‘El Gabinete de los Ocultistas: El segundo caso de Julius Bentheim’ introduce una historia de misterio y una de amor mientras se plantean atractivos debates filosóficos.

Hay dos tipos de personas: las que creen en las casualidades y las que no. La historia que se narra en El Gabinete de los Ocultistas: El segundo caso de Julius Bentheim (Impedimenta, 2021, con traducción al castellano de Elisa Martínez Salazar) se desarrolla gracias a una casualidad. El 31 de diciembre de 1864, un barón convoca una fiesta de fin de año en su casa. Uno de los invitados no puede asistir, por lo que cede sus dos invitaciones a dos conocidos: Julius Bentheim, investigador de veinte años, y a su amigo Albrecht Krosick. Una vez en la casa del barón, un grupo de trece personas, entre ellos Bentheim y Krosick, celebra una reunión de espiritismo con una médium. Al final de la noche, se produce una muerte, a la que sucederán otras y que se relacionarán con esta enigmática sesión esotérica.

A partir de esta sesión, Krosick propone fundar el Gabinete de los Ocultistas, donde trece personas celebrarán con frecuencia reuniones espiritistas. Mientras, su amigo Bentheim investiga qué ocurre y por qué se han desatado las muertes entre los invitados que asistieron a la primera reunión. Esta novela gótica de Armin Öhri (Liechtenstein, 1978) que se mueve entre lo insólito y lo fantástico no penetra en lo que ocurre en la sesión, sino en lo que sucede después, en las investigaciones en torno a las muertes y en el amor prohibido que Julius siente hacia una chica.

Hay un contraste de caracteres entre Julius, un chico racional, sensible y responsable, y Albrecht, que es despreocupado y alocado. Cuando el policía rural empieza a atribuir la muerte a la sesión espiritista, Albrecht piensa que el mundo de las ciencias, tan difundido en Berlín, de donde él procede, no lo está tanto en las poblaciones rurales prusianas como aquella donde han celebrado la fiesta de fin de año. Albrecht es vulgar cuando habla y Julius parece sentirse incómodo cuando lo hace delante de él. Además, Julius es reservado, pero tiene cuitas amorosas y conflictos internos porque siente amor hacia Filine y deseo hacia Adele.

Esta novela trata temas como la fatalidad, el amor, la huida o la represión que la religión o las creencias ejercen sobre la población. Hay personajes, como el padre de Filine, que critican la lujuria y el deseo carnal, como el que él supone que siente Julius hacia su hija. Por otro lado, hay personajes que critican a la religión y a sus métodos represivos en la época. A través de sus estudios de jurisprudencia y de su pensamiento filosófico, Julius explora la fina línea entre cultura y barbarie y cómo las personas supuestamente civilizadas pueden cometer atrocidades.

Con la celebración de la sesión espiritista se pone a prueba la racionalidad y la credulidad de los invitados y de las autoridades. La historia plantea debates sobre cuánto sabemos realmente de la vida, qué son los sentimientos o qué es real y qué no. El Gabinete de los Ocultistas alterna la historia de Julius y Albrecht como investigadores y testigos de diferentes muertes con la de Filine. Además, en el último capítulo, el gabinete se ha hecho famoso y aparece una figura célebre de la época como colofón a la historia.

Esta novela introduce una historia de misterio y una de amor mientras se plantean atractivos debates filosóficos. Sin embargo, el modo en que se resuelven los conflictos de la historia y se suceden las muertes y la investigación otorgan, a mi parecer, poco interés a la historia, donde predominan los personajes de Julius y Albrecht. Uno de los personajes le dice a Julius que es «posible que todos seamos meros personajes en la historia de alguien». ¿Y si fuéramos personajes secundarios en la nuestra propia?

—Mario Guerrero, 2 de julio de 2022