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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«La poeta y el asesino»

Impedimenta. Madrid (2019). 351 págs. 22,80 € (papel) / 13,99 € (digital). T.o.: The Poet and the Murderer. Traducción: Beatriz Anson.

«En los largos anales de la falsificación literaria nunca ha habido un falsificador tan meticuloso en su investigación, tan diestro en la técnica, tan malévolo en sus intenciones y tan grandioso en sus propósitos». Así resume Simon Worrall, periodista y escritor inglés, el carácter de Mark Hofmann, un mito entre los coleccionistas de arte y documentos antiguos, que consiguió engañar con sus falsificaciones a decenas de expertos y que hoy cumple una condena de cadena perpetua por dos asesinatos.

Nacido en 1954 en el seno de una devota familia mormona, Hofmann recibió su primera inspiración de la figura de Joseph Smith, el fundador de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días, aunque por unos motivos bien distintos de los que querrían sus seguidores. Smith había conseguido convencer a miles de personas de que un ángel le había entregado una segunda revelación, en un texto codificado sobre unas planchas de oro, que transcribió en el llamado Libro de Mormón. La credulidad de los dirigentes mormones hacia este documento espoleó la audacia de Hofmann y, con una osadía cada vez mayor, fue inventándose textos más y más complejos, que los jerarcas no dudaban en comprarle por miles de dólares.

Una vez comprobada la facilidad con la que se aceptaban las falsificaciones en su entorno más próximo, decidió adentrarse en otro territorio que le era familiar. Hofmann, a pesar de su talento para la mentira, también era un coleccionista auténtico, y un experto en historia y literatura norteamericanas. Su biblioteca de originales de cuentos infantiles era una de las mejores del país. Consciente de las elevadas cifras que mueve el mercado de los manuscritos literarios e históricos, llegaría a falsificar obras de más de 120 personalidades.

Una de sus creaciones más logradas fue la de un supuesto poema perdido de Emily Dickinson. Hofmann se dedicó concienzudamente a copiar la composición química del papel y la tinta de la época y la caligrafía de la escritora, pero también su estilo poético. Esta ambición sería la que le llevaría, finalmente, a la cárcel. Las tramas que había elaborado para camuflar sus engaños se habían vuelto tan sofisticadas que, cuando dos de las personas a las que había estafado empezaban a ponerlas en claro, decidió que solo le quedaba una salida: la que anuncia el título del libro.

Worrall emplea las mejores armas de la crónica periodística para desentrañar el caso Hofmann. Sin embargo, se distingue de otros grandes autores del género del true crime, como el Truman Capote de A sangre fría, en que desaparece por completo de la narración. Worrall recrea con tal destreza la fascinante historia de Hofmann, que el lector se convierte en una víctima más de sus fabulaciones.

Diego Pereda.