cabecera 1080x140

Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«El Ruletista»

¿Qué hay de un autor en su novela? ¿Puede escribirse sobre la realidad sin adornos, sin transformación, sin que la imaginación tiña lo que pretende ser la mera descripción de un recuerdo o un suceso vivido?

¿Qué hay de un autor en su novela? ¿Puede escribirse sobre la realidad sin adornos, sin transformación, sin que la imaginación tiña lo que pretende ser la mera descripción de un recuerdo o un suceso vivido?

Esta, que es una de las grandes preguntas en torno al hecho de escribir, se constituye en el conflicto principal que vertebra El Ruletista.

«Pero ¿qué puede hacer un hombre que ha dedicado toda su vida a escribir literatura? ¿Cómo puedes abandonar los arcanos del estilo? ¿Cómo, con qué instrumentos puedes exponer en una página un testimonio puro, libre de la cárcel de las convenciones artísticas? Tengo que asumirlo y tener el valor de reconocerlo: de ninguna manera»

Había oído hablar mucho y bien sobre Mircea Cârtârescu (Bucarest, 1956), y tenía muchas ganas de leer algo de él. Decidí empezar con El Ruletista, pensando que un relato de poco más de 50 páginas me serviría para decidirme, para saber si me gustaba o no, y si compartía las alabanzas que había leído. Os adelanto que así ha sido. He leído El Ruletista dos veces seguidas. Ahora soy fan de este escritor al que muchos ven ya como el primer Premio Nobel rumano.

La historia que se nos cuenta parece simple: un hombre sin suerte comienza a jugar a la ruleta rusa y, sorprendentemente, siempre gana. Cuando aprieta el gatillo la bala nunca se dispara. Poco a poco el Ruletista va tentando cada vez más al azar, introduciendo primero una bala, luego dos, luego tres,…De forma paralela, el narrador —que parece ser la personificación del propio autor pero cuando ya está en el final de su vida— nos cuenta su propia historia: es un viejo escritor a punto de morir, y se lamenta de no haber podido escribir nada real; la literatura no es buen lugar para contar la realidad, según nos dice. Sus ganas de escribir algo que haya ocurrido de verdad es lo que le motiva a contarnos la historia del Ruletista, a quién conoció mucho tiempo atrás.

Y cuando estamos más confiados, cuando la curiosidad por lo que le pasará al Ruletista nos adhiere al libro sin remedio, creyendo que es una historia verídica, atrayente y morbosa, el autor hace un doble mortal con tirabuzón, ejecutado con maestría, y ya no sabemos si el Ruletista y el propio narrador son reales o simples personajes de ficción.

«[…] he conocido al Ruletista. Eso no puedo ponerlo en duda. A pesar del hecho de que era imposible que él existiera, lo cierto es que ha existido. Pero hay un lugar en el mundo donde lo imposible es posible, se trata de la ficción, es decir, la literatura. Allí las leyes del cálculo de probabilidades pueden ser infringidas, allí puede aparecer un hombre más poderoso que el azar. El Ruletista no podía vivir en el mundo, lo cual es en cierto modo una forma de decir que el mundo en el que él vivía era ficticio».

Quién sabe. Cuando terminas de leer, la historia se queda jugando en tu mente, como una pelota de papel arrugada que cuando la sueltas empieza a deshacerse, a abrirse, poco a poco. ¿Es el propio Cârtârescu el narrador? ¿Realmente, el narrador adquiere conciencia de sí mismo, de que es sólo letras de la mano de un autor? ¿El Ruletista existió o no?¿El narrador descubre que es un personaje, o es el escritor quién se dice a sí mismo que sólo existe en sus obras?

¿Realmente existió El Ruletista?

Leedlo, y decidid vosotros mismos. Poco más de cincuenta páginas que sirven para demostrar que la buena literatura no tiene porque encerrarse en tochos inabarcables. Os prometo que cuando terminé de leerlo, la segunda vez, pensé ¿Seré yo también un personaje de este relato?

Que lo disfrutéis.

Félix