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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Frank Lloyd Wright (como Picasso) devorador de mujeres

Frank Lloyd Wright fue un genio, como Picasso. Frank Lloyd Wright fue un revolucionario de la arquitectura, como Picasso de la pintura y del arte. Frank Lloyd Wright, fue un mujeriego, como Picasso.

Más que mujeriegos yo diría que devoradores y anuladores de mujeres. La última novela de T. C. Boyle retrata a un Lloyd Wright que en mucho se parece a la imagen de amante y marido que tenemos del maestro malagueño, aunque, por supuesto, nada de esto se dice en el libro. Son conclusiones que una saca de entrelazar una vida con otra. Estamos ante una biografía novelada, la de Boyle, que invita a ser devorada porque nos presenta a un maestro de obras maestras que tenía el ego más alto que el Empire State. No olvidemos que la palabra mujeriegos se compone de dos términos: “mujer” y “egos. ”La vida pronto me puso en la encrucijada de elegir entre la arrogancia sincera y la modestia hipócrita: me quedé con la arrogancia“. Son palabras del arquitecto que abren las páginas de este último trabajo de un especialista en biografías de personajes con personalidades desencadenadas o descentradas en esto del amor y sus amoríos, por mucho que su genialidad fuera o fuese de las que perduran por los siglos de los siglos. T. C. Boyle ya se ha adentrado en los territorios pantanosos de John Harvey Kellog, inventor del copo de maíz, y de Alfred Kinsey, pionero de la libertad sexual. Variada galería de retratos la de T. C. Boyle, quizá o a decir de muchos, uno de los autores más interesantes del panorama narrativo norteamericano. Con ese marcado punto entre original y transgresor.

“Mujeres” (Impedimenta) es el título de libro de T.C Boyle que construye un consistente edificio sobre la vida amorosa del autor de la famosa “Casa de la Cascada”, en cuyas estancias grabó Hitchcock las secuencias finales de “Con la muerte en los talones” con Cary Grant y Eva Marie Saint y Charles Manson, y del Gugenheim de Nueva York. Estas dos obras salvan a Wright de cualquier quema en la hoguera. Wright estuvo casado tres veces, con amantes de por medio, y tuvo siete hijos, uno de ellos siguió los pasos del padre como arquitecto. La mujeres de su vida fueron sumisas hasta los límites más denigrantes. Como con Picasso. Resumir en estas pocas líneas la complejidad de esta biografía novelada no es más que una invitación a su lectura. Yo estoy en ello por un interés morboso y la intrahistoria valiosísima sobre la obra del genial arquitecto. Aunque Wright no fue especialmente discreto -de todo lo que aquí se cuenta ya se supo en vida, los periódicos dieron cumplida cuenta de sus amoríos-, Boyle ha conseguido retratar al arquitecto con todas las grietas abierta sobre el papel.

Laura Revuelta