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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Reseña de «Crónicas de la Era K-pop», de Fernando San Basilio

El consumo del café como moda y Fernández deslumbrado por Corea del Sur.

Corea del Sur: un país moderno donde las últimas tendencias importadas de Europa y Estados Unidos, las luces de neón y las grandes empresas conviven en armonía; cuna de la música K-pop con sus grupos de chicos y chicas guapos bailando pegadizas coreografías; aquí los doramas (series de televisión) forman parte de la vida cotidiana de sus habitantes y cuyas audiencias alcanzan cifras astronómicas; pero Corea del Sur también es, desde los últimos años, el paraíso de las franquicias café, fruto de la moda surgida por consumir este apetitoso y aromático «oro negro».

Todo esto nos lo cuenta Fernando San Basilio en Crónicas de la Era K-pop (publicado por Impedimenta), un libro curioso, divertido y con un sutil toque de humor en el que el periodista y escritor se adentra en las calles del Seúl más actual, chic y moderno para relatarnos su viaje y mostrar de forma crítica pero con humor la sociedad coreana del siglo XXI.

Con ironía, San Basilio observa, husmea y se adentra en esta vorágine surcoreana, un universo que a nuestros ojos occidentales nos parece distinto, único. Pero aquí el tema no es la cultura de este país. Ni el K-pop, ni los doramas con sus apuestos y jóvenes actores y actrices. Si hay un protagonista principal y un tema de interés particular, ése es el negocio del café que ha despertado en los últimos años. El viaje de Fernando San Basilio transformado en estas crónicas tiene como interés principal los coffee shops decorados con ese aire parisino que evocan a los cafés europeos; los baristas, esos expertos del café que trabajan tostando, moliendo y experimentando para obtener el café ideal para el momento propicio; y las franquicias de bollería surtidas con deliciosos bollos, panecillos y pastas.

Mediante las diversas conversaciones en torno al negocio y consumo del café que San Basilio mantiene con una estudiante universitaria, el dueño de una tienda de ropa de segunda mano, un actor secundario de doramas, una pareja de estudiantes e incluso una abuelita de noventa años que vende patitos de madera, entre otros, entrevemos que esta surgente cultura del café en un lugar tan alejado como lo es Corea del Sur está estableciendo sus propias reglas y creando todo un mundo de culto alrededor de un producto que nosotros llevamos consumiendo desde hace unos cuantos siglos. Aquí el café es un producto exótico por el mero hecho de ser de importación, extranjero. Y, basándose en la típica pero absurda premisa de «todo lo que viene de fuera es mejor», aquí el café está a un paso de convertirse en un exclusivo artículo de lujo. El precio del consumo de una taza de café es desorbitante, y los establecimientos donde se sirven están decorados con gusto para dar una sensación de confort y cierto toque de distinción. Aquí los consumidores pueden saborear y disfrutar de una sola taza de café macchiato, espresso o cappuccino durante horas. Un consumo, al fin y al cabo, dirigido por grandes empresas dispuestas a conseguir el máximo beneficio.

Y en medio de toda esta fiebre del café está Fernández –podría decirse que el alter ego del mismo San Basilio–, un español con aires de despistado que ha venido a Seúl para participar en la Gran Feria Internacional del Café, pero que una vez terminada, Fernández tan sólo encuentra una y mil excusas para quedarse un poquito más en este país lleno de contrastes que lo han dejado, sino estupefacto, al menos encandilado. En los capítulos pares de estas crónicas, Fernández se sirve de la ironía para contarnos sus aventurillas por Corea, los estrafalarios personajes con los que se encuentra y la desesperación a la que somete a la pobre empleada de la Agencia Favorecedora de la Internacionalización de la Economía Coreana que lo llama constantemente para acordar de una vez el regreso de Fernández a España.

Un libro de crónicas peculiar, disparatado, único en su especie y con un Fernando San Basilio/Fernández como observador que se sirve del humor para hacer una crítica de una sociedad surcoreana occidentalizada de consumo rápido y modas pasajeras. Una lectura ágil salpicada de una ironía traviesa con la que el lector sonreirá, se embriagará y, finalmente, se deslumbrará ante un país moderno y plagado de contrastes seducido por las últimas modas venidas de Occidente. Y todo esto acompañado por el sabor y el aroma del café.

Por Iona Rivas Vives