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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

La diversión es constante

Ahora que las vacaciones escolares están en su apogeo y miles de alumnos llenan las playas olvidando lo aprendido durante el año, es el momento de comprar y disfrutar de ¡Abajo el colejio!, una divertidísima novela de los británicos Geoffrey Willans y Ronald Searle (el primero, escritor y el segundo, ilustrador).

Esta novela, que edita con acierto Impedimenta, es todo un monumento a las novelas humorísticas, que recoge la tradición de un personaje capital en la literatura juvenil británica como Guillermo Brown o más conocido como Guillermo el travieso, y antecede a otro pillastre como es el Pequeño Nicolás.

En este caso, ¡Abajo el colejio! apuesta por una vis más cáustica, en la que el protagonista es Nigel Molesworth, un irónico alumno del Colegio San Custodio. Bajo su perspicaz mirada disecciona a sus compañeros, profesores, asignaturas y costumbres escolares con una total y refrescante incorrección política y un texto plagado de faltas de ortografía.

Precisamente ese aspectos es quizá uno de los elementos más destacados del texto, que está escrito como lo haría un alumno muy poco aplicado y vago. Las faltas de ortografía se suceden con una insistencia que conforman un elemento más de esa visión sardónica de la educación juvenil. Este hecho es además un elemento que hace brillar aún más la labor del traductor, que se ha tenido que enfrentar con el desquiciante texto en inglés y trasladar esa ortografía a la versión española. el trabajo de Jon Bilbao es perfecto y el resultado es descacharrante.

¡Abajo el colejio! no deja títere con cabeza. Desde la primera página, una caótica sucesión de dibujos que atiborran las dos primeras páginas y que recuerdan a los habituales en muchos libros de nuestra infancia, el libro va desgranando en primera persona la visión irreverente de Nigel Molesworth sobre algo tan serio como la educación.

Baste leer frases como ésta sobre su descripción de la asignatura de Historia: «la historia enpezó mal y desde entonces ha ido a peor. Pasa como cuando a peason y a mi nos descubren cada vez que vamos a fumar al jardín. ¡sienpre caen los mejores onbres!». Así con faltas de ortografía y una visión heroica del alumno en su lucha constante contra la educación y los profesores.

La complicada relación con el resto de los alumnos, incluido la complicada convivencia con su hermano Molesworth-2 o el «barbilindo» fotherintong-tomas permite apreciar la notable fauna pergeñada por su autor en el colegio san Custodio.

El gran valor de este libro está en la mordacidad de su texto, que hace el difícil ejercicio de pensar como un joven alumno en un colegio británico de los años 50. De hecho, su éxito fue inmediato y se convirtió en un superventas durante los 50 y los 60. No es para menos. La diversión es constante.

Las ilustraciones que acompañan al texto son otro de los puntales de esta novela. El trazo limpio y caricaturesco de Ronald Searle sigue la estela del texto de Geoffrey Willans, ofreciendo dibujos que bien podrían haber sido fruto de un joven talentoso con el lápiz, pero no tanto con el estudio. su visión delirante de los profesores, de sí mismo como una especie de caballero en lucha contra el claustro de profesores o de la surrealista rebelión de las ciruelas no tiene desperdicio. Una maravilla que no sólo despierta sonrisas. También carcajadas.

¡Abajo el colejio! es uno de los grandes aciertos de impedimenta de esta temporada, que bajo una fachada de novela ligera y humorística, esconde una feroz crítica a un sistema educativo ensimismado y ajeno a sus alumnos.

Por Miguel Ferrary