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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«A la deriva», la mejor Fitzgerald

La editorial Impedimenta rescata la fascinante novela de Penelope Fitzgerald, basada en la experiencia personal de la propia autora. «A la deriva» encumbró a Fitzgerald, que ya había iniciado su consagración con «La librería».

Ganadora del Booket Prize en 1979 y basada en la experiencia personal de la propia autora, Penelope Fitzgerald encuadra en A la deriva la etapa más complicada de su vida, los años que pasó viviendo en una barcaza sobre el muelle de Battersea del río Támesis.

En la novela, ambientada en 1961 o 1962 y ahora reeditada por Impedimenta, los que viven en las embarcaciones quizá aspiren a disfrutar de las altas condiciones de vida de las zonas más adineradas de la ciudad, como pueda ser Chelsea, pero «a causa de la imposibilidad de ser como los demás se quedan encallados, junto a tantas otras cosas arrastradas por la corriente, en los embarcaderos enlodados del canal de marea».

El personaje central de A la deriva es una joven canadiense, Nenna James, que se ve obligada a aceptar que su marido inglés, que la ha abandonado dejándola sola con sus dos hijas, nunca volverá a su lado. Ella, que tiene una vocación artística que no ha llegado a cumplir (se formó como violinista), vive en una casa flotante llamada Grace, igual que había hecho Penelope Fitzgerald. Mientras en La librería Fitzgerald había creado una vulnerable protagonista femenina a la que se la había privado de una historia y que se encuentra en un entorno del que apenas tiene conciencia, en A la deriva rezuma la capacidad madura y concisa de la autora para crear vidas completas y fascinantes a partir de unas simples coordenadas.

El cuadro de personajes de este libro lo componen también los otros propietarios de los barcos: el elegante Richard Blake y su desencantada esposa, una marinera de agua dulce; Maurice, un chapero demasiado acomodaticio; Sam Willis, un anciano pintor especializado en marinas, que quiere vender su barco antes de que se hunda. Todos conforman esta singular novela, donde los niños también son originales e imitadores de los gestos de los adultos. Martha y Tilda son las únicas niñas del libro y le sirven a su autora para adentrarse en los antecedentes del relato. Tilda tiene seis años y su mundo es el río, observado desde el mástil del Grace, donde pasa largas horas sumida en unas ensoñaciones en las que se mezclan el pasado y el presente.

Todos los libros de Fitzgerald no surgen de lo superficial, sino que son producto de la madurez y la reflexión, y tienen una profundidad inigualable, resultado de la acumulación de anclajes, penurias y conocimientos; de la experiencia, en definitiva. Su creación muestra que tras las pérdidas y los cambios propios de la madurez, aún puede llegar la sensación de que hay una nueva oportunidad. Hasta que no falleció su padre, Edward Knox, en 1971, Penelope Fitzgerald no escribió su primer libro, una biografía del artista Edward Burne-Jones, que apareció en 1975 , cuando la autora tenía cincuenta y nueve años de esconder la cabeza como los avestruces.

Porque afrontar los retos es un modo de encarar lo que ya tenemos sobre nosotros como la espada de Damocles: una oportunidad de desarrollo, de buscar una modernización refinada y un nuevo vehículo con el que encarar las relaciones socionaturales de una forma más sostenible y, por qué no decirlo, más justa.

ALBERTO LLITERAS LEZCANO