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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Al oro me humillo

La cámara verde es una de esas novelas que dejan huella. Dotada de un humor corrosivo y una clasicismo tan elegante como conmovedor, narra el auge y caída de una familia que eleva la tacañería hasta cotas inconcebibles, ofreciendo un relato tan original como luminoso en el que nada es lo que parece.

Si el lector español disfruta de este libro contribuirá a la justicia literaria pues probablemente su autora, Martine Desjardins, dejará de ser otra ilustre desconocida para el amante de las buenas lecturas, y acreditará así el acierto de la editorial Impedimenta al elegir un título cuyo alumbramiento se antoja prematuro para lo extraordinario que es. Y es que, queridos lectores, La cámara verde debería aspirar a convertirse en uno de los mejores libros publicados este año.

Avalado por el premio Jacques-Brossard a la mejor novela fantástica publicada en Canadá el pasado 2017, La cámara verde trasciende el género para convertirse una maravillosa joya literaria que retuerce el imaginario dickensiano hasta extraerle toda la esencia, y elaborar con tan preciosa sustancia una historia agridulce que mantiene en vilo las emociones, sin dar tregua a la capacidad de asombro con un estilo, sin embargo, de elegante clasicismo en el que habitan con pasmosa naturalidad aspectos que coquetean con el absurdo y, en ocasiones, el surrealismo más des-atado; eso sin perder en ningún momento el rumbo y con un ritmo tan vigoroso que hace de su lectura un placer tan singular como estimulante.

Desjardins, que ya había obtenido el mismo premio con su anterior novela, Maleficium, (no la busquen en castellano), regresa al universo libertario de la imaginación para ofrecer una satira descarnada y disparatada sobre la avaricia extrema. Si pensaban que Scrooge, Arpagon o el dómine Cabra alcanzaban el cénit de la codicia y la tacañería, esperen a conocer a la familia Delorme. Louis-Dollard, su mujer Estelle, y sus hermanas Gástrula, Mórula y Blástula son el producto prefeccionado de la mezquina interpretación de la existencia de Prosper Delorme, patriarca de la familia y fundador de una peculiar orden religiosa que rinde culto al dinero. A partir de una misteriosa moneda de plata, pieza primordial, amasan una cuantiosa fortuna que ocultan en un sótano acorazado al que llaman la cámara verde. Los Delorme ofrecen un manual de la racanez y su vida transcurre todo lo plácida que se puede es-perar de quien recela hasta de su sombra, hasta que irrumpe en sus vidas una joven huérfana, Penny Sterling, y regresa a casa Vincent, hijo y heredero de los bienes familiares. Entonces todo en sus miserables vidas dará un giro monumental que Desjardins narra sin escatimar sarcasmo y crudeza.

La escritora canadiense recurre a la clasica estructura argumental del folletín, y a sus personajes arquetípicos (una familia malvada, un joven noble, la muchacha huérfana bella, desvalida aunque resuelta), para construir una historia original y poderosa a base de capas de ingenio, humor negrísimo y situaciones que estira hasta lo inconcebible que resuelve con apabullante elegancia y sobrecogedora vivacidad, con unos persojanes grotescos, atmósferas inquietantes, un suspense bien administrado, elipsis certeras que dotan de eficacia a la narración y dosifican con tiento la información precisa para comprender la trama y, sobre todo, recrearse en los detalles tan cuidados como determinantes de su discurso, un estilo luminoso que resalta los rasgos ambientales y personales alcanzando en ocasiones un hiperrealismo descarnado y, lo que hace que la obra sea absolutamente irresistible, un narrador singular: la propia mansión que cobija a tan varipinto elenco.

La ruinosa vivienda es el personaje principal de esta historia inclasificable. Y no ejerce de rara maestra de ceremonias sino que actúa animada por un misterioso y sutil encantamiento, convirtiéndose en un deus ex machina que intervendrá activamente en el desarrollo de los acontecimientos. Su relato transporta al lector no sólo a los orígenes de la familia Delorme, sino a los del lugar donde está erigida, una urbanización de lujo conocida como el Enclave y que no es otro lugar que el barrio de Mount Royal, cercano a Montreal y donde nació la propia autora. La mansión dirige el ritmo del relato y muestra sus sentimientos en un alarde de imaginación que resulta de lo más original, con un estilo tragicómico que imprime al relato aún más agudeza sin cabe. El resultado es una novela extraordinaria que se lee de un tirón degustando los pequeños e intensos placeres entre tanta miseria.

ANTONIO J. UBERO