia de vacíos en la trama de la vida: el regalo que no pudo hacer, las vacaciones que no pudo permitirse, el tiempo que no pudo pasar con su esposa y sus hijos, las fotos que no puede mirar su familia porque nunca pudo comprarse una cámara…

Yu Miri cuenta la vida de su personaje como una cadena de privaciones, experiencias vacantes desplazadas por la necesidad de viajar por todo Japón buscando oportunidades de trabajo para mano de obra sin cualificar, horas y horas de esfuerzo físico. El álbum familiar de Kazu es una secuencia de vacíos en la trama de la vida: el regalo que no pudo hacer, las vacaciones que no pudo permitirse, el tiempo que no pudo pasar con su esposa y sus hijos, las fotos que no puede mirar su familia porque nunca pudo comprarse una cámara…

Aunque acompañamos a Kazu en una caída por el dolor y la resignación, Yu Miri envuelve al personaje de lucidez y sensatez. Kazu podría ser cualquiera de nosotros en otras circunstancias. Su sensibilidad para la belleza del paisaje es extrema y su ansia por aprender (por la única vía que se le abre: las narraciones orales de compañeros más leídos o instruidos que él) muy acusada. No poder profundizar en la sensibilidad y en el conocimiento son dos pérdidas más de una vida entregada por completo a trabajar para conseguir el sustento.

Una sombría concepción de la pobreza recorre el libro, mucho más terrorífica que cualquier historia de fantasmas. El relato que el padre de Kazu hace de sus ancestros es demoledor: pese a que la familia se sostiene sobre una ética de trabajo estricta («Mis padres nunca faltaron al trabajo, ni por la mañana ni por la tarde. Nunca, ni cuando se encontraban mal»), el esfuerzo combinado de las generaciones (una sucesión de desplazamientos en busca de oportunidades para la mano de obra barata, como los animales que en medio de la sequía buscan desesperados una veta de agua), no ha conseguido mejorar su posición.

Yu Miri ha escrito un libro contra el dogma, nunca contrastado, de que el esfuerzo y la iniciativa permiten progresar (en lo económico y lo social) dentro de una sociedad: «Ser pobre era el mayor de los crímenes. Y el castigo por ese crimen era ser pobre. Antes de que uno volvía a cometer un nuevo crimen, y así estábamos, en un círculo vicioso».

—Gonzalo Torné, La Lectura