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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

En busca de la familia perdida… – Kaosenlared – 24 de abril de 2023

No está de más señalar que al principio del libro que traigo a esta página consta un orientador árbol genealógico, tanto materno como paterno, del narrador, de Alex Halberstard quien en su novela «Jóvenes héroes de la Unión Soviética. Memorias y cuentas pendientes», editada por Impedimenta y considerada como una de las mejores libros del año por distintos medio de comunicación del país al que llego con su familia a temprana edad y en el que culminó sus estudios.

En el seno familiar, de quienes le acompañaron al nuevo continente desde la Unión Soviética, había silencios bastante amplios, rumores que como murmullos aparecían con cuentagotas acerca de los olvidados, aquéllos familiares que habían quedado en su país; en especial el padre y el abuelo paterno. El interés por averiguar el pasado de tales seres, le viene impulsado además de por el propio interés genealógico, por el refuerzo que supuso la lectura, en una revista científica, de un experimento de laboratorio en el que quedaba demostrado como ciertas tendencias de rechazo se heredaban de padres a hijos, aun no habiendo sido los segundos sometidos al mismo condicionamiento que los primeros, en el caso de unos ratones a los que se hacía experimentar ciertos olores que les suponían repulsa, tal condicionamiento provocado persistía -como digo- curiosamente en las crías, que mostraban el mismo rechazo. Este caso, va a suponer, reitero, una invitación para el narrador de la novela de cara a intentar explicar los brotes depresivos y las pesadillas que le asaltaban a él mismo, que no había vivido mayor, ni menormente, las experiencias traumáticas que habían padecido sus familiares de más edad; y sin embargo…

El intento de explicar esta supuesta huella le va a empujar a ponerse en contacto con los familiares que no se han movido del Viejo Continente. Con su padre, Inna, había cruzado algunas cartas esporádicamente, que no contenían mayores explicaciones acerca de su vida, ni de su separación de quienes habían abandonado su país. La necesidad de reciclarse a una nueva vida, a un nuevo mundo hace que el interés le impulse a viajar al encuentro de su padre; si ya a través de su abuelo materno, Semión, con quien pasaba no poco tiempo, y a quien admiraba su entrega a las disciplinas científicas, había conocido algunas hazañas bélicas (no tan hazañas, sino más bien escalofriantes vivencias en el frente con la sangrienta acumulación de jóvenes cadáveres); el encuentro con su progenitor en tierras rusas, aunque a cuentagotas y tras sucesivas invitaciones para que aclarase las cosas, va conociendo algunas cuitas familiares. Logra, por otra parte, ponerse en contacto con su abuelo, Vasili, que había escapado de Rusia al ponerse las cosas feas para su futuro; siendo guardaespaldas de Stalin, y viendo cómo antiguos compañeros iban cayendo en desgracia, optó por desmarcarse. A través de dichas visitas va a ir haciéndose una amplia idea de la atmósfera asfixiante que se respiraba en la país de los llamados soviets: los judíos, el ambiente de delación entre compañeros que de la noche a la mañana pasaban a ser delatados enemigos, traidores y todo tipo de delitos, lo que suponía la cárcel, la deportación, o el fusilamientos. Su testimonio es realmente fiable en la medida en que fue un miembro cercano al núcleo de la nomenklatura, policial y política; somos puestos al corriente de las tensiones dentro de la OGPU (liego se la conocería con las siglas: NKVD,MGB o KGB) y de ésta con el Partido. La visión se completa con algunos relatos de su madre y abuelas que hablaban de las tensiones en las viviendas sociales y el absoluto adoctrinamiento, prietas las filas, que imperaba en las escuelas y en la sociedad en general, suponiendo la exclusión y mayores dificultades para sortear la existencia a quienes no se plegasen a las consignas del poder.

Otros viajes, por tierras lituanas y ucranianas vendrán (Kaunas, Utena, Vilna…), en los que, junto a su madre, llevará a cabo un trabajo realmente detectivesco con el fin de atar cabos acerca de los lugares en los que vivieron sus antepasados, sus trabajos, para ello buscaron conocidos de aquéllos y hurgaron en diferentes archivos municipales y otros. A través de estas tenaces indagaciones el centro de gravedad, realmente grave, se va a desplazar a los padecimientos padecidos por los judíos (como litvaks se les conocía en Lituania), objeto de salvajes progromos, de prohibiciones y de usurpación de sus domicilios y de su negocios, lo que les obligaba a huir de manera constante.

Resulta así el potente libro un rescate y ajuste de cuentas con la parte ocultada de la familia, con los secretos de algunos de sus componentes, mirada que de lo personal y familiar se amplía a lo colectivo, de lo familiar a lo social, en la medida en que aquellos tiempos oscuros, de los que hablase Hannah Arendt, afectaron a cantidad de individuos y familias. Las historias y la genealogía se completa con una sesentena de fotografías de la familia y de cada uno de sus miembros en diferentes momentos y actitudes de distintos momentos de sus vidas, lo que supone una mayor descripción panorámica.

—Iñaki Urdanibia, Kaosenlared, 24 de abril de 2023