En cierta página de A lo lejos, el novelón fronterizo del que es responsable el argentino Hernán Díaz, presenciamos cómo su protagonista, que ha desembarcado por error en San Francisco procedente de Suecia y va de camino a Nueva York para reencontrarse con su hermano, se cruza con una enorme caravana de peregrinos. El narrador la describe como una ciudad en movimiento: una columna de carromatos, bueyes, lonas, hombres, mujeres y bestias, colores y aromas entreverados que se extiende de un extremo a otro del horizonte y que atruena la pradera con su eco. Son los colonos que buscan el Oeste: los que hicieron los Estados Unidos y van extendiendo la famosa república de las libertades de su sede inicial junto al Atlántico hasta la tierra indómita de los yuyos y el bisonte. Pero lo curioso aquí es que Hakan, el héroe de Díaz, no camina en su mismo sentido, sino en el contrario: no sigue el curso de la historia americana, nada contra él.
Toda una declaración de intenciones para quien sepa leerla.