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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

La vida sin armadura de Alan Sillitoe

Cruda sinceridad para contar la vida de uno de los grandes, con Kingsley Amis, de los Angry Young Men y autor de La soledad del corredor de fondo.

Publicada en 1995, esta autobiografía retrata con una cruda sinceridad la vida de Alan Sillitoe ((1928-2010), uno de los máximos exponentes, junto con Kingsley Amis, John Braine y John Osborne, de la denominada Angry Young Men, un grupo de escritores que manifestaron su rechazo contra el devenir de la vida política y literaria inglesa con un tipo de libros que mostraba, con crudeza y al natural, la vida de la clase trabajadora inglesa tras la Segunda Guerra Mundial.

Estas memorias describen su infancia y juventud en la ciudad de Nottingham, al norte de Inglaterra; su experiencia como radiotelegrafista en Malasia; su regreso a Inglaterra y su larga enfermedad; sus inicios como escritor y sus viajes al extranjero, especialmente a España; su regreso a Inglaterra y su consagración como escritor tras la publicación en 1957 Sábado por la noche y domingo por la mañana, novela que rápidamente fue llevada al cine y que propició la publicación de sus posteriores obras, de manera singular La soledad del corredor de fondo (1958), libro de relatos que se convirtió también en otro fulgurante éxito y que también se convirtió pronto en una famosa película. Sillitoe es autor de mas de cincuenta obras entre relatos, poemarios, novelas, libros infantiles y esta autobiografía.

Tras unos comienzos dubitativos, con dificultades para encontrar su voz narrativa y sus temas, Sillitoe acertó en los dos libros antes mencionados, los más importantes de su dilatada trayectoria, a exponer desde dentro la escala de valores y el mundo social y familiar de la clase trabajadora. Obreros como Arthur Seaton, el cínico y primario protagonista de Sábado por la noche y domingo por la mañana, y jóvenes desorientados y al borde de la delincuencia como el de La soledad del corredor de fondo, tienen unos horizontes vitales estrechos y limitados cuyos afanes se resumen en sobrevivir como sea y en disfrutar de la vida de una manera elemental, a ras de suelo, sin grandes expectativas y desconfiando de las grandes ideas, de las autoridades y de todo lo que tienen a su alrededor.

La vida sin armadura reconstruye, en su primera parte, la más interesante, su vida en Notthingham una ciudad de trabajadores con pocas expectativas culturales, vitales y laborales. Los padres de Alan están permanentemente enfrentados, en una disputa que lógicamente determinó las relaciones familiares. Alan describe con verosimilitud la relación con sus padres y hermanos, su vida escolar, las típicas diversiones y trastadas infantiles. Aunque su formación es muy elemental, poco a poco siente interés por algunos temas históricos y científicos. Siendo adolescente, entra en contacto con el ejército para formar parte de las milicias juveniles. Alan aprende disciplina, orden y muchos conocimientos científicos que le entusiasman y que le permiten, además, llevar una vida alejada de sus padres. Muy joven, comienza a trabajar en las fábricas de Nottingham hasta que ingresa en el ejército, en la RAF, como radiotelegrafista.

Su experiencia militar le permite cambiar drásticamente de aires, de amistades y de expectativas. Se convierte en un excelente profesional, con largas estancias en el extranjero (en Malasia). En esos años intensifica sus lecturas y comienza a plantearse abandonar el ejército para dedicarse a otras cosas. A su regreso a Inglaterra, en una revisión le descubren una tuberculosis que arrastrará durante años. Durante los largos periodos de convalecencia se plantea ser escritor. Luego pasa años en la isla de Mallorca dedicado a la lectura y la escritura, y aunque escribe muchos poemas y relatos, no consigue que le publiquen nada.

En uno de sus viajes a Inglaterra consigue que un editor se interese por su literatura y a partir de ese momento, como ya hemos mencionado, su éxito fue fulgurante. Esta autobiografía finaliza en la década de los sesenta, cuando Sillitoe es ya un escritor de reconocido prestigio.

Gran lector, las Sagradas Escrituras ocupan un destacado lugar entre sus preferencias, aunque las preocupaciones existenciales o morales apenas tienen cabida en sus escritos. Esta biografía tiene excelentes momentos, sobre todo cuando revive su vida familiar, llena de anécdotas crudas y auténticas. Hay pasajes un tanto tediosos, como cuando recuerda su etapa como radiotelegrafista; y aunque habla de la importancia de la lectura en su formación y de las dificultades que atravesó como escritor para encontrar su auténtica voz, se echan en falta más reflexiones en esta dirección. Teniendo en cuenta que Sillitoe es un atípico escritor, estos comentarios hubiesen tenido mucho interés.

En líneas generales, sobresalen estas memorias por su compromiso con la verdad: Sillitoe no adultera su pasado, ni embellece su largo y problemático camino como escritor. Lo suyo, como su literatura, es un aséptico realismo casi fotográfico.

Por Adolfo Torrecilla