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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Maryse Condé: «Veo en Jesús a un hombre que buscó la verdad» – El Mundo – 6 de febrero de 2023

La escritora guadalupana, eterna candidata al Premio Nobel de Literatura, convierte la vida de Cristo en un carnaval filosófico y caribeño en su nueva novela, ‘El evangelio del Nuevo Mundo’

El protagonista de El Evangelio del Nuevo Mundo, de Maryse Condé (editado por Impedimenta), nace en un establo y muere a los 33 años, tiene un padre adoptivo no muy relevante y otro natural, mítico y esquivo, se ve envuelto en algunos confusos episodios de sanación de los enfermos y es un pescador de enorme éxito. Es un idealista, tiene una relación amorosa de esas de a veces sí y a veces no con una prostituta y tiende a meterse en líos con las autoridades políticas. Se llama Pascal, que podría ser el nombre de un filósofo francés ilustrado, pero más obviamente remite a la Pascua. ¿A qué recuerda?

«Mi madre era muy devota. Iba a misa todos los días. Mi padre, en cambio, se declaraba ateo. Yo he recibido estas dos influencias contradictorias. De manera que, al leer la Biblia, no tengo la impresión de estar leyendo más que una colección de relatos apasionantes. Para mí la Biblia no es un libro religioso», explica Condé (Pointe-à-Pitre, Guadalupe, 1937), en un correo electrónico.

Hace cinco años, cuando su nombre empezó a aparecer entre los favoritos al premio Nobel de Literatura, la obra de Condé era casi desconocida en lengua española. Desde entonces, Impedimenta, su editorial, ha publicado sus libros al ritmo de uno al año. Memorias que representan unos infelices años 60, más o menos comparables a las de Annie Ernaux (Corazón que ríe, corazón que llora y La vida sin maquillaje); novelas que reconstruyen la historia oculta de las mujeres afrocaribeñas (Yo Tituba, la bruja negra de Salem); relatos mágico-realistas (La deseada)… Ahora, El Evangelio del Nuevo Mundo amplía y aligera la imagen de Condé.

Fotografía Ulf Andersen

La nueva novela de la autora guadalupana empieza como una comedia, llena de holgazanes, borrachuzos y bonachones, de personajes picarescos que en medio de sus peripecias de pueblo, hablan como filósofos griegos de la posibilidad de reformar la especie humana, de hacerla buena y generosa. Después, ese carnaval antillano en el que todo el mundo se disfraza de personajes del Nuevo Testamento da un giro y se vuelve una distopía en la que el idealismo se revela imposible. El último amigo de Pascal, un tío paterno llamado Espíritu, le dice que nunca conseguirá que los humanos sean buenos; lo único que puede hacer por ellos es dejarles un margen de libertad para que vivan como puedan.

«Esta es una visión pesimista de la realidad. Sin lugar a dudas. No lo niego», dice Condé. Y continúa: «No tengo ganas de hablar de mi vida. Aunque diré que he tenido que enfrentarme a las pruebas suficientes como para tener una actitud negativa. La vida, más que un regalo, es una serie de pruebas. Pascal piensa lo mismo que yo». Si a alguien le queda curiosidad, puede consultar las memorias de Condé, una niña bien que viajó a Francia para estudiar, que marchó a África en los años de la independencia para acompañar a algún marido no muy fiable y que tuvo que sobrevivir y salvar a sus hijos de los años del desencanto de la descolonización.

Su Pascal es un personaje un poco cómico y un poco trágico: le horroriza el rumor que corre en su isla de que es Cristo revivido, no le gusta cómo los demás le ven, se desespera con su padre, nunca consigue estar satisfecho con los textos en los que intenta plasmar sus pensamientos… Querría ser virtuoso pero es bebedor y le gustan mucho las chicas y holgazanear. Se parece a Jesús, pero es mucho más humano que divino.

«Escogí la vida de Jesús porque hacía tiempo que quería escribir sobre ese tema. Pero no terminaba de atreverme. Cambié de opinión cuando leí El Evangelio según Jesucristo de José Saramago, Sed de Amélie Nothomb y La infancia de Jesús de Coetzee. Estos libros me infundieron el valor para hacerlo. Aunque no escribí pensando en Jesús como Dios, sino considerándolo un hombre que se dedicó a buscar la verdad a su alrededor», dice Condé.

La escritora defiende que, en el fondo, en El evangelio del Nuevo Mundo pesa más la comedia que el desencanto. «Este es un relato paródico, es una manera, en fin, de reírse de la Biblia. Es una actitud que heredé de mi padre. El humor y la ironía son, a mi modo de ver, las mejores armas que posee un escritor. He intentado que el libro fuera divertido, al menos en parte». Por eso, el personaje que se disfraza de Dios padre se parece más a Julio Iglesias que al Pantocrátor de los frescos románicos. Por eso, la equivalente de la Virgen María se hace musulmana, Judas es un sindicalista que acaba de ministro, los romanos son franceses que no se enteran de gran cosa, Judea es el Bronx y Galilea es Recife. Como Jesús, Pascal viaja. Conoce un país de hombres justos que, en el fondo, es un totalitarismo odioso. Y, en sus últimos años, el consuelo que le queda es el de las flores que ha cultivado su equivalente de San José, que en vez de carpintero es esta vez jardinero.

Condé rechaza la tentación de interpretar en clave postcolonial su historia, en la que Francia, la metrópolis, ni siquiera aparece con su nombre. «Un libro siempre depende del estado de ánimo. Por ejemplo, recientemente me he enterado de que mi mejor amiga se está muriendo. Por lo tanto, si me pusiera a escribir, ahora mismo solo me saldrían palabras tristes. Es una cuestión de momentos e instantes».

—Luis Alemany, El Mundo, 6 de febrero de 2023