El escudo, tan gastado, de dos ángeles dormidos esperan la llegada del Juicio Final. Están sobre una puerta, la de uno de los más antiguos colleges, el del St. Angelicus, cuya fundación se debe a una bula del papa Kuna, aquel Benedicto XIII, tozudo como buen aragonés, que fue elegido con toda la legalidad y destronado con toda ilegalidad. Benedicto se trasladó a Peñíscola y allí murió agerrado a su legitimidad.
He nombrado a la más que bella ciudad de Salamanca. Una curiosidad, Benedicto XIII se preocuó mucho y favoreció a la universidad salmantina; de hecho, según la tradición se le representa en un escudo de la fachada…
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Por Antonio Garrido.