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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

La mamá de Frankenstein

Mary Wollstonecraft Godwin (1797-1851), más tarde conocida como Mary Shelley siempre será recordada como la escritora que le dio al mundo ese «monstruo» llamado Frankenstein.

El libro más conocido en el que aparece este personaje de ficción es Frankenstein o el moderno Prometeo (1818 y revisado en 1831), un texto que es parte novela gótica y parte novela filosófica. Considerado también a menudo, como un ejemplo temprano de lo que sería un nuevo género llamado ciencia ficción. En el texto -a modo de sinopsis muy general- Shelley narra las terribles consecuencias que surgen después de que un científico haya creado artificialmente a un ser humano. Un monstruo que se hizo muy famoso y que fue fuente de inspiración para una criatura similar en numerosas películas de terror estadounidenses.

La novela se ideó cuando Shelley tenía tan solo 18 años, y se produjo por la aparición de un sueño que cambiaría su vida para siempre. De vacaciones en el lago Lemán de Ginebra en Suiza, se hospedaba allá por el año 1816 con los poetas Lord Byron, Percy Bysshe Shelley (su futuro esposo) el médico John Polidori y Claire Clairmont. Byron propuso al grupo que escribieran para amenizar la estancia, historias sobre fantasmas para luego votar al ganador. Una imagen que podría ser el principio de cualquier novela o película de terror o incluso de misterio. Shelley basó su relato en su sueño, escribiendo a través de la voz de su protagonista: «mis sueños eran todos míos; no se los conté a nadie; eran mi refugio y mi más querido placer cuando estaban libres».

El texto se escribió en un momento en que los científicos estaban investigando la posibilidad de regenerar cadáveres con la electricidad. El protagonista del relato era el profesor Víctor Frankenstein obsesionado por conocer «los secretos del cielo y la tierra», en su afán por descubrir «la misteriosa alma del hombre», crea ese cuerpo artificial a partir de la unión de distintas partes de cadáveres diseccionados. Los intentos del científico de reanimar a ese cadáver tienen unas consecuencias bastante trágicas.

La descripción de la criatura realizada por Shelley se nutre del personaje de Satán en El paraíso perdido de John Milton, aunque el nuevo ser no es malvada por naturaleza, se vuelve maligna después de ser rechazada por su creador y por la sociedad. A lo largo de los años ha habido numerosas adaptaciones para teatro y cine, y el trabajo ha alcanzado un estatus icónico. Byron describió su historia como «un trabajo maravilloso para una niña» y decidió convertirla en una novela. Dos años después, en 1818, se publicó.

Ahora, en el 200 aniversario de su publicación, la escritora canadiense Linda Bailey (1948) y la ilustradora española Júlia Sardá (1987) firman un libro ilustrado excepcional. Con Mary, que escribió Frankenstein(Impedimenta), nos acercan a la figura de una niña soñadora «madre» de un monstruo inmortal. Criada por un renombrado padre filósofo en el siglo XVIII en Londres, Mary es una soñadora adolescente decidida a dejar su huella en el mundo. Su madre -fue también filósofa- a la que no llegó a conocer, guarda una relación sentimental muy particular, ya que Mary se iba a leer a los pies de su tumba casi todos los días.

El libro ilustrado nos relata ese evolución de Shelley hacía la madurez y ese momento de creación de su obra cumbre en el lago Lemán y su relación de amor bohemia, marcada por la pasión y la tragedia personal que transformará a Shelley y alimentará la escritura de su obra maestra gótica.

Frankenstein fue un éxito instantáneo. Un golpe de suerte para un primer libro, que es ahora una de las novelas góticas más populares de todos los tiempos. Fue considerada una novela tan masculina que cuando se publicó de forma anónima (como era común en las obras escritas por mujeres), muchas personas la atribuyeron a su esposo. Pero los Shelleys se apoyaron mutuamente en su trabajo, tanto en la edición como en la promoción de sus escritos, y las notas de Percy Shelley se encontraron en las primeras ediciones del libro por este motivo.

Pablo Delgado

Las ilustraciones de Sardá se definen por su gran estilo particular en el que lo oscuro predomina en un juego elegante del empleo de los colores terrosos que hacen sus composiciones prácticas y detallistas que transmiten en su totalidad acogimiento cuando lo piden y sobrecogimiento cuando lo necesitan expresar. Sardá tiene en su haber varios libros ilustrados y con Los Liszt (también editado por Impedimenta), fue su primer libro como autora completa.

En definitiva, Shelley le da vida al mundo de una mujer pionera que desafió las convenciones y canalizó a sus demonios más íntimos en una leyenda durante siglos. Bailey y Sardá han dado al mundo editorial de la ilustración un libro bello, que demuestra con pocas palabras una maestría sin falla en el dibujo y una extraordinaria capacidad de síntesis y de puesta en página, en la que se expresa una plenitud de la existencia a través de la creación gráfica, por lo que Shelley nos habla y los dibujos de Júlia Sardá, también. Un cultivo del buen gusto y la elegancia del dibujo.