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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Extranjera patria, patria en el extranjero – Kaos en la red – 9 de noviembre de 2022

La figura y la consiguiente leyenda del judío errante, el origen antisemita es claro, condenado a ir de un lado para otro por haberse burlado de Cristo en su camino a la cruz, ha dado lugar a muchas representaciones en el mundo de la pintura y los grabados, y, por supuesto, en la literatura… ¿cómo no recordar el genial retrato de Joseph Roth en su Judíos errantes?

Ahora ve la luz una obra que plasma la vida errante de no pocos judíos, en especial los componentes de una familia de tal condición, en huida ante las amenazas que les acosan, y en busca de un lugar en donde asentarse con cierta seguridad. Me refiero a «La particular memoria de Rosa Masur» de Vladimir Vertlib, editada por Impedimenta. El autor, nacido en 1966 en Leningrado, en la actualidad el nombre de San Petersburgo recuperado, acabó en Israel al emigrar su familia en 1971, para posteriormente trasladarse él a Austria que es donde vive en la actualidad, así pues no cabe duda de que sabe de lo que habla, y lo digo ya que los tintes autobiográficos no se ausentan en su prosa. Entre sus novelas, la ahora traducida ha sido galardonada con el Premio Adelbert von Chamisso y el Premio Anton Wilgans en 2001.

El panorama que traza la novela discurre a lo largo del siglo pasado de Rusia, en un entrelazamiento de la historia de una familia y la historia del siglo, iniciándose el recorrido en 1998, en un apartamento comunitario, lo que no significa que el pasado quede oculto, pues va desde los últimos años del zarismo y los preámbulos de la revolución rusa hasta la caía de la URSS… la narradora tira de moviola, del mismo modo que no se da una limitación a dicho marco ya que otras geografías son visitadas en la dispersión familiar…Canadá, Suecia, Francia, Alemania…precisamente en este último país, en un pueblito en el que se instalan, Gigricht, se prepara el 750 aniversario de la localidad, para lo que el ayuntamiento organiza un concurso, que lleva como título el que encabeza este comentario, a través del que se recojan episodios de la memoria del lugar, escritas por migrantes, para resaltar la integración de los venidos de otros lares; colaboración que será pagada con cinco mil marcos para quien consiga entregar alguna historia de interés; la señora quiere el dinero para pagar el viaje a su hijo con el fin de que éste visite la soñada ciudad de Aix-en-Provence. La abuela, judía nonagenaria ya, nacida en Bielorrusia en 1907, que consta en el título, Rosa Masur, haciendo caso omiso a las críticas de sus parientes, en especial de su hijo Kóstik y su nuera Frieda, se presta a narrar sus vivencias. La señora, no carente de un afilado sentido del humor, tiene una amplia historia que contar: prácticamente la entera del siglo y de los avatares de sus familiares, los que ella ha vivido en primera persona y los que le han sido relatados por sus antecesores, recibiendo los golpes de la historia, de los distintos poderes que han dominado su tierra, alemanes, polacos, soviéticos; las persecuciones, las revoluciones, las guerras locales y mundiales, y todos los dramas y tragedias resultantes. Desde su Bielorrusia natal, en el pueblito de Vitchi, en donde los pogromos eran moneda al uso, la vemos desplazándose a Leningrado, en los años veinte, liberada de las ataduras familiares y trabajando en diferentes oficios: obrera en una fábrica textil, para dedicarse después a la labor de traductora de alemán, directora de una colonia de vacaciones, con la banda sonora de las explosiones bombas a principios de los cuarenta. Madre de dos hijos, en la ciudad sitiada de Leningrado; más adelante ya en Alemania habrá de buscarse la vida y la de sus hijos, fabricando cola, tal vez mejor decir engrudo. para la colocación de papeles pintados. A la vez que ha de soportar las faenas de los vecinos, y con el peso del antisemitismo que perduró tras el fin de la contienda bélica, lo que le va a suponer ímprobas dificultades burocráticas para lograr la posibilidad de dar estudios a su hijo. El creciente antisemitismo también florece con fuerza en la Unión Soviética de Stalin…baste recordar el juicio de los batas blancas o las cuotas de estudiantes judíos en los centros escolares impuestas por las autoridades, a los que se alude en el libro.

La señora es locuaz, atípica se califica a sí misma, y su experiencia dilatada hace que encadene historias y personajes, respondiendo a las preguntas que le plantea un miembro de la alcaldía con el fin de llevar a cabo el relato de la inmigrantes rudo-judía, relato en el que irrumpen seres y hechos de lo más variopinto que van desde brujas, soldados, miembros de la nomenklatura, rumores de algunas prácticas de caníbalismo, contrabandistas, y toda una galería de personajes que la señora describe en su salsa, no cortándose a la hora de confesar su osadía y los riesgos asumidos a la hora de criticar lo absurdo de muchas de las consignas y decisiones venidas de lo alto, del gran padre de la patria; con éste por cierto, se cuenta que, mantuvo una entrevista para protestar por la detención de su hijo a causa de una falta de ortografía que fue interpretada como un insulto al secretario general…no será el único detenido ya que en la familia casi todos acabaron entre rejas por uno u otro motivo, cuando no muertos. A través de las historias somos llevados a la sinagoga y entramos en las costumbres propias de las comunidades judías. Nos son presentadas igualmente las diferencias en el seno de sus antepasados familiares: unos, fervorosos seguidores de un estricto judaísmo y optando por la huída del país y otros implicados en la lucha por la emancipación en las filas del Bund, partido socialista judío. A la mujer le toca tratar, en sus encuentros familiares y amistosos, con gente de bien distintas posiciones ideológicas y políticas, desde el rojo, con comisarios de la NEP, a blancos que luchan contra el poder bolchevique. Algunas de estas relaciones, juzgadas peligrosas, le van a suponer serios obstáculos, a pesar de sus conocimientos de diferentes lenguas, para conseguir trabajo.

El cuadro completo se va entrelazando sin conservar un orden lineal y cronológico, sino en salto de fechas y lugares, al tiempo que se dan cambios de la persona narradora, lo que no obstaculiza para nada el seguimiento de las historias, que se comportan como las capas de un jugoso hojaldre elaborado con ingredientes como el judaísmo, y su perenne carácter de perseguido, los problemas de identidad y la emigración.

—Iñaki Urdanibia, Kaos en la red, 9 de noviembre de 2022