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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Eduardo Berti: zapando alrededor de una canción de Harrison

En su nueva novela, Faster, el autor de Todos los Funes regresa con nostalgia a los años 70 en la Argentina.

Las novelas del argentino Eduardo Berti (1964) transcurren en escenarios y épocas muy diferentes entre sí: Agua se desarrolla en un Portugal adonde recién están llegando la luz y el tendido eléctrico; La mujer de Wakefield en la Inglaterra de la Revolución Industrial; Todos los Funes, en la Francia de la posguerra y décadas siguientes; El país imaginado en la China de 1930; El padre extranjero se mueve entre la Inglaterra de Joseph Conrad y la historia de un padre rumano emigrado a la Argentina en el siglo XX.

Acaso eso que tienen de distinto las vincula de manera invisible: la perfecta construcción de un aire de época en cada caso, la capacidad de transportar al lector a un entorno ajeno que rápidamente se siente propio, vívido y familiar.

Bajo la forma de novela de aprendizaje, la última –Faster (Impedimenta, 2019)– vuelve a la Argentina de los años 70 como ocurría en La sombra del púgil (2008).

Acá el recorte es otro: el relato autobiográfico del autor a partir del encuentro con la primera revista producida con un amigo a los catorce años y el rastreo de un ingreso al mundo de la escritura que comenzó siendo un juego, un ensayo de posibilidades hacia el universo adulto. Un testeo que sale bien y enciende la mecha que luego será punta de antorcha e iluminará el camino hacia el futuro: para uno de los adolescentes hacia el periodismo, para el otro –el narrador, alter ego del autor– hacia la literatura. En ambos casos, una pasión constante por la música.

La entrevista al corredor automovilístico Juan Manuel Fangio en coincidencia con el descubrimiento de ciertos autores de rock y los Beatles es la excusa para acercarnos al primer plano de una amistad pero en especial a un cara a cara con ese dilema que tanto nos cuesta: la velocidad del existir. «Faster» y «All Things Must Pass» son dos temas de George Harrison (el favorito del narrador) y funcionan como banda de sonido y leitmotiv a lo largo de toda la trama.

Casi como un ejercicio oulipiano (Berti pertenece a la prestigiosa agrupación francesa de Oulipo, traducida como Taller de Literatura Potencial) que experimenta con extrañas conjugaciones, la combinación entre la imagen de un ídolo popular argentino y un tema musical inglés de esos años dan lugar a una profunda reflexión acerca del paso del tiempo y las elecciones personales. Algo, no sabemos qué, nos elige a nosotros, dice la última frase contundente de la novela.

¿Cómo pasamos de ser chicos de catorce a explicarles hoy a nuestros hijos lo que era un cassette, un VHS, el negativo de una foto? ¿Cómo hacerles entender que hubo un tiempo en que tuvimos su edad y que no siempre fuimos lo que ellos ven? O sí, sí ya lo éramos, de forma latente y sutil (eso demuestra Faster), pero no lo sabíamos.

El cómo nos formamos sin darnos cuenta, inocente pero a la vez definidamente, está en el mensaje de Faster, escrita con esa prosa envolvente, cálida, entre musical y poética que es ya un signo de Eduardo Berti. Un tono con el que consigue evocar un pasado argentino en el que la dictadura era como una nube de esmog turbia aunque en apariencia inmaterial. Un Buenos Aires que para cualquiera tendrá olor a domingo a la tarde con facturas y ronroneo de motores de autos o canciones de fútbol, almuerzo de asado y vino tinto con soda, sensación de kiosco porteño y abrazo de abuela con ese algo de naftalina en la solapa de su sacón de pana.

Lo logra, otra vez lo logra Eduardo Berti: colarnos en el escenario de sus visiones, en el núcleo mismo de su imaginación, pero sobre todo esta vez en el territorio de su nostalgia, que es suya pero es idéntica para todos.

MARIANA SÁNDEZ