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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Crossover al revés

Aunque ya conocimos hace años el éxito de libros infantiles (o juveniles) que fueron apropiados por los adultos -véase lo que ocurrió con La historia interminable de Michael Ende a principios de los ochenta-, hasta la llegada de Harry Potter no se comenzó a hablar tan abiertamente de este fenómeno.

Adultos que deciden que ellos también quieren pasárselo bien leyendo, o simplemente prefieren libros fáciles para su nivel de lectura. Pero no a todos los adultos les apetece mirar en los catálogos de la llamada literatura juvenil, plagada de temas de adolescentes que no van más allá de una trama de intriga, ni a todos los editores les gusta tener libros cuyas fronteras no están claras. El caso de Harry Potter fue el más ilustrativo porque muchas editoriales infantiles recharazon el manuscrito. Pero ocurrió lo mismo con la Historia de Sofía, una arriesgada aventura editorial que contó con un público amplio. En la actualidad hay editores jóvenes a los que les dan igual las etiquetas……y es algo para celebrar. Nos ha dado mucha alegría encontrar todas las historias de Pippi Calzaslargas en una preciosa edición de la mano de Blackie Books.

La tan querida Pippi, que estaba bastante olvidada en estos tiempos en que tanto la necesitamos, nos devuelve el gusto por la improvisación y por el «a ver cómo sale de esta» que nos encanta. El carácter antiautoritario de la protagonista, creado expresamente por Astrid Lindgren para protestar contra un sistema educativo con el que no se identificaba, no fue muy bien aceptado en la época en que se escribió (1945). De hecho fue un libro rechazado por muchas editoriales a las que les hacía llegar el manuscrito con una nota: «con la esperanza de que no alarme a la Oficina del Menor». Lo que Lindgren propuso con este libro fue una nueva forma de mirar la infancia. Pippi es una niña todopoderosa, descarada, divertida y de gran vitalidad, que se organizar muy bien sin sus padres. Hace lo que le place y, cuando las autoridades quieren intervenir, su ingenio puede con todo. Los dos amigos de juegos de Pippi, Tommy y Anika se presentan como el producto bobo y sumiso de una educación basada en la obediencia sin preguntas. No es de extrañar que, en los años setenta, el libro fuera rescatado por el movimiento feminista como modelo.  No sabemos si los jóvenes editores de Blackie Books leyeron el libro en su infancia y quieren volverlo a compartir, como hicieron con el precioso libro de Gianni Rodari, Gramática de la fantasía reseñado también en este blog. Lo que nos parece interesante es esta mirada sin fronteras y la oportunidad que tienen muchos adultos de leer este libro desternillante.

El otro libro del que me gustaría hablar, la otra recuperación, viene de la mano de esta editorial independiente y de miras amplias, Impedimenta. Acaba de reeditar, en la mejor traducción que se ha publicado en España, Max y Moritz, una historieta en siete travesuras del caricaturista alemán Wilhelm Busch. La traducción de Víctor Canicio (¡en verso!) recrea todo el humor y el disparate de las aventuras de estos dos malvados que parecen salirse con la suya, hasta que dejan de hacerlo.

Publicado en 1865 fue el primer libro de Wilhelm Busch intencionadamente satírico. Los dos niños no se amilanan en llenar de pólvora la pipa del pacífico maese Petrus o de poner insectos en la cama de su tío. En cada travesura los adultos salen muy mal parados, y los niños se esconden en un rincón para reírse hasta que finalmente les llega la hora del castigo que consiste en ser convertidos en panes y triturados para alimentar a las gallinas. Este final, tan en la línea de los castigos moralizantes y exagerados, no invita sino a la risa. Cuando Busch mostró el libro a su editor, a éste le encantó, pero muchos de sus colegas, acostumbrados a dibujos más «serios» dijeron que era gracioso pero aseguraron que nunca lo comprarían. Por suerte, una vez publicado se convirtió en uno de los libros preferidos por los niños, gracias a la ruptura con las tendencias del momento, así como a la parodia de las enseñanzas de los adultos.
La edición de este libro, además, es impecable. Fino papel, bella reproducción de imágenes y colores, tamaño singular y, por si fuera poco, un cuento más de propina. Creo que Busch se hubiera sentido muy feliz con esta edición: es una de la más bellas que se han hecho hasta la fecha.

Dos libros muy recomendables hoy en día, donde impera el buenismo, y los niños necesitan modelos diferentes para divertirse. Así que nos gusta mucho el crossover al revés que practican estas editoriales y nos fascina que sea con dos obras antiautoritarias, revolucionarias en su época y modernas hoy a pesar del tiempo transcurrido. Y es que, como dicen los editores de Blackie Books en su manifiesto editorial: «No nos interesa que algo sea novedad. Para nosotros lo «nuevo» no es sólo lo que se acaba de hacer, sino lo que acabamos de descubrir, o lo que ha cambiado de apariencia, o lo que pide una nueva interpretación, o lo que estaba escondido hasta ahora, o lo que simplemente desconocíamos. Todo es nuevo, siempre.»

Por Ana Garralón