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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«Inocencia», de Penelope Fitzgerald

Inocencia es la última novela publicada por la Editorial Impedimenta de Penelope Fitzgerald, autora de La librería y de la deslumbrante El inicio de la primavera. Cómo no iba a sentirme atraída por ella. Cómo no iba a volver a su prosa.

Mientras leía el libro se me venía a la mente una comparación: Penelope Fitzgerald es como la seda, el preciado material con el que confeccionar un vestido elegante y con perfecta caída, un vestido propio de una dama británica: adecuado y envidiado, que ajusta como si estuviera hecho a medida, y por supuesto, con el cuidado artesanal de todos los detalles: los colores y el estampado, el escote y la largura. En definitiva, el vestido que el resto de mujeres miraríamos con envidia.

Pero es que además la seda no solamente sirve para embellecer, sino que es uno de los materiales más resistentes que se conocen. Sujeta, agarra y es firme, tanto que se utiliza para cuerdas y materiales útiles, de esos que se llevan al espacio.

A pesar de su aparente delicadeza la seda no es lo que parece. Y eso mismo ocurre con esta autora: parece delicada, elegante y superficial, pero va mucho más allá.

Se esconde detrás de historias aparentemente sencillas, como esta, en la que la trama gira entorno a una familia y al amor que se profesan Chiara Ridolfi y el Doctor Rossi. Una familia de antigua nobleza que ha caído en decadencia se une a un prometedor médico. Si no miramos más allá, Inocencia trata de una historia de amor.

Sin embargo, la sensación es que esa historia es lo de menos. Resulta algo meramente anecdótico con lo que situar la trama, porque la verdadera importancia subyace detrás. ¿Y cuál es? El paso del tiempo, algo que incluso deja entrever por la longitud de las dos partes del texto. El cambio humano según el paso del tiempo: las esperanzas e ideas juveniles y la confrontación con la edad adulta, esa realidad que nada tiene que ver con lo idealizado. Fitzgerald no se queda ahí: también aborda la decepción, el cambio de valoración (y en ocasiones sobrevaloración) de nuestra opinión sobre las personas. Por ejemplo, encontrar a alguien que consideramos lúcido e ingenioso pero que apenas un tiempo después nos parece de trato simple y aburrido.

Y es que en esta historia, cada personaje representa un problema, como el Doctor Rossi, que nos plantea su relación con la familia: la huida y el rechazo de cada idea familiar y su sustitución por algo diametralmente opuesto sin tener claro si esa situación es la que realmente se quería o si tan sólo resulta el antónimo de la voluntad familiar, con el añadido del miedo a decepcionar por no cumplir las expectativas.

La autora es, sorprendentemente, una gran conocedora de la sociedad italiana, tanto, que en ocasiones me vi comprobando el título para cerciorarme de que no se trata de ninguna escritora procedente de la Toscana. Paradójicamente, a sus compatriotas los presenta reducidos a un absurdo, ejemplificador de su carácter británico, como se aprecia en la siguiente cita:

¡Oh, querida niña! Ya me han dado la extraordinaria noticia. Créeme queno hay nada en el mundo como el primer hijo: estoy segura de que siempre es así… incluso en los países latinos.

El conjunto es, en apariencia una novela costumbrista, con personajes muy definidos, lleno de dobles interpretaciones. Mi personaje favorito es, sin duda, Cesare. Un hombre que se esconde, considerado loco en su propia familia, quizá por la soledad que le envuelve o quizá por dedicarse a temas prácticos y mundanos. Y sin embargo, detrás de su fachada de ermitaño es el más cuerdo, el más lógico, el antagonista del Doctor Rossi, el que parece cuerdo, el que parece racional. Basta con echarse la fama y esperar.

Una novela como la vida misma. “Tangible”, dice la sinopsis, y es cierto: es visual y palpable: absurda en ocasiones y demasiado real en otras, capaz de reflejar los sentimientos humanos de un modo muy potente, con diálogos redondos y descripciones equilibradas, elegante y evocador, cómico y absurdo. Como la vida. Como la seda.