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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Los tres Cristos de Ypsilanti, de Milton Rokeach: una ventana a nuestro mundo interior

Esta investigación clásica de psicología social sentó las bases sobre las cuales hoy en día se ayuda a mejorar la vida de muchas personas.

Un experimento psiquiátrico real. En el Hospital Estatal de Ypsilanti (Michigan, USA) tuvo lugar un encuentro extraordinario. Entre 1959 y 1961, tres hombres, cuyos nombres fueron cambiados para mantener su anonimato, se sentaron frente a frente y descubrieron, para su sorpresa, lo que hasta entonces era para ellos un imposible: había otras dos personas en el mundo que decían ser Jesucristo. Si Jesucristo era cada uno de ellos, ¿cómo era posible que otras personas creyesen lo mismo?

Esta es la base experimental sobre la que uno de los psicólogos sociales más importantes hasta la fecha, Milton Rokeach (Polonia, 1918 – USA, 1988), desarrolló un experimento clave en el estudio de la identidad de las personas, en cómo estructuramos nuestros valores y nuestros sistemas de creencias, y en qué estrategias ponemos en marcha cada vez que esos sistemas de valores y creencias se exponen a distintos riesgos cuya fuerza los pone en evidente contradicción y serio peligro. De este experimento surgieron numerosos informes clínicos, y a partir de ellos, Rokeach elaboró un libro clave en la historia de la psicología y, por extensión, en la comprensión de la mente y el comportamiento humanos: Los tres Cristos de Ypsilanti (Impedimenta, 2016; originalmente publicado en inglés durante 1964).

Sobre estos sistemas de valores y creencias pivota la identidad de las personas, quiénes somos y cómo nos afecta aquello que nos pasa. Los tres pacientes tenían orígenes muy distintos, historias personales muy diversas, pero todos ellos pasaron por situaciones críticas que los condujeron al mismo diagnóstico: esquizofrenia paranoide. O, lo que es lo mismo, a crear una identidad que los mantenía totalmente aislados de aquello que los rodeaba. A modo de cortafuegos ante el mundo, los tres construyeron una identidad “nueva” basada en algún modelo conocido, y con ella, un sistema de creencias sostenible únicamente por sí mismo, sin buscar ni necesitar la aprobación de otros, familia o amigos o la sociedad en su conjunto. Por eso una de las características fundamentales del perfil esquizofrénico paranoide es el aislamiento, la soledad y el desarraigo (impuesto o voluntario); evitando cualquier enfrentamiento a Lo Real que pudiera derrumbar su extraordinario cortafuegos.

Milton Rokeach pensó que, para provocar cambios en ellos, para buscar algún tipo de mejoría o, simplemente, para buscar algún cambio en su estado que pudiese provocar cambios en su identidad y sus creencias -consiguiendo datos a partir de los cuales mejorar el tratamiento también en otros casos, el método de la confrontación con otros era el mejor.

En este libro se narran las distintas fases de la investigación, los distintos experimentos que se desarrollaron dentro de esta investigación, y cómo cada uno de los cambios experimentales que se produjeron tuvo su efecto en cada uno de “los tres Cristos”.

Esta variabilidad experimental se refleja en un notable cambio de tono. A través de la lectura podemos percibir, incluso, cómo cada uno de los cambios introducidos en el experimento por el investigador afecta, de forma más o menos profunda, a cada uno de los tres sujetos experimentales: Clyde, Joseph y León. Así haciendo comprobamos, casi como si lo sintiésemos en carne propia, la dureza mental de un Clyde firmemente aferrado a su identidad, pero también la volatilidad (asentada sobre una clara inteligencia y sensibilidad) de León, por eso en constante confrontación amistad-enemistad con un más guerrero Joseph que le discute sus más significativos cambios de actitud como forma de consolidar su propia identidad. Ello nos lleva de fragmentos humorísticos, a momentos de extrema tensión, a confrontaciones físicas o a observar a nuestros protagonistas meditabundos de un lado para otro.

Sus estrategias de evitación pueden resultar sorprendentes: inventarse identidades imposibles, aceptar la existencia de identidades que saben falsas (presuntas parejas que les envían cartas con “órdenes” para mejorar su vida), adaptar sus creencias a través de vericuetos y cambios retorcidos que busquen un nuevo sentido a lo que -hasta entonces- era Lo Real para ellos, etc. Pero lo importante aquí es el sentido de estas estrategias: la necesidad de aferrarse a estos cortafuegos que los mantienen a salvo del Mundo, de esa Realidad que los ha llevado a encerrarse en sí mismos, protectora. Hasta el punto de que en casos de esquizofrenia paranoide lo que, en la mayor parte de las personas, es gestionar la diversidad de relaciones que tenemos con las muchas personas que forman nuestro contexto, para ellos es una huidiza vía de escape fundamentada en el miedo y solo fiable si es creada (controlada) por ellos mismos.

Milton RokeachOtro debate planteado por este libro, latente durante todo el tiempo, pero solo evidente al final, cuando llegamos al “Postfacio. Algunas dudas sobre los tres cristos: veinte años después”, datado en 1981, tiene que ver con la ética experimental. Es verdad que la única forma de provocar cambios en las personas que viven en una Realidad artificial es contrastarla, enfrentarla con las evidencias provistas por Lo Real. Pero, ¿es el enfrentamiento con Otros que mantienen lo mismo que Uno el mejor método para la mejora y/o la curación de los pacientes? Sin duda, el experimento de Rokeach ha sido muy útil para conseguir datos o para confirmar conclusiones o para elaborar investigaciones nuevas que han ayudado a mejorar la forma en cómo tratar a este tipo de pacientes. Pero, si era la mejora de los pacientes un fin en sí mismo de aquella investigación, ¿podemos considerarla un éxito, sí o no?

El propio profesor Rokeach afirma en su “Postfacio” que, de ser hoy en día (1981), no habría elegido el enfrentamiento sino “la autoconfrontación” como metodología, que el libro habría sido muy diferente a como entonces se publicó, e incluso el diseño y desarrollo de la investigación habrían cambiado substancialmente; además de ayudarle a él en un momento de su carrera dónde también él creía ser Dios al desear interferir substancialmente e intentar cambiar la vida de aquellas tres personas. Con todo, lo que hoy tenemos en nuestras manos con Los tres Cristos de Ypsilanti (Impedimenta, 2016) es una investigación clásica de la psicología social que sirvió no solo para conocernos mucho mejor, sino que también sentó las bases sobre las cuales hoy en día se ayuda a mejorar la vida de muchas personas.

Un libro que es, en verdad, una ventana a nuestro mundo interior.