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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Rompiendo la cuarta pared – «Caso clínico», de Graeme Macrae Burnet – La Nueva España

Graeme Macrae Burnet recurre a un juego metaliterario para construir «Caso clínico», un «thriller» complejo y reflexivo

En el prólogo de «Caso clínico», Graeme Macrae Burnet relata cómo llegó a sus manos la historia que vamos a encontrar en este libro. En 2019 recibe un correo electrónico de un tal Martin Grey contándole que obraban en su poder varios cuadernos manuscritos por su prima. En los diarios podría hallar una serie de acusaciones hacia el psicoterapeuta Collins Braithwaite, personaje sobre el que Burnet había escrito en el pasado.

Macrae Burnet lee los cinco cuadernos del tirón en un día: los testimonios que se narran en ellos son absorbentes. Pero le falta alguna prueba que demuestre que esas memorias son verídicas. ¿Y si es todo una fábula de Martin Grey? Aunque, bien pensado, ¿qué importa que la información que contienen sea verídica para crear con ella una obra de ficción? Así que, de un modo u otro, Macrae Burnet se lanza a la escritura de Caso clínico con los datos que posee.

Al igual que sucedía en su primera novela, La desaparición de Adèle Bedeau (2013), descubrimos de nuevo un planteamiento de muñecas rusas en el que el lector debe aceptar el juego con el objeto de adentrarse en la narración. Si la información volcada en el prólogo es cierta o no, es irrelevante para la lectura del libro. Aunque es verdad que no nos desprenderemos nunca de la duda constante acerca de si lo que estamos leyendo ocurrió en realidad y, gracias a ella, mantendremos Graeme Macrae Burnet recurre a un juego metaliterario para construir Caso clínico, un «thriller» complejo y reflexivo el interés por la trama en todo lo alto.

Rebeca Smyth –con i griega, como bien se dedica a puntualizar cada vez que se presenta– es un personaje de ficción creado por la autora de los diarios que Macrae Burnet transcribe aquí. Desconocemos quién se esconde detrás de este apodo, aunque conocemos los motivos de su elección (Daphne du Mauriery su novela «Rebeca» son nombradas y además resultan más que evidentes). Rebeca escoge un nombre diferente al suyo para asistir a la consulta de Braithwaite. Quiere comprender las razones que impulsaron a su hermana a suicidarse tirándose a las vías del tren tras algunas sesiones con el psicoterapeuta. Está convencida de que fue coaccionada o sugestionada, ya que Verónica no era el tipo de mujer que acabaría con su vida.

La historia en primera persona de Rebeca será alternada con la biografía en tercera de Collins Braithwaite. De este modo, se busca contrarrestar el recurso del narrador poco fiable porque la duda sobre el personaje de Rebeca es constante. Ella trata de crear una personalidad alejada de la suya, mucho más despreocupada, desenvuelta y atrevida. Sin embargo, en las sesiones con Braithwaite se cuelan una y otra vez recuerdos reales de su infancia. ¿O son fruto de su imaginación? ¿Un psicoterapeuta debería percibir esos engaños, o su diagnóstico debe fiarse de la imagen que proyectamos? Todo ello sirve para que cuestionemos la ficción dentro de la ficción. El autor tensa los límites del engaño hasta hacernos dudar a cada página y demuele la cuarta pared: rompe el pacto ficcional y nos muestra los hilos de la marioneta. Para aquellos que disfruten de juegos metaliterarios, esta obra es un divertimento. Pero si no quieres que tu status quo sea cuestionado, no te acerques a este libro.

—Marta Marne, La Nueva España, 29 de septiembre de 2022