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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«Unos años de prohibición vienen bien para escribir»

Alto y con una humildad que choca con su reputación como novelista, el checo JiriKratochvil (Brno, 1940) ha venido a España a presentar su novela En mitad de la noche un canto (Impedimenta).

Kratochvil es, en palabras de Milan Kundera, lo mejor que le ha pasado a la literatura checadesde 1989, y muestra de ello es esta obra maestra de humor absurdo, brutalidad y lirismo (la etiqueta realismo mágico se queda corta).
Kratochvilnos relata irónicamente las virtudes de haber sido un escritor secreto durante casi toda su vida.

¿Problemas con la censura?
Mis libros circulaban en copias clandestinas para unos pocos amigos. Pero durante todo este periodo de escribir sólo para el samizdat (el sistema de publicaciones clandestinas) me di cuenta de qué era lo que perseguía con mi escritura. Gracias a la prohibición supe con seguridad que no quería escribir por dinero o fama.

Pero sorprende que una prosa tan exuberante e imaginativa como la suya pudiera desarrollarse en los años más grises del comunismo, tras la primavera de Praga. ¿Quiere usted decir que la prohibición de publicar ayudó a su escritura?
No exactamente. La prohibición duró demasiado tiempo. Publiqué mi primer relato con 24 años, y desde entonces fui un escritor prohibido. De hecho, mi primera novela apareció cuando ya había cumplido 50 años. No quisiera defender las prácticas policiales de un régimen totalitario, pero no obstante, creo que a los escritores les vendría bien cierta prohibición durante un tiempo… Les recomendaría unos diez años.

¿Era difícil para usted llegar a la mejor literatura que se estaba escribiendo entonces?
A decir verdad, en la muy bien organizada disidencia literaria checa teníamos a disposición las copias mecanografiadas de los mejores libros extranjeros…

Llama la atención que buena parte de la literatura disidente (pienso en autores emparentados con usted, como el yugoslavo Danilo Kis o su compatriota Kundera) utiliza el humor como un arma subversiva. Un humor que pone del revés las convenciones sociales, pero también las de la novela.
El tema de la mayoría de mis novelas es la pesadilla del totalitarismo. Sin embargo, escribo sobre ella desde una perspectiva irónica. Lo trágico se convierte en un humor negro… muy negro.

Y tanto. Su novela comienza con una violación masiva, a la que siguen deportaciones, asesinatos, palizas… Todo contado con un humor rabelesiano que no rebaja en absoluto la brutalidad.
De hecho, son historias reales, con un fuerte contenido autobiográfico.

¿Cómo surgió su novela?
En mitad de la noche un canto surge de dos relatos independientes, la concepción, esa historia de la violación masiva, e historia policiaca, que tiene que ver con la persecución a mi padre durante la posguerra. La novela fue un encuentro surrealista de dos textos que aparentemente no tenían nada en común. Y eso contribuye a la rareza de que haya dos narradores, complementarios…

¿Y cómo fue recibida?
Cuando estaba terminándola, en 1989, se rumoreaba que la policía iba a acabar con los desobedientes. Nos querían llevar a campos de concentración. Así que, al terminar la novela, llevé varias copias a máquina a mis amigos, para que la escondieran. La publiqué en 1992. Desde entonces he vivido de la literatura.