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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Thomas Tryon Y El Terror Infantil

Thomas Tryon era un intérprete conocido entre los aficionados al cine y la televisión en la nación de las barras y estrellas, cuando decidió probar suerte en la literatura.

La obra con la que debutó el atormentado protagonista de El cardenal exhibió la imaginación profunda de un autor interesado en las realidades deformadas, inspirado por la maldad intrínseca que reside en el interior de los seres humanos.

¿Qué es lo que provoca los comportamientos psicopáticos en ciertas personas? ¿Hay criminales que ya sienten el interés por la sangre y la violencia antes incluso de hacerse adultos? ¿Un niño es capaz de albergar los pensamientos más oscuros y salvajes hacia el resto de la humanidad? Tales cuestiones acudieron a la mente de Tryon, a la hora de imaginar el argumento de El otro: un espeluznante texto sobre la pesadilla que experimenta una familia de clase media, aislada en una granja de Nueva Inglaterra (USA).

Antes de la aparición de El otro, el cineasta Mervyn LeRoy había planteado la posibilidad de que una cría de escasa edad fuera la causante de numerosos asesinatos, en el filme La mala semilla (1956); al igual que Wolf Rilla había ideado una auténtica rebelión homicida conjuntada por misteriosos infantes, en El pueblo de los malditos (1960).

Thomas Tryon consiguió formular una inteligente y figurada mezcla entre ambas creaciones, para montar una trama que provoca el horror entre los lectores desde el primer párrafo, y que convirtió su libro primerizo en una obra de culto para los amantes del terror.

Impedimenta refresca los ecos de la leyenda montada con respecto a los tétricos gemelos Perry, en los setenta; y recupera la narración original, reproducida con notable fiabilidad por la traducción llevada a cabo por Olalla García.

A través de esta puesta a punto de la novela, los aficionados pueden recuperar un libro que ha causado sensación en escritores tan importantes en el género como Stephen King e Ira Levin, a los que enganchó con su aparente normalidad y su costumbrismo tenebroso.

Cuando El otro asaltó las librerías en 1971, pocos daban crédito a la bestialidad inherente que exhibía su tesis argumental. El shock fue tal, que el cineasta Robert Mulligan no perdió el tiempo en conseguir los derechos de adaptación, para traducir el siniestro relato al lenguaje cinematográfico.

La homónima película fue estrenada en 1972, y los espectadores tuvieron la oportunidad de acceder a la trama angustiosa y deliberadamente agresiva, que componía el manuscrito firmado por Tryon.

Mulligan acertó en destilar el terror a través de la simple y reflexiva sugerencia, y potenció el mensaje del texto con un final abierto; en el que pocos saben si hay una presencia sobrenatural o no, si los gemelos tienen papeles intercambiados o no, si lo que parece que ha ocurrido es por culpa de un asesino oculto entre las sombras o no…

Las dualidades humanas conforman las páginas de esta sorprendente historia (tanto en su formato impreso como en la película) con aires de clasicismo gótico. Mediante semejantes desdoblamientos, el autor confecciona una atmósfera opresiva y terrorífica, en la que las escenas de las muertes son como revelaciones infernales del poso maligno que nutre el argumento.

La acción de El otro transcurre en 1935, en una posesión campestre de la familia Perry: propiedad que se encuentra en la inquietante zona de Nueva Inglaterra (área donde se desarrolla la mayor parte de las novelas de Stephen King, declarado admirador de este cuento macabro). El clan se encuentra conmocionado, después de la repentina muerte del padre de los gemelos Holland y Niles.

Estos niños poseen una capacidad telepática sorprendente, potenciada por los juegos que mantienen con su abuela. Sin embargo, los hermanos ocultan una profunda oscuridad en su interior, Holland es sarcástico y cruel, mientras Niles es agradable y dulce. Poco a poco, los asesinatos se suceden, conforme la desidia criminal aumenta supuestamente en la psique de Holland. Una escalada de violencia que se vuelve particularmente salvaje, con el ahogamiento de un bebé en una tinaja de vino. A partir de este hecho, la abuela de los pequeños decide parar a Holland o a Niles. Pero, ¿de verdad es uno de ellos el auténtico culpable?

Tryon utiliza una prosa precisa y electrizante; lo que aporta a la novela un aire de costumbrismo malsano, que convierte el relato en una narración verosímil y desasosegante. No en vano, Los chicos del maíz, de Stephen King; la celebrada película Hereditary; o la saga de Damien beben de alguna manera en las aguas de esta impecable y desoladora obra de debut.

Jesús Martín