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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Las frases del unicornio

Este es un libro importante, un libro que es también un camino, una posibilidad de la literatura española moderna en su apertura al territorio de la belleza y de la poesía y en su apasionada convicción de que el ser humano no sólo se merece la belleza, sino que la necesita para vivir.

El cuento y la novela

Comenzamos con el soneto de Rilke sobre el unicornio de los Sonetos a Orfeo. Esta es la primera declaración de intenciones del autor, que quiere llevarnos desde el principio al corazón de la literatura. Comienza luego la novela igual que comenzaría un cuento de hadas: «Hace ya mucho tiempo vivía en Portugal un rey…»

Pero, ¿qué es entonces La puerta de los pájaros? ¿Es literatura sin adjetivos o es un cuento de hadas? ¿Es una novela o un cuento? La principal diferencia entre los cuentos de hadas y las novelas es que las novelas tienen trama y los cuentos no la tienen. Los cuentos tienen lo que podríamos definir como una «prototrama» bajo la forma, por ejemplo, de tres objetos con los que se encuentra el protagonista, que recoge sin saber por qué y que luego tendrán una utilidad en su aventura. También en los sueños suceden cosas así: soñamos con algo inexplicable, y luego entendemos qué significa y por qué estaba allí. Los sueños a veces también comienzan a tener una cierta trama.

O pensemos, por ejemplo, en el cuento de Barbazul. La esposa de Barbazul no sabe por qué hay ciertas puertas cerradas en la casa: cuando las abre descubre que allí están guardadas las anteriores esposas de su terrible marido. Es el principio de la trama, pero no es trama todavía.

Gustavo Martín Garzo se las ha ingeniado para combinar ambos estilos narrativos: el del cuento y el de la novela. Se trata, por tanto, de una muestra de ese «arte híbrido» que defiende Alan Moore en su manifiesto Ángeles fósiles. Para Alan Moore, la literatura, y el arte en general, no son otra cosa que magia, una definición que parece especialmente adecuada para una obra como esta de Gustavo Martín Garzo.

Arte híbrido. Novela híbrida, pues, igual que el unicornio, criatura híbrida entre el sueño y la realidad, la naturaleza y la imaginación, lo humano y lo animal, la palabra y el silencio.

Complejidad y arte híbrido

Me gustaría señalar, por todo ello, la enorme complejidad constructiva de La puerta de los pájaros. Parece un cuento de hadas, o una suma de cuentos de hadas, y está contado en un estilo muy transparente, con una voz amistosa y cálida que parece hablar quedamente a nuestro lado, sin prisa ni deseo de convencernos, pero es en realidad un tour de force narrativo. Sólo un maestro de su arte podría lograr que todas esas líneas narrativas, historias dentro de historias, paisajes, evocaciones y reflexiones, funcionen como un todo coherente. La historia, por otra parte, con todas sus ramificaciones, evocaciones y reflexiones, es mucho más complicada de lo que podría parecer a primera vista.

Recorramos algunos de los hilos que se reúnen en el tapiz de La puerta de los pájaros:

– la tradición simbolista de la gran poesía europea. El soneto de Rilke ya mencionado. «El poema» Melusina, de Hugo von Hofmannsthal.

– la literatura romántica: el homenaje a Ondina, de Friedrich de la Motte Fouqué.

– la literatura medieval: las cantigas de amigo galaico-portuguesas del rey don Dinis.

– los cuentos de hadas clásicos, en especial los de Grimm: el tema de «La bella durmiente», quizás el cuento de hadas favorito de Gustavo Martín Garzo, pero también otros guiños, como la referencia a Blancanieves. Martín Garzo ha declarado que, si tuviera que elegir un solo libro de todos los que existen, un libro para representar la vida humana en todos sus matices y contradicciones, elegiría los Cuentos de los hermanos Grimm.

– el ciclo artúrico, con la presencia sobre todo de Merlín como personaje principal. Nos olvidamos demasiado a menudo de que el ciclo de las leyendas artúricas es un legado de la literatura europea y que ya no pertenece sólo a Inglaterra, su país de origen. Las leyendas del rey Arturo, de la Tabla Redonda, de Merlín, de Morgana, de Percival, de Galván, de Ginebra, de Tristán e Iseo, se extendieron por Europa y dieron origen a un rico tapiz de poesía y prosa que se extiende desde los romances medievales españoles hasta las sagas noruegas e islandesas, pasando por las novelas de Chrétien de Troyes o las de Godofredo de Estrasburgo, que tratan, todos ellos, de la misma “materia de Bretaña». Esta tradición es también la que sostiene el cañamazo de la novela de caballerías española, comenzando con el maravilloso Amadís de Gaula. Y quiero decir que olvidamos que Merlín no es un mero antecedente de Gandalf, sino un personaje de nuestra tradición literaria de tanta raigambre como Don Juan, el Lazarillo, el Cid o la Celestina.

– el realismo, presente en las descripciones de la naturaleza, que son siempre y claramente castellanas. Vemos bosques, lagos, ríos misteriosos, ciudades amuralladas, pero son bosques y lagos reales y realistas, dotados de una maravillosa calidez meridional, y la ciudad amurallada es Ávila.

– el mundo del arte: la referencia a la «Puerta de los pájaros» de Gaudí que da título al libro, pero también los tapices del unicornio del Museo Cluny de París.

– las ilustraciones. En efecto: este es un libro ilustrado, y además ilustrado por un pintor de un talento inusitado, capaz de una mezcla de fuerza y de melancolía, de realidad y de sueño, que quitan el aliento. Pablo Auladell es el autor de esas doce ilustraciones que no sólo capturan a la perfección el espíritu de la historia, sino que la potencian y le añaden, como luego veremos, nuevos niveles de significado. Imágenes de colores tenues, como si fueran de una gran antigüedad, con esa mezcla de franqueza e ingenuidad que da tanto encanto al arte medieval. No sé si el sustantivo «nobleza» puede resultar anticuado. Lo cierto es que no encuentro otro para definir la cualidad más sobresaliente no sólo de las imágenes, sino también del texto. Una nobleza antigua, una antigua lentitud, un aire de estupor y maravilla en las delicadas manos de uñas ovaladas, en los rostros pensativos y de miradas soñadoras e intensas. Y los poderosos músculos blancos del unicornio.

La historia

La puerta de los pájaros trata de una princesa llamada Costanza, hija del rey don Dinis de Portugal, que cae dormida como consecuencia de un hechizo. Un grupo de gitanos, entre los que está la niña Esmeralda, que es junto con Merlín la verdadera protagonista del libro, la llevan por los pueblos, la protegen y la cuidan. Hay una reina extraña y malvada que tiene siempre un pañuelo al cuello y un muchacho muy silencioso que trabaja en una cerería y tiene en la frente una herida que no puede curarse. Y hay muchas, muchas cosas más.

Poesía. Belleza

El lector ya sabía que diríamos en algún momento que este es un libro lleno de poesía. Quizá no sólo se lo esperaba, sino que se lo temía. En efecto, es un libro tan lleno de poesía que podría considerarse poesía, poesía en prosa, poesía narrativa en prosa. Pero no porque esté lleno de cosas bonitas o de frases bonitas, sino por algo mucho más profundo y significativo. Es un libro lleno de poesía porque sus frases se quedan grabadas en la memoria y porque sus palabras van dirigidas directamente al alma. Es un libro de poesía porque pretende buscar la realidad por debajo de las palabras, porque busca crear silencio, porque está enteramente consagrado al silencio.

También es un libro lleno de poesía porque es un libro que quiere decir algo (quiere decir, en realidad, y dice, muchas cosas), y porque eso que desea decir va directamente desde el corazón del autor al del lector, igual que una de esas flechas de las leyendas budistas, que nadie sabe de dónde vienen. Supongamos, por un momento, que la poesía es eso: el deseo de que las palabras digan algo, algo que nos importa, algo que debe ser dicho. Si la poesía es eso, este libro es poesía.

Es un libro lleno de poesía porque lo que busca es, como decía Matthew Arnold de Keats, «expresar la belleza». Y busca la belleza no sólo en las imágenes y en la música, de las que está lleno, sino sobre todo en el grado más alto de la expresión de la belleza, que es el conocimiento.

Belleza, palabra prohibida, pero por eso mismo palabra tan importante. Belleza que es, primero, música, placer, felicidad, y luego sed de realidad, elevación, misterio, silencio, y finalmente presencia, conocimiento, certidumbre, luz. De todo esto trata, con gran elegancia y discreción, con maravillosa sencillez y humildad, La puerta de los pájaros.

Una lista de pasajes favoritos

Hay tantas cosas en este libro que uno desearía hacer una lista de sus favoritas. Intentaré hacerlo sin desvelar los enigmas de la trama y sin estropear la lectura de ningún futuro lector.

1. La historia del Rey Arturo y del Caballero Verde, contada por Merlín, en la que el rey Arturo se propone descubrir qué es lo que desean las mujeres. Y encuentra, por fin, la respuesta: «Ser soberana de sus propios deseos». Pero Costanza no parece convencida. Para ella, lo que busca una mujer es «tener algo que adorar». Pero ¿no es eso lo que buscamos todos? ¿No buscamos todos tener algo que adorar? ¿No es ese el origen, también, de lo mejor y de lo peor que hay en nosotros?

2. La melancolía de Costanza, cuando va por el palacio y por los jardines preguntando a quienes se encuentra: «¿Sabes tú quién soy?» Y, ¿no sería verdaderamente maravilloso poder hacerle a alguien esa misma pregunta con la esperanza de que nos respondieran? ¿Sabes tú quién soy? Sigue luego la canción de Costanza, que dice «¿Qué será de mí? ¿Lo que me hacía igual a los demás ya no existe?»

Es en estas pequeñas frases, similares a esas «pequeñas frases» musicales, esos motivos de la sonata de César Franck que obsesionaban a Proust, los que dan a la novela su peculiar ritmo musical, envolvente, hipnótico. Qué maravilloso cuando las encontramos luego al pie de las láminas de Pablo Auladell siguiendo un procedimiento que era antes típico en los libros ilustrados, cuando cada ilustración tenía como pie alguna de las frases del relato. Y era como si de pronto una frase, muchas veces una frase cualquiera y sin relevancia especial, hubiera germinado y se hubiera transformado en una imagen.

Son estas frases las que llevan parte del peso de la novela, que es, también, a su modo humilde, sereno y secreto, una novela filosófica e intensamente reflexiva.

3. Otra frase: «Las princesas están en el mundo para llenarlo de deseos». Y este tema, el tema de los deseos, es muy importante en los cuentos de hadas, que son siempre cuentos que tratan de deseos.

4. Las páginas 46 y 47, donde se describe a la princesa dormida y abandonada en un desván, con un nido de pájaros en el pelo y la ropa llena de hormigas.

5. «Nunca la tuve, pero me tiene», una frase del poeta provenzal Arnaut Daniel, que se refiere al misterio de la poesía. Pero también puede explicar, claro está, la sensación preponderante del amor, especialmente la del amor no correspondido.

6. La sangre misteriosa que brota de las manos de la princesa.

7. El misterioso muchacho que trabaja en la cerería, en Ávila, que no tenía pasado ni futuro, sino sólo presente. «Parecía que lo viera todo como un pájaro en vuelo…» Y me gustaría hablar mucho más de este muchacho misterioso, pero no debería hacerlo.

8. La maravillosa historia de Melusina, pero sobre todo la descripción del bosque como bosque de correspondencias: «Cada criatura, sin importar el aspecto que tuviera, participaba del ser de las demás. Las patas de los pájaros se confundían con las ramitas de los árboles, en los ojos de los zorros brillaba la luz fría de las estrellas…»

Es este un bosque, pues, donde todas las cosas son otra cosa, donde todas las cosas son metáforas de otra cosa y donde todas las cosas son en realidad la misma cosa. Es el bosque que describe Baudelaire en el soneto «Correspondencias», pero es, sobre todo, la poesía. Y esa la forma en que vemos el mundo cuando lo vemos como poesía.

9. También me gusta la presencia de lo horrible y de lo espantoso en la historia de Melusina.

10. Esta frase de Merlín: «El poder es una ilusión. En la vida somos siempre mendigos».

Mi lista de pasajes, frases y detalles favoritos podría seguir y seguir, pero creo que, como muestra, ya es suficiente.

El silencio

La puerta de los pájaros trata de muchas cosas y tiene muchos temas. Algunos ya los hemos insinuado más arriba. Pero si hubiera que centrar todos esos temas en uno, si hubiera que descubrir cuál es esa viga central que sostienen todas las cuerdas tirantes, ésta sería el contacto con lo invisible.

Placeroscuro, la reina malvada. Merlín, el mago. Esmeralda, la niña gitana. Son los personajes externos del libro, los más visibles. Luego hay dos personajes secretos o menos visibles, bien porque, como Costanza, se pasan casi todo el libro durmiendo, bien porque, como el muchacho misterioso, no sabemos muy bien quiénes son. Estos dos personajes secretos son la princesa dormida y el unicornio.

¿Qué es el unicornio? Es el roce del silencio. Es la experiencia del silencio. Pero también el roce de lo invisible. Esa «puerta de los pájaros» puesta por Gaudí como tercera apertura posible en una puerta que ya tenía dos hojas para los humanos. Una tercera puerta, el acceso a aquello que no puede decirse y que no puede verse, porque en cuanto estamos a punto de verlo o de decirlo, huye a lo más profundo del bosque.

Hay unas páginas maravillosas (146 y 147) donde se describen las diferencias entre el mundo del unicornio y el mundo de los hombres. Bastarían por sí solas para recomendar este libro, que no sólo es una maravilla, sino que es todavía más maravilloso si lo comprendemos en el contexto de la actual literatura española.

Este es un libro importante

Este es un libro importante, un libro que es también un camino, una posibilidad de la literatura española moderna en su apertura al territorio de la belleza y de la poesía y en su apasionada convicción de que el ser humano no sólo se merece la belleza, sino que la necesita para vivir.

Coda. Pablo Auladell y el unicornio

El tema ya está insinuado en el libro. Por ejemplo, en las manos de la princesa, que sangran, que son una metáfora (en el propio texto se dice) de la sangre menstrual. También en el tema de los deseos. El rey Arturo descubre que lo que quieren las mujeres es ser las maestras de sus deseos. Y el autor afirma que las princesas existen para llenar el mundo de deseos.

En la leyenda medieval, el unicornio se siente atraído por la bella muchacha del bosque porque es virgen. Es su condición de doncella lo que hace que el animal mágico se acerque a ella.

Sin embargo, hay otra lectura, insinuada con gran delicadeza en las ilustraciones de Pablo Auladell. Y es que no cabe duda de que, en sus láminas, el cuerno del unicornio no parece una larga aguja de narval, como en las de los tapices franceses, sino un pene en erección. Y la herida de la frente del muchacho, que representa el cuerno cortado, recuerda claramente una vagina.

El unicornio reúne en sí los órganos sexuales masculino y femenino, y representa (estoy especulando, pero espero no disparatar demasiado) aquello que está más allá del sexo, pero aquello a lo que el sexo conduce. Una visión sagrada, trascendental, de la sexualidad. La unión tántrica de lo visible y lo invisible a través de la sexualidad.

Queda la última pregunta: ¿es un libro para niños? No, es un libro para lectores de literatura.

Por Andrés Ibáñez