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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Marian Engel, humana bestia

Esta es una de esas novelas que ejerce ese raro embrujo que impide dejar su lectura una vez iniciada, hasta que la última página recuerda al lector que es mortal.

Son tantas las sensaciones que transmite esa experiencia que al final de la misma resulta arduo disociar el placer del estupor.Y entonces uno se pregunta si es posible haber descubierto el secreto de la naturaleza.

Oso es uno de los relatos más bellos y extraños que he leído. Obra de la escritora canadiense Marian Engel, desató un auténtico escándalo cuando apareció en 1976 y, a la vez, cosechó encendidos elogios de autores de renombre como Alice Munro o Robertson Davies. Sutil, evocador, pero sobre todo provocador, el texto de Engel es una de esas raras y maravillosas muestras del infinito poder de la imaginación, así como un ejemplo de libertad creativa que va más allá de lo literario para explorar los límites del comportamiento humano.

Engel narra en Oso la historia de Lou, una bibliotecaria de vida cenicienta a la que encargan catalogar los libros que un extravagante y misterioso benefactor ha legado a la institución para la que trabaja. Para ello deberá alojarse durante algún tiempo en la propiedad del donante, situada en una remota isla fluvial en la región de Ontario.

En medio de esa solitaria naturaleza encontrará una extraña y fastuosa mansión octogonal, sin apenas servicios pero bellamente decorada y plagada de secretos, cuya planta superior está ocupada por la enorme biblioteca que atestigua la pasión de su antiguo propietario por los libros, y una serir de toscas construcciones entre las que destaca la cabaña de troncos en la que habita un viejo oso.

A pesar de las advertencias, Lou siente una extraña atracción por el animal, con el que entabla una convivencia que poco a poco se vuelve más estrecha hasta el extremo de establecer un vínculo tan intenso e íntimo que la conducirá a tentar a los límites de la naturaleza.

Resignada a convivir con tan excepcional compañero, Lou inicia su tarea en busca de alguna joya bibliográfica que justifique el esfuerzo. Pero una serie de misteriosas notas manuscritas ocultas en los libros de la biblioteca, parecen salirle al encuentro para guiarle en su nueva experiencia.

El antiguo propietario reseña en ellas la información precisa sobre la figura del oso en diferentes culturas y tradiciones, así como en las artes y las ciencias. Su lectura acerca a la protagonista al animal, a quien empieza a considerar como un ser humano con el que entablar una relación capaz de transgredir las más firmes reglas de la conducta humana.

Un culto a la naturaleza

Engel plantea así una nueva perspectiva de la relación entre el ser humano y la naturaleza, explorando los rincones más recónditos del comportamiento hasta límites insospechados. Quizá por ello el relato resulte algo incómodo para algunos lectores, pues prescinde de convencionalismos a la hora de abordar las situaciones más complejas de la relación entre la protagonista y el animal.

Sin embargo, la sutileza de la narración alivia de tensiones los momentos más truculentos, proporcionando incluso naturalidad a lo aparentemente obsceno.
Para ello la escritora canadiense se emplea a fondo para envolver su historia de la atmósfera adecuada y, sin prejuicios, dejar que la acción fluya acompasada al ritmo del plácido discurrir de los acontecimientos, envueltos en una extraña y bella quietud. La naturaleza se convierte así en un personaje más de esta historia, aportando un ambiente que propicia el delicado erotismo que suaviza los contornos más ásperos del relato.

Oso es de esa forma un canto a la libertad más absoluta. Un homenaje a la naturaleza que hurga en lo más profundo del ser humano, allí donde habitan los instintos más primarios. Es en ese sentido un desafío a la racionalidad, a ese determinismo que nos aleja de nuestra esencia animal y que nos priva de sus bondades. Engel escribe sin ánimo de escandalizar, aunque su relato consiga conmover las conciencias más sólidas, desafía los principios morales rompiendo tabúes al proponer una relación antinatural en la que en realidad prevalece una extraña concepción del amor. Un descubrimiento provocador y bello.

Por Antonio J. Ubero