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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

VOSS

«Las pequeñas mentiras son las más difíciles de decir.»

Johann Ulrich Voss es un explorador alemán llegado a Australia para liderar una expedición a través del continente, el temido outback; Laura Trevelyan —una Elizabeth Archer condenada a un destierro geográfico e intelectual—, una joven inglesa huérfana adoptada por sus tíos, es la sobrina del empresario que financiará el intento. Entre ambos, a pesar del rechazo mutuo inicial, se establecerá una relación de reprimida admiración que no es difícil identificar con el fenómeno de la atracción de los polos opuestos y que adquirirá tonos metafísicos cuando la expedición parta en busca de su objetivo. Sobre estos dos pilares se sostiene Voss (Voss, 1957), la novela del único Premio Nobel australiano Patrick White.

Tras esa presentación, la novela adquiere una configuración dualista, que puede ser interpretada incluso en términos religiosos —Laura ha apostatado y Voss ha perdido la fe—, explotada por el autor a diferentes niveles: la costa y el interior, perfectos representantes del paraíso y el infierno; los dos grupos que configuran la expedición, cada uno con un líder antagónico, que personifican la fuerza y la inteligencia; la vida en sociedad, tratada por el autor con un celo que limita con la condescendencia, y el día a día de los expedicionarios, condenado a una espiral de dramas que convergerán en la inevitable tragedia; las ideas de paternidad enfrentadas de Laura, que no duda en acoger a la hija de una criada fallecida, y sus tíos, que trajeron de Inglaterra los prejuicios y los convencionalismos; pero en ese contexto de mundos-espejo enteramente aislados, reserva una de esas dualidades, la principal, la del explorador y Laura, para que actúe como nexo de los antagonismos mediante una peculiar comunicación, también dualizada, a través de las cartas que no llegan a su destino y las visiones que experimentan ambos.

El escenario familiar muestra la vacuidad e irrelevancia de la vida de la burguesía, personificada en la procedente de la explotación de la tierra, la agricultura y la ganadería, y el comercio; es el intento colonial de reproducción de la vida de la metrópoli, pero sin corte ni aristocracia, y con la moral y las costumbres algo más relajadas.

Como contrapartida, la atracción de lo desconocido, que actúa sobre los diferentes expedicionarios de acuerdo con sus particularidades y con lo que esperan obtener de su aventura, y cuyos medios reflejan también sus deseos más ocultos, acaba multiplicando la misma esencia del viaje, de modo que no de trata de una sola expedición sino de tantas como integrantes.

De esta manera, la travesía del continente adquiere la singularidad del viaje iniciático a través de los laberintos de las relaciones entre los expedicionarios y los desiertos de los desacuerdos y los inevitables enfrentamientos, una búsqueda que no parece tener más objeto que poner a prueba los límites de la voluntad, y que cuanto más se aleja del punto de partida —y, en particular, a Voss de Laura— más parece acercarse a aquellas cuestiones que transcienden el espacio. Entre ellas, asistimos a la transformación paulatina de un ser insociable que se aproxima más a la humanidad a medida que se aleja de sus congéneres y que comparte cada vez más intimidad el viaje con la persona de quien más se aleja, un viaje que, a pesar de que la distancia que separa ambos mundos es cada vez mayor, va perdiendo su carácter de huida para transformarse en un regreso; para muestra, la metamorfosis de Voss, cuyo endurecimiento exterior en el trato con sus compañeros —necesario para mantener el orden en la expedición, pero tal vez no imprescindible— parece compensarse con un relativo ablandamiento interior.

La expedición se enfrenta a dos desiertos, a una especie de inhóspito gradual que hace que, cuanto más salvaje se vuelve el entorno, más difíciles se tornan las relaciones entre los expedicionarios pero, por contra, también se simplifican y convierten en más primarias, con lo cual todas pierden matices y tienen que plegarse al más primario de los principios, el de la autoridad. Autoridad que queda en cuestión cuando se produce la división del grupo: los que buscaban algo determinado, aunque eran incapaces de concretarlo, abandonan la expedición cuando se aperciben de que no obtendrán fruto alguno; los que no buscaban nada excepto ponerse a prueba, siguen adelante.

Mientras tanto, la vida sigue en la ciudad y el tiempo transcurre con la placidez esperable cuando siempre va sucediendo lo esperado; en cambio, la expedición se sitúa fuera de la dimensión temporal, en un continuo en el que siempre es presente. El fin a medio plazo ha dejado de existir y el objetivo inicial de la expedición se ha olvidado: el plazo más largo lo constituye el mañana, y el único objetivo es sobrevivir.

Todo el curso de la trama se sostiene mediante dobles tensiones entre elementos antagónicos, resueltos con una prosa meticulosa y febril; la mesura en el tratamiento de los diferentes escenarios, materializada mediante un procedimiento narrativo equitativo y cuidadoso y en absoluto moralizador —esta sería la gran diferencia entre el relato canónico de aventuras del siglo XIX y el escrito un siglo después—, convierte Voss en una novela literariamente extraordinaria.

Joan Flores Constans