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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Mircea Cărtărescu, Literatura a lápiz

Llamarse a sí mismo escritor le parece tan pretencioso como considerarse profeta o iluminado. Sin embargo, le guste o no, es uno de los autores del momento.

MIRCEA CĂRTĂRESCU, el escritor rumano más determinante de las últimas décadas acaba de recibir el Premio Formentor de las Letras 2018 y de publicar El ala izquierda (Impedimenta), primera parte de la trilogía El cegador, un proyecto literario abrumador y visceral que explora la naturaleza humana con la solidez habitual en él, un autor en cuyas ficciones caben muchos mundos, incluida la realidad. «Yo no hago distinción entre mis recuerdos reales y los recuerdos construidos por mí», dice. «En las partes de las que no tengo recuerdos no tengo ningún problema en inventarlos… y muchas veces los fabricados han parecido más reales que los verdaderos. No soy memorialista, soy un novelista, o mejor dicho, un poeta disfrazado de novelista».

Nos citamos con él en una terraza del Hotel Barceló Formentor, donde lleva cinco días celebrando su premio. El hombre de letras a la antigua usanza sujeta un lápiz. De hecho, escribe sus novelas a mano. «También utilizo el ordenador, pero no con la literatura. Como soy profesor universitario, trabajo libros y artículos académicos en el ordenador, pero la literatura es otra cosa… Soy terriblemente tradicional y solo puedo encontrarme a mí mismo cuando escribo a mano, es una relación mucho más íntima con la página y con el ambiente que provoca la inspiración. Así, hago bucles barrocos que demoran el proceso; con El cegador, escribí a mano más de mil paginas en varios cuadernos que todavía conservo en casa, de la primera a la última página contienen un texto que fluye sin borrones ni modificaciones». Lo cual no quiere decir, ni mucho menos, que sus novelas sean lecturas fáciles.

«Este texto no es humano y no consigo descifrarlo», confiesa el narrador de El ala izquierda a comienzos de la novela en relación a lo que está escribiendo. ¿Son los textos que el lector no consigue descifrar más meritorios? «Creo que los mejores libros son aquellos que tienen muchos códigos y pueden, por tanto, ser leídos en todos los niveles posibles. Desde el literal a uno más sofisticado. Por ejemplo, Crimen y castigo puede leerlo cualquiera, quedarse simplemente en la intriga policíaca y estar encantado, pero también llegar al nivel metafísico e incuso al teológico. Yo intento escribir con múltiples códigos y, aunque no lo consigo con tanto éxito, me esfuerzo para que al menos algunos fragmentos puedan ser leídos por cualquiera».

La brisa y los pinos parecen disipar su fama de misántropo. Quizá también su camisa floreada. Formentor parece amansar a Cărtărescu. «Esto no es mi vida –dice mirando a las amplias escaleras del jardín que conducen al mar–, son vacaciones. Periodos concretos en los que me veo obligado a representarme a mí mismo, y en los que soy menos yo. La fama es un complot en contra de tu escritura. No me gusta. Voy a empezar a tomar medidas…». Bromea. Incluso ríe. Pero no suelta el lápiz.

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