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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Historias de lobos con otra moraleja

Hay un glosario que aclara ciertos conceptos naturales.

Me gustan los cuentos que hablan del lobo, ese ser magnífico y simbólico que representa lo más puro de la naturaleza, la libertad, la magia e incluso la inteligencia de los espacios abiertos. Pero verdaderamente, a estas alturas de la vida, ya tan sólo me interesan aquellos libros que retratan a tan fantástico animal como el bueno de la novela o del cuento y no como el malvado o feroz al que hay que temer desde que somos niños. Para fortuna de un naturalista que admira la vida espontánea, cada vez existen más obras literarias publicadas en este sentido.

Por ejemplo, una de ellas es libro de lujo que ha publicado recientemente la Editorial Impedimenta, cuyo título es Los lobos de Currumpaw. El autor del texto y los dibujos de este cuento, William Grill, es otro lujo, una estrella emergente en la escena del libro ilustrado británico, pues su trabajo has sido premiado en distintas ocasiones siendo colaborador de revistas como la prestigiosa Nobrow o del periódico New York Times.

El joven Grill, inspirado en un primer relato clásico del año 1898 llamado Animales salvajes que he conocido, nos narra con esta novedad editorial de Los lobos de Currumpaw la historia de un cazador y naturalista inglés del siglo XIX, Ernest Thompson Seton, protagonista a su vez de un legendario relato de redención que marcaría realmente el comienzo del movimiento de conservación de la naturaleza y la vida salvaje amenazada en Norteamérica.

La obra que reseñamos es una fábula que nos adentra con sus bellos dibujos y escasos textos en lo que serían los últimos días del Viejo Oeste, situándonos concretamente en las vastas llanuras abiertas de Nuevo México. Allí vive una manada de lobos a los que los ganaderos locales acusan de haber causado estragos en sus rebaños y a los que quieren dar caza por todos los medios, poniendo precio de hasta mil dólares por la cabeza del cánido que lidera la manada, un ejemplar mítico llamado Lobo.

Conforme avanzan las páginas y el relato, ya en el séptimo capítulo, será Seton -el rastreador contratado para dar muerte al animal- quien tras entablar una relación directa con el grupo del increíble Lobo y su pareja -Blanca- reflexiona y aprende al apreciar los hábitos de lo que él considerará una sociedad admirale. Nacerá así, entonces, «un hombre nuevo» preocupado por el amor a la naturaleza y a los habitantes del bosque.

De este libro, además, me gusta mucho la portada -que parece una alfombra textil-, la fluidez de la historia que lo nutre, la moraleja y, por supuesto, los coloridos dibujos artesanos que constituyen el cuerpo y el alma de la obra, cuyo autor es por cierto el mismo quien el año 2015 ganó la Medalla Kate Greenaway con el libro El viaje de Shackleton (Editorial Impedimenta), traducida a 14 idiomas.

Nuestro libro sobre lobos culmina con varios detalles: un glosario que aclara ciertos conceptos naturales, una reseña de otros libros, lugares y páginas web del mundo de los lobos y su defensa… y esta frase del año 1888, del propio Ernest Thompson Seton, donde se resume fielmente la no tan nueva filosofía de respeto a la vida y a la naturaleza: «Desde Lobo, mi más sincero deseo ha sido enseñar a la gente que cada una de nuestras criaturas salvajes nativas es en sí misma un preciado legado que no tenemos derecho a destruir o a poner más allá del alcance de nuestros hijos».

Eduardo Viñuales Cobos