cabecera 1080x140

Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«El misterio de la mosca dorada», de Edmund Crispin: primer caso de Gervase Fen

El misterio de la mosca dorada. El primer caso de Gervase Fen (Impedimenta) supone la cuarta novela de Edmund Crispin (seudónimo de Bruce Montgomery) nos presenta la editorial Impedimenta sobre el personaje del detective aficionado Gervase Fen.

Como ya nos comentan en las solapas del libro, en realidad, este volumen es el primero cronológico de Fen que escribió el autor, con lo cual estamos ante la aventura de presentación del personaje. De igual forma, como viene siendo habitual, la traducción al castellano corresponde a José C. Vales, que en esta ocasión además aporta un interesante postfacio sobre el autor Bruce Montgomery.

En el comienzo de El misterio de la mosca dorada asistimos a una introducción a los personajes que luego resultarán importantes para la trama durante un viaje en tren con destino a Oxford, donde se encuentran basadas la mayoría de las novelas. En él también se encuentra el protagonista que es profesor de Lengua y Literatura Inglesa en el ficticio college de Saint Christopher. En la presentación, el autor nos describirá a los once personajes más destacados de la historia y, desde el principio, nos anuncia que tres de ellos van a estar implicados en un crimen. Con estas descripciones nos vamos formando una idea de cada una de las idiosincrasias, comportamientos, relaciones, pareceres e ideas sobre diferentes asuntos; en pocas palabras nos da a conocer a los peones que va a poner en juego durante la novela, para que nos resulten familiares sus movimientos y que podamos intuir por dónde puede dirigirse la trama. En principio se trata de una compañía teatral que va a representar una obra a Oxford y otros tantos personajes relacionados o cercanos a la universidad.

La novela es un viaje para descubrir al autor o autora de un crimen, porque se trata de un whodunit o ¿quién lo hizo?, y de ir investigando todas las pistas que conducen hasta la resolución del misterio. Aunque nuestro sagaz e inteligente detective, además de su poder de deducción, conoce desde el primer momento cómo se ha producido el asesinato y quién es su responsable. De la misma manera que en las entregas anteriores, Gervase Fen trata de mostrarse en todo momento más inteligente que los demás personajes implicados, resultando arrogante, pedante e incluso insolente en muchos momentos de la novela. Sus intervenciones y esta excentricidad llevada hasta su máximo en esta historia, son lo que va a caracterizar la genialidad de la construcción del protagonista por parte del autor.

Al contrario que en las tres historias que preceden a esta, en las que alguien resultaba asesinado en las primeras páginas, el crimen que será el objeto de investigación no ocurre hasta bien entrada la historia y todavía tardará un poco más en ser conocido por el elenco de personajes.

El misterio de la mosca dorada es indudable que bebe referentes obvios de la novela de detectives británica como las historias de Agatha Christie y de Arthur Conan Doyle, aunque creando un mundo propio y construyendo al peculiar y divertido Gervase Fen. En esta primera obra del autor vemos a un Gervase Fen que desprende el aroma de esos clásicos, que no resultaría tan evidente sin haber leído las otras tres novelas de Edmund Crispin sobre el personaje.

El patrón de la trama es típico y no engaña al lector: crimen sucedido en unas circunstancias muy extrañas que la policía por falta de interés o de contar con un investigador adecuado califica de la forma más sencilla posible. Entonces entra en escena la figura de detective aficionado o de consultor de la policía, que ayudará a resolver el caso de la mejor manera con sus agudos instintos, superior inteligencia y memorable capacidad de deducción. Por cierto, que Gervase Fen hará esto dejando al resto de investigadores y al propio lector como a un grupo de idiotas que no han sabido elucubrar quién había sido el culpable del crimen con las evidencias con las que se cuenta. Ya conocemos que el protagonista es un excéntrico insoportable que exaspera a cuantos lo rodean, intentando demostrar a cada minuto su superior cociente intelectual. Y esa es la gracia de la historia, además de la investigación para resolver el caso: cada uno de los ridículos intentos de Fen por intentar parecer superior delante de sus iguales.

La novela está ambientada en el Oxford de 1944, acosada la ciudad por los frecuentes bombardeos alemanes. Estos elementos, el encontrarse en medio de la Segunda Guerra Mundial, están presentes en la historia, aunque resultan por completo secundarios en lo que nos cuenta el autor. Me ha parecido que se trataba de una característica poco explorada en El misterio de la mosca dorada, lo más probable es que el clima general de ligereza, de sátira y de humor, quedaría arruinado por la mayor carga de dramatismo que resultaría en una incidencia más exhaustiva sobre la guerra.

La historia cuenta con una trama y estructura muy clásica y lineal, sin que esto resulte en que parezca aburrido. Al contrario, porque se trata de una obra muy entretenida y que cuenta con el añadido que disfrutarás mucho más de ella si ya has leído las anteriores entregas, aunque igual que en aquellas, esta es por completo autoconclusiva, por lo que pueden disfrutarse de forma independiente.

Por último, cabe destacar el postfacio escrito por el traductor habitual de Bruce Montgomery, José C. Vales. En él nos explica el contexto en el que se desarrollaron las obras del autor británico, las circunstancias y el ingenio que le llevaron a escribir la serie del estrambótico detective aficionado Gervase Fen y la rebosante cultura del autor que abrumaba a sus coetáneos.

Aunque quizá no supere a La juguetería errante, para mí la mejor de la serie, sí que la situaría por lo menos a la altura de Trabajos de amor ensangrentados y algo por encima de El canto del cisne.

Por Alejandro Guardiola