cabecera 1080x140

Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Lamentos y baladas colombianas: ‘Mataron a mi papá’ – «La fruta del borrachero», Ingrid Rojas – Scherzo

Leí hace unos años esa novela que, valga la hipérbole, hemos leído todos: El olvido que seremos de Héctor Abad Faciolince. Con este breve y muy intenso libro no inauguraba Héctor un género, creo que ya existía sin saberse, pero el mundo le dejó por fin sitio para que se viera. Para que se viera bien tanto el fenómeno como el género literario que de repente se había establecido como tal, sin que nadie mediara. El género podríamos denominarlo de muchas maneras, pero no se me ocurre ninguna con tan solo una palabra. Lo llamaría Mataron a mi papá, y precisaría de un subtítulo que aclarase de lo que se trata: ‘narraciones colombianas’. Es posible que tenga mucho que ver la paz acordada, por precaria que sea (esto es, aunque no sea ‘total’). Pero el fenómeno está ahí.

Veamos cuatro títulos sobre el fenómeno. Son baladas, son narraciones, son cuentos en primera persona. Son lamentos, pero mucho más doloroso que los cantos del Renacimiento y el primer Barroco. Los tres primeros, son narrativa de quienes quedaron sin padre por asesinato. El cuarto elabora una mitología que puede ser comparable a la de García Márquez, pero con un personaje que podría ser pariente de Pedro Páramo. Suelen ser los paramilitares los que matan a papá, generalmente por una interpretación extensiva del comportamiento de la persona a asesinar, ajusticiar (valga, si quieren como sarcasmo, esta terminología jurídica: interpretación extensiva, esto es, no restrictiva de una norma).

Ingrid Rojas Contreras: La fruta del borrachero. Impedimenta. Esta narración está escrita en inglés; porque la familia de Ingrid logró exiliarse a Estados Unidos después de que mataran a su papá. Traducción de Guillermo Sánchez Arreola. La excusa ideológica existe, desde luego, pero empieza a no tener credibilidad. Hay intimidad entre la hija y una de las criadas, y esa criada, lo sepa o no, quiera o no, es una avispona, esto es, la que localiza y da información sobre el lugar a asaltar. La marcadísima desigualdad colombiana, secular, ya no da lugar solo a partidos políticos, sino a delincuencia organizada pura y simple. “Los colombianos tenemos un delirio por lo VIP, lo exclusivo y excluyente” (escribe Melba Escobar en un libro que cito más abajo).

Santiago Martín Bermúdez, Scherzo, 21 de julio de 2022