Quien se adentre en Monjas y soldados (novela inmediatamente posterior a su gran obra El mar, el mar) descubrirá a la Iris Murdoch más brillante a partir de una historia con algunos de los grandes elementos murdochianos como esa gran cantidad de personajes que aparecen y desaparecen, que se relacionan entre ellos pero al mismo tiempo llevan a cabo un proceso de autoconocimiento, que mienten (voluntaria o involuntariamente) y se muestran en su absoluta desnudez. Todos ellos, en una trama que se retuerce en ella misma a través de una escritura que atrapa con su delicadeza y ritmo trepidante, van pasando por situaciones en las que, de un modo u otro, se nos presentan las distintas caras del amor. Quizá éste sea el gran tema de Monjas y soldados a pesar de lo que pueda sugerir el título. Éste, al fin y al cabo, no nos revela otra cosa que dos tipos de “caracteres” con los que se irán identificando de un modo u otro distintos personajes y de los cuales Iris Murdoch se sirve para abordar cuestiones como la soledad, el idealismo, la libertad, la fe, la trascendencia, el duelo, la culpa, el sufrimiento o la felicidad.
Iris Murdoch, monjas y soldados
La escritora irlandesa se pregunta en esta novela, inédita en español, si se puede alcanzar la felicidad una vez que el camino de la virtud se ha demostrado intransitable