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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Seis disparadores de El Ruletista de Mircea Cărtărescu

El Ruletista se establece como un personaje excepcional, con una mala suerte extraordinaria pero convincentemente ilustrada con sucesos y anécdotas.

Sin más preludio que estas líneas, ahondemos en algunas de las claves que hacen de esta milimétrica obra del escritor rumano un relato inolvidable.

El narrador y el lector: vida y muerte.

El narrador de El Ruletista es un personaje que fusiona su existencia, dentro de la trama que relata, con un nivel superior de ficción, su propia existencia, y la relación simbiótica entre la lectura de sus palabras y su escritura. Vive mientras es leído. Por eso, la salud del narrador decae a medida que avanza su recuento (pág.54, por ejemplo), porque cuando el lector quite su vista del texto, habiendo terminado la lectura, ‘matará’ al narrador, pero solo de manera transitoria, pues cuando alguien vuelva a abrir las páginas y adentrarse en el libro, este resucitará.

“Mi lector de ahora no es otro que la muerte.” “Estas hojas contienen mi proyecto de inmortalidad” Pág.18.

Efecto convincente del narrador que se distancia.

Para dar vida al relato resulta efectiva la distancia que el locuaz narrador toma de la historia que relata. Los alardes de sufrir y apretar los dientes para evitar tics estilísticos y escribir una hagiografía sobre El Ruletista equilibran las intervenciones en las que el narrador habla sobre sí mismo y su propio proyecto (su apuesta personal) al hacernos creer que eso que nos va contando a cuentagotas realmente sucedió y debe ser contado con urgencia y veracidad.

Dosificación del material

La dosificación de la historia es un componente central del suspenso que crea Cărtărescu en El Ruletista. Los hechos son recontados sin adelantarnos el desenlace, con los ojos que el narrador ‘tenía’ en el tiempo en que ‘sucedieron.’ La coherencia en esta estrategia narrativa es esencial y nunca se rompe. El narrador no cuenta la historia como quien ya sabe lo que sucedió, sino va contando lo que vivió en el orden en que lo vivió y con las mismas emociones.

Mística

Paralelamente, la historia va introduciendo una mística propia de su universo, preparándonos para lo que vendrá después. El Ruletista se establece como un personaje excepcional, con una mala suerte extraordinaria pero convincentemente ilustrada con sucesos y anécdotas.

Ambientación

De particular intensidad resultan los episodios concretos en los que se juega a la ruleta. La ambientación que hace Cărtărescu al describir detalles visuales, sonidos y olores propios de los lugares y ambientes donde se juega la vida El Ruletista, atrapan la concentración del lector mientras ralentizan el paso del tiempo para generar una tensión inescapable.

Concatenación del sino y salto a lo fantástico

La acumulación progresiva de sucesos cada vez más ‘imposibles’ prepara el salto a lo fantástico. El Ruletista sobrevive una ruleta tras otra y cuando ya parece imposible que lo siga haciendo, la fuerza imparable de su sino inexorable (de sus derrotas) estremece el mundo con un terremoto que lo aleja de la muerte.

Sorteada la historia principal, el narrador moribundo termina por escabullirse en una ficción infinita que se recoge sobre si misma.

“Porque los personajes no mueren jamás, viven siempre que su mundo es “leído.” Pág.58.

Stany Sirutis