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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Mi Historia De Amor Con La Editorial Impedimenta

Mi historia de amor empezó en 2007. Es una de esas historias librescas, no porque se asemeje a las que aparecen en los libros sino porque la historia se produce entre unos libros y un lector. Concretamente, entre una editorial y yo.

Hay lectores de libros y lectores de editoriales. Yo soy más bien una lectora de editoriales. Los lectores de editoriales nos fiamos al cien por cien de los títulos que selecciona un editor, así que vamos leyendo cada uno de los ejemplares que publica con la certeza de que nos gustará.

Además de la lectura, me gusta en concreto y especialmente la literatura anglosajona. Quienes leen en inglés pueden apreciar los matices de Dickens, entender una broma en el idioma original del autor, sentirse cómodos y admirarse ante los giros lingüísticos, la sintaxis o la forma de expresar una emoción. Para el gran número de españoles malditos por esa especie de tara que nos impide hablar o aprender bien el inglés pero que amamos la literatura anglosajona, afortunadamente existen editoriales tan clásicas ya como Alianza Editorial o Anagrama, y jóvenes pero consolidadas como Impedimenta.

Para el gran número de españoles malditos por esa especie de tara que nos impide hablar o aprender bien el inglés pero que amamos la literatura anglosajona, afortunadamente existen editoriales tan clásicas ya como Alianza Editorial o Anagrama, y jóvenes pero consolidadas como Impedimenta.»Es esta la editorial de los que creen en el oficio y en la posibilidad de que la literatura y la lectura cambien el mundo. El editor, Enrique Redel, lo tiene claro cuando afirma: “El clásico es aquella obra que influye en otras”. Y así, Impedimenta fabrica clásicos, clásicos modernos que pueden llegar a ser influyentes -el tiempo lo dirá- en la obra de otros autores, en las lecturas de las próximas generaciones.

Redel define su oficio como absolutamente vocacional. Él es, sin duda, un verdadero fabricante de libros, de bonitas ediciones de calidad en las que la traducción es parte fundamental del proceso creativo. Pero ojo, el mérito está en ser invisible, en que no se perciba la traducción. ¿Notas a pie de página? Las justas. Su presencia nos recuerda que hay alguien detrás, entre nosotros y el texto original. El traductor no puede ser tan invisible como para que su nombre no figure junto al del autor, ocupando el lugar que merece en la portada, pero su mayor logro es que no se note su presencia, que avance sigiloso junto a nosotros en la lectura sin que seamos conscientes de que existe.

Su indudable interés por la cultura anglosajona ha llevado a Impedimenta a lanzar a autores como Stella Gibbons o Penelope Fitzgerald. Y ha consolidado la carrera de otros como Elizabeth Bowen, Eudora Welty o Edith Wharton. Por no hablar de la inclusión de clásicos indiscutibles como Dickens (Para leer al anochecer) o Edward Bulwer-Lytton (La casa y el cerebro), que llegan a nosotros con historias de fantasmas y de casas encantadas, al más puro estilo inglés.

Casi nunca nos encontraremos con títulos muy conocidos ni con grandes hitos de los manuales de literatura universal, pero sí con lecturas imprescindibles para el editor. Gran parte del encanto de la editorial reside en esa faceta descubridora que posee y que provoca que esperemos cada nuevo título con emoción.

Todas las obras publicadas han recibido una clamorosa respuesta de júbilo por parte de los lectores. El caso más aclamado ha sido el de su indiscutible best-seller La hija de Robert Poste, publicado en marzo de 2010, con el que la editorial ha llegado a la 20ª edición. La obra está considerada como “la novela cómica más perfecta de la literatura inglesa del XX” y es de los libros más british de la editorial. La presentación del libro se celebró bajo el nombre de «Frenesí anglosajón».

Las presentaciones de los libros de Impedimenta se organizan en torno a veladas literarias en las que editor, traductor, librero e invitados intercambian opiniones en un ambiente agradable, acompañados por unas auténticas cervezas bitter inglesas, patatas en vinagre o “genuinos pepinillos de Yorkshire”, como en la última presentación de la novela de Edmund Crispin, Trabajos de amor ensangrentados. El inspector Gervase Fen, protagonista de esta saga policiaca, exclama en los momentos más críticos: “¡Por mis patas de conejo!”, como lo hacía el Conejo Blanco de Alicia en el país de las maravillas en su trajinado caminar. Y Flora Poste, la heroína de Stella Gibbons, se prepara un té en su particular tetera china cuando necesita tomarse un descanso. ¿Es entonces Impedimenta una editorial para bebedores de cervezas inglesas y amantes de los pepinillos y del té?

Anglófilo convencido, captador de la sutileza y el detalle, el editor de Impedimenta fue primero y ante todo un lector compulsivo al que le encantaba recomendar las lecturas que le habían entusiasmado. Siempre iba cargado de libros, a los que él llamaba su “impedimenta”, en referencia al fardo que llevaban consigo los soldados romanos cuando iban a la guerra, y que se componía de lo esencial para sobrevivir. Nunca ha considerado los libros como una carga pero sí un legado cultural que pesa y con el que vamos avanzando por la vida. No podemos pretender que la cultura sea ligera, sino algo serio y único, el referente de nuestra tradición occidental. De aquí nació el nombre de la editorial.

Como él mismo ha comentado, “el libro es un vicio complicado” que los que lo padecen no pueden abandonar fácilmente. Sin duda el éxito de la editorial radica en el buen oficio llevado con energía, el talento, la profesionalidad y haber sabido rodearse de un equipo de expertos que se hace cargo de su tarea en cada uno de los procesos de construcción del libro.

De los libros de Impedimenta es imposible desprenderse, no solo porque no se trate de lectura de usar y tirar sino porque las ediciones poseen una belleza única. Querían hacer libros que la gente quisiera tener y conservar y lo consiguieron con creces. No se trataba únicamente de publicar buena narrativa sino de que el lector se relacionara con el libro, se enamorara de él. Que pudiera tocar sus páginas, el papel verjurado de la contracubierta, olerlo y disfrutar de una lectura fluida gracias a la maquetación y a la tipografía, elegante y evocadora. El traductor no puede ser tan invisible como para que su nombre no figure junto al del autor, ocupando el lugar que merece en la portada, pero su mayor logro es que no se note su presencia, que avance sigiloso junto a nosotros en la lectura sin que seamos conscientes de que existe.»

Cuando abres el libro te encuentras una portada que parece estar viva gracias al toque rojo de los detalles gráficos del interior, como si un soplo de aire hubiera irrumpido ciertamente en el hueso y negro común. Y da la sensación de que solo nuestro ejemplar existe porque lo han hecho exclusivamente para nosotros. La faceta de diseñador y de dibujante del editor se percibe detrás de cada portada y de cada nueva propuesta creativa. Él mismo define este momento portada como “el mejor de la producción del libro”.

Algo de acto amoroso hay entre el libro físico y el lector que se extiende hasta la relación entre el editor y el lector fiel, el que compra todos los libros de la editorial que lo perturba y que lo tiene atrapado, el que está al tanto de cada nueva edición, que ve los Book Tráilers que se publican en la web de la editorial como si se tratara del adelanto del último episodio de su serie favorita, y que junto con el primer capítulo descargable en PDF completan nuestra curiosidad amatoria.

Para mí el mejor momento es el de la librería, a la que uno llega y pregunta por un libro de la editorial Impedimenta. Hay que ver cómo cambia la cara del librero, cómo te lleva, con cierta ceremonia, a la estantería o a la mesa donde se encuentra el ejemplar por el que hemos preguntado. No se trata de cualquier libro, no va a enseñarnos una novedad más. Es asombrosa esa simpatía, esa complicidad que el editor ha creado con el librero y que se traslada inevitablemente al lector. En 2008 la editorial recibió el merecido Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial, concedido a la Asociación Contexto, de la que forma parte Impedimenta junto con otras editoriales independientes más. Con ese proyecto de hacer y desear leer lo mismo han logrado llegar a los lectores y a las ventas que solo habían conseguido hasta el momento editoriales con más años de historia.

Un lugar fundamental ocupa en Impedimenta la novela gráfica, protagonista de la colección El Chico Amarillo, nombre que rinde homenaje al personaje de tira cómica Yellow Kid, creado en 1894 por Outcault.

Acaban de publicar la Vida y opiniones de Tristram Shandy, caballero, de Martin Rowson, sobre la novela de Laurence Sterne, y entre los próximos lanzamientos disfrutaremos de El fantasma de la Ópera y Huck Finn, de Olivia Vieweg, que va a coincidir con el 160 aniversario de la publicación de la novela de Mark Twain. Estos y los títulos ya publicados en la colección no se alejan del gusto literario y estético de la línea editorial principal, por lo que como lectores no nos sentimos decepcionados.

Nada es casual en esta relación que mantengo. Hay mucho de deseo de que las cosas funcionen, de compartir, de apasionarse en cada nuevo texto traducido y editado, de vivir la literatura como un descubrimiento que no deja de fascinar. Tengo la sensación de que se trata de una historia de amor que va para largo.

Por Elsa Veiga