Irlandesa recriada en Londres, Elizabeth Bowen (1899-1973) está considerada un enlace entre la generación de Bloomsbury, círculo en el que se integró como benjamina, y los escritores del medio siglo y hasta de la década de 1980. Tan delicada como eficaz en el uso de las palabras, Bowen sitúa su obra maestra La muerte del corazón (1938) en el período de entreguerras, época en la que la conciencia del desastre al acecho desemboca en una extrema preocupación por los pantanos individuales y por las relaciones interpersonales. Para llevar todo eso a su tamiz, Bowen dibuja una joven huérfana recogida en casa de un hermanastro y confrontada, a través del amor, a una relación con el mundo, el diablo y la carne que, en buena parte, el lector conocerá por medio de su diario. Necesaria.
Por Eugenio Fuentes