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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Reseña de «Los diarios de Adán y Eva», de Mark Twain

«Twain fue un pensador radical, preclaro, fruto de su vida completa, su mente libérrima y su vocación periodística.»

Se toma a veces a Mark Twain -aquende el Atlántico- como a un escritor simpático pero con una producción cuyo discurso está preferentemente dirigido a adolescentes. Tal circunstancia solo puede proceder de una lectura superficial de las aventuras de Tom Sawyer y Huckleberry Finn. Pero Twain (Florida, Misuri, 1835 – Redding, Connecticut, 1910) es mucho más que su sentido del humor, que no es poco valor dentro de su magnífica literatura. Nacido Samuel Langhorne Clemens, el autor de El príncipe y el mendigo fue un pensador radical, preclaro, fruto de su vida completa, su mente libérrima y su vocación periodística. Y puede decirse que es, junto con Melville, el patriarca de las letras estadounidenses. Su finura melancólica y su lucidez -que hacia el final derivaron en un fenomenal cascarrabias pesimista- exceden cualquier pacata clasificación libresca rotulada como infantil-juvenil. Véanse si no Los diarios de Adán y Eva -obra que en España ha vivido un esplendor inesperado de la mano de la adaptación teatral liderada por el actor Miguel Ángel Solá-, una sobrada prueba de su genial irreverencia y de su acertada disección de las debilidades humanas. Para celebrar estos textos, nueva traducción y fantástica edición bellamente enriquecida con las ilustraciones de Sara Morante.

Por H. J. P. (La voz de Galicia)