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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Vidas de cómic

El éxito de las biografías en la novela gráfica las ha convertido en un subgénero en el que triunfan los escritores.

¿Se han convertido en una moda las biografías en el cómic? En una entrevista a El Cultural, Frederik Peeters, autor de Píldoras azules, se quejaba de que ya “sólo ves biografías o viajes a países con dificultades. La gente está ya un poco harta de ellas”. Desde que en 1992 Art Spiegelman ganara el Premio Pulitzer con Maus, fábula sobre el Holocausto judío inspirada en las vivencias de su padre, las novelas gráficas biográficas, valga la redundancia, se han posicionado con fuerza en el mercado y se han convertido en un “género de pleno derecho”, según Bryan Talbot, dibujante de La niña de sus ojos, una historia que aborda la difícil juventud de Lucia Joyce, hija del célebre escritor que vio su gran talento aplastado por el gran nombre de su padre y fue encerrada durante gran parte de su vida en instituciones psiquiátricas. Montserrat Terrones, editora de La Cúpula, coincide con Talbot: “No se trata de una moda, pero sí es cierto que últimamente se están convirtiendo en un subgénero”. Enrique Redel, editor de Impedimenta, va más allá y califica a la biografía de “género rey”, sobre todo en el cómic americano, un mercado en el que ya supone el 90%.

Lo cierto es que el aspecto híbrido del cómic, la unión de lengua y dibujo, enriquece enormemente la biografía al plasmarla en este formato. “Mediante las ilustraciones se pueden expresar cosas de forma más evidente, más expresiva que con palabras. Con las imágenes se transmite un contenido emocional, no sólo racional”, afirma Terrones. En el caso de La niña de sus ojos, los dibujos logran una dimensión emocional que completa el guión escrito por Mary M. Talbot, objetivo y poco sentimental. La historia de Lucia Joyce se alterna con la autobiografía de la propia Talbot y su conflictiva relación con su padre, estudioso de Joyce. La autora quería evitar el melodrama y, en el caso de su relato, la autocompasión, consciente de que “los elementos visuales se encargarían del golpe emocional”, cuenta a El Cultural.

Las vidas de literatos, ilustres, u olvidados, son algunos de los temas favoritos para los dibujantes de cómic. “Muchos de los autores son lectores de literatura, es una cuestión de afinidad”, explica Montserrat Terrones. James Joyce hace doblete: el ya mencionado La niña de sus ojos y Dublinés, de Alfonso Zapico, Premio Nacional de Cómic este año. Kafka, de Robert Crumb y David Zane Mairowitz, consigue transmitir ese humor judío que se achaca al escritor, su hipocondría, su obsesión con su padre. Cada viñeta remite a una mezcla de estética checa y metamorfósis, quizás la novela más conocida del autor. Robert Crumb plasma las sombras y las pesadillas del alma de Kafka con una facilidad posible sólo para un icono del underground. Sin olvidar a Hunter S. Thompson, al que Will Bingley y Anthony Hope-Smith dan vida en Gonzo, cómic noir sobre este particular y combativo periodista.

En cuanto a las escritoras mujeres, Impedimenta ha puesto a la venta recientemente Virginia Woolf, de Michèle Gazier y Bernard Ciccolini, una inmersión en las inseguridades de la escritora que no deja ningún cabo suelto. En menos de cien páginas Gazier, traductora de Juan Marsé y Vázquez Montalbán al francés, consigue en su primera incursión en el cómic resolver la compleja personalidad de este mito del feminismo, “sin hurtar al lector ninguna información escabrosa”, desde el trastorno bipolar hasta la bisexualidad, comenta Enrique Redel. Incluso es capaz de plasmar la relación incestuosa con su hermano George en apenas dos viñetas. Redel destaca además el esfuerzo de Ciccolini al retratar de forma realista a los personajes que rodeaban a Virginia Woolf, con unos colores muy cuidados “que tienen la habilidad de meter al lector en la situación”.

451editores presentó este otoño Superzelda, novela gráfica sobre la musa y esposa de Scott Fitzgerald, aquejada, como Virginia Woolf, de cierto grado de locura. Los italianos Tiziana Lo Porto y Daniele Marotta retratan las obsesiones de uno de los iconos de los locos años 20. Hasta la fecha, el premio a la originalidad se lo lleva la propuesta interactiva sobre Ana Frank realizada por la cadena de televisión Arte. Alain Lewkowicz, Vincent Bourgeau, Samuel Pott y Marc Sainsauve han desarrollado Ana Frank en el país del manga, por desgracia sólo disponible en francés, por el momento. En formato papel, Ana Frank, la biografía gráfica, de Sid Jacobson y Ernie Colón, incorpora, además de la narración del famoso diario, una explicación del resto de la familia Frank, desde el nacimiento de su padre, Otto.

Pero las letras no son las únicas protagonistas de la novela gráfica. La guitarra de Jimi Hendrix inunda de sonidos Electric Requiem, de Gianluca Maconi y Mattia Colombara, que bebe de las influencias de Voodoo Child, la leyenda de Jimi Hendrix, de Bill Sienkiewicz, aunque se aleja del mundo más onírico de Voodoo para trazar una biografía del cantante desde su infancia. Una canción en viñetas, salpicada de drogas y sexo. Cambiando de tercio completamente, Joann Sfar nos acerca al humor irreverente de Georges Brassens en Brassens o la libertad en ochenta páginas que destilan admiración por el cantautor por antonomasia de la chanson française.

En las artes plásticas despunta Dalí, de Edmond Baudoin, un trabajo que surgió con motivo de la exposición retrospectiva sobre el pintor que se inauguró en noviembre en el Centro Pompidou. Baudoin, uno de los autores de cómic europeo más prestigiosos, plasma sobre las páginas el universo desenfrenado y surrealista de Dalí. El peculiar Renacimiento de El Greco lo pone Pedro Iznaola en la novela gráfica del mismo nombre. Picasso, Man Ray, Tristan Tzara y el 14 arrondissement de entreguerras protagonizan Kiki de Montparnasse, de Jose-Louis Bocquet y Catel Muller.

Muller y Bocquet han repetido colaboración en la novela gráfica Olympe de Gouges, otro icono feminista, la mujer que se rebeló contra la Declaración de derechos del hombre por excluir a la mitad de la población. Reinhardt Kleist se atreve con un revolucionario contemporáneo en Castro, una biografía ilustrada sobre el líder cubano. Kleist vuelve al subgénero después de I see a darkness, sobre la vida del cantante Johnny Cash.

Vidas ilustradas para todos los gustos, y lo cierto es que se venden muy bien. “Las librerías y las grandes superficies le están dedicando espacio de una forma natural”, comenta Enrique Redel, encantado de que Virginia Woolf haya sido acogido de manera tan entusiasta por el público. El libro de Impedimenta ha funcionado tan bien que la editorial ya está preparando otra biografía sobre Henry David Thoreau.